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Un arco iris de mentiras

Los frentes guerrilleros que subsisten están incomunicados entre sí, sus comandantes se encuentran aislados y huyendo de la fuerza pública.

Semana
28 de noviembre de 2009

El informe de Arco Iris es propaganda política opositora revestida de un falso ropaje académico. Allí las cifras son toscamente manipuladas, y los hechos, burdamente distorsionados. Y sus conclusiones son contraevidentes para cualquier colombiano. Sostener que la desmovilización de los paramilitares fue un fracaso y que la guerrilla está creciendo, razón por la cual hay que mandar a recoger la política de Seguridad Democrática y reemplazarla por el apaciguamiento, son disparates insostenibles.

En efecto, las guerrillas están sumidas en la peor crisis de su historia. Por primera vez las Farc han dejado de crecer y disminuyen su pie fuerza día tras día como resultado del acoso de la fuerza pública, la desmoralización, las deserciones y las bajas en combate. Al menos 11.000 de sus miembros han desertado en los últimos siete años y se han incorporado a programas gubernamentales de reinserción. Tan solo entre enero y octubre de este año desertaron 1.847 guerrilleros de las Farc. ¿De dónde sacan que están creciendo? Su pie de fuerza a duras penas llegará a 6.000 hombres. Y su capacidad operacional se ha disminuido sustancialmente y sigue cayendo. Contando sus ataques, hostigamientos, emboscadas, ataques a puestos militares y de Policía, secuestros, sabotajes, retenes y paros armados, en el año 2002 realizaron 1.475 acciones, en 2008 cayeron a 310, o sea, 81 por ciento menos, y en 2009 ejecutaron 287, con lo que cayeron un 7 por ciento en relación con el año anterior. ¿De dónde sacan que se están reactivando? La situación del ELN es aún peor, con menos de mil hombres en armas y prácticamente en tregua, dedicados a subsistir del narcotráfico.

Los frentes guerrilleros que subsisten están prácticamente incomunicados entre sí, sus comandantes se encuentran aislados y huyendo de la persecución de la fuerza pública, la guerrilla sobrevive en estado de creciente descontrol. Sus recursos financieros están en el piso, pues recaudan menos del narcotráfico, actividad que en el país ha disminuido en los dos últimos años, pero también porque se han visto obligados a salir de muchas zonas productoras. Sus ingresos por secuestro también siguen cayendo: considerados los períodos enero-octubre, las Farc realizaron en 2002 cerca de 263 secuestros extorsivos, el año pasado cayeron a 38 y el presente año a 27.

En lo único que han crecido significativamente las guerrillas es en la implantación de campos minados que producen por igual víctimas civiles y militares. Esta es una táctica eminentemente defensiva que usa la guerrilla en su repliegue, precisamente para impedir el avance de la fuerza pública y que, por tanto, no se puede considerar una demostración de fuerza o de capacidad ofensiva. Arco Iris mezcla peras con manzanas y por eso deduce que la guerrilla está creciendo.

Arco Iris manipula no sólo la realidad, sino también el lenguaje. El paramilitarismo en Colombia fue un fenómeno de civiles armados que realizaban acciones contrainsurgentes de extrema barbarie, aliados con elementos de la fuerza pública pero autónomos del Estado, que llegaron a tener una significativa capacidad de concertar acciones en el nivel nacional, financiados con el narcotráfico -igual que las Farc- y que disputaban con las guerrillas el control del territorio y de la población. Este fenómeno como tal ha desaparecido en Colombia. El Estado ha recuperado el monopolio de la lucha contrainsurgente, con plenos legitimidad y respeto a los derechos humanos. Seguir hablando de paramilitares, cuando en realidad son grupos armados emergentes al servicio exclusivo de las mafias del narcotráfico, no es otra cosa que abusar del lenguaje para confundir y acusar de fracaso la desmovilización y el desarme de 16.000 paras. Hay un 15 por ciento de exparas que volvieron a delinquir, eso sucede en todas las desmovilizaciones de irregulares, aquí y en Cafarnaún. Pero ya no actúan como paras, sino como mercenarios del narcotráfico, y además, por si fuera poco, aliados con la guerrilla.

Pero la tapa de la falta de rigor es que llaman paramilitares a cuanta banda de delincuentes va apareciendo por ahí y que para amedrentar y cometer sus fechorías se autodenominan 'Águilas Negras', o cualquier otra cosa. La Policía desmonta todos los días estas bandas de delincuencia común. Y, para colmo, concluyen que los paramilitares están más activos que la guerrilla, al incluir entre sus acciones el rubro "amenazas",que, según Arco Iris, es el 53 por ciento (!) de sus acciones. Primero, la mayoría de estas amenazas deben ser extorsiones de delincuencia común. Segundo, si de comparar se trata, ¿por qué no incluyen las amenazas entre las acciones de la guerrilla? ¿Acaso la guerrilla no amenaza? ¿O Arco Iris sólo registra las amenazas de los delincuentes comunes, mal llamados paramilitares? Son sólo algunas perlas de esta propaganda disfrazada de academia.