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UN FORO ZAMPADO

29 de diciembre de 1997

Lástima el desperdicio del foro de Andiarios sobre un tema tan vital como el papel de los medios frente a una campaña política. Le faltó organización, inspiración y, sobre todo, algo que es indispensable en un foro sobre cualquier tema: propósito. Zampar a un grupo de candidatos en una mesa, y al frente zampar a un grupo de periodistas en otra, con una moderación mecánica que no miraba sino el cumplimiento del tiempo pero no la concreción de ninguna idea, es el ejemplo clásico de cómo no se debe hacer un foro sobre periodismo. Con un agravante: el de que sobre un tema que tantos vacíos tiene, como las relaciones del periodista y el político, y del periodismo y del proselitismo, se organice un foro para oír solo los puntos de vista de los candidatos, y no el de los periodistas, que solo fueron invitados a preguntar. Por fortuna Juan Gossaín, un estudioso consuetudinario del tema y por consiguiente el expositor más respetado en este tipo de disquisiciones, logró meter varias picas en Flandes para evitar que el foro derivara en un coro de plañideras. Como el foro estaba planteado exclusivamente para que los candidatos atacaran a los medios, y no para que éstos se pudieran defender, los primeros hicieron aquello para lo cual fueron convocados: quejarse. Serpa se quejó de las vagas acusaciones de Newsweek y de los vínculos de Juan Manuel Santos con El Tiempo. Santos se quejó de que los medios lo acusaron de conspirador por hacer una propuesta de paz, de Horacio Serpa y de Noemí Sanín. Noemí se quejó de Juan Manuel Santos y de una encuesta que le publicaron mal en El Tiempo. Valdivieso se quejó de que los noticieros de televisión no le dan sino 10 segundos para hablar y de que los titulares de prensa hacen precisamente eso: titular. Y como viene pasando sistemáticamente en los foros o reuniones de recinto cerrado, los planteamientos más de fondo vinieron de Juan Camilo Restrepo y de Antanas Mockus. Mientras el primero puso el dedo en la llaga al hablar de la 'berlusconización' de la televisión colombiana, el segundo fue el único en abordar con toda la inteligencia que lo caracteriza y con un grado de originalidad digno de resaltar, el conflictivo tema de la cacareada incompatibilidad entre la política y el periodismo, demostrando que, más que incompatibles, son profundamente complementarios. Aunque el expositor invitado, el periodista estadounidense de undécima Charles H. Green, abordó este mismo tema en su exposición, habría resultado mejor que no hubiera venido: también zampó su ponencia, una ponencia facilista y nada original, sobre la que no hubo preguntas ni debate, lo cual resulta tremendamente irónico cuando la semana pasada en Colombia había habido un encendido debate sobre las relaciones del candidato presidencial Juan Manuel Santos y el periódico El Tiempo.Más por haber dejado vivas las dudas y los interrogantes, que por haberlos resuelto, este malogrado foro de Andiarios sí permite dejar planteados unos puntos claves que deberán tocar futuros foros de periodismo. El principal de ellos es el que produce el cambio de las épocas: mientras antes se fundaba un periódico para hacer política, hoy los periódicos se fundan para hacer negocio, y los políticos son mal vistos en ellos. Pero este tránsito ha dejado grandes vacíos, como el de la duda de si los periodistas son ciudadanos de segunda categoría que tienen prohibido hacer política, o el de si los políticos son una especie de 'sidacos' de las ideas que no pueden escribirlas en los periódicos por temor a una especie de contagio. Alvaro Gómez, por ejemplo, no hizo sino contagiar de ideas y de inquietudes a quienes leían los editoriales de El Siglo que él escribió durante todos los años que quiso ser Presidente de Colombia. Ahora el ejercicio del oficio se le niega al señor Antanas Mockus, por parte de un señor Pava Camelo, miembro de una comisión de televisión supuestamente independiente, en la que adjudica noticieros samperistas de televisión en espera de que el gobierno lo premie con la embajada de España, por alguna cosa que hizo muy bien en la adjudicación. !Cómo han cambiado las épocas, y cómo ha cambiado la moral, por Dios!Otro tema digno de debatirse, pero de debatirse bien, es el de la trivialización de la noticia política. Los candidatos se quejan de que los medios tienden a recoger lo anecdótico, que es una palabra que utilizan porque les da pena decir "lo simpático", o "lo divertido", o "lo entretenido", o "lo insólito", y que significa que el vaso de agua de Mockus tiene más posibilidades de pantalla que la propuesta agraria de Juan Camilo. Y ahí sí que hay de fondo para discutir: la tendencia mundial de los medios de comunicación, entendiendo que ellos ya no se fundan con un propósito de propagación ideológica o política sino comercial, es la de mantener entretenido al televidente. Entretenerlo con noticias, con música, con dramatizados, con concursos, con todo lo que se venga a la cabeza, pero entretenerlo. Y en lugar de escandalizarnos con esta tendencia, deberíamos dedicarnos a analizarla y entenderla, porque constituye el común denominador de los medios de comunicación del futuro, cada vez más competidos, más ambiciosos tecnológicamente y más masivos. La conclusión del foro de Asomedios, en todo caso, es la que dio Juan Gossaín: el día en que los candidatos a la Presidencia le agradezcan algo a los periodistas será el mismo día en que los pájaros le estarán dando las gracias a las escopetas.

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