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Un fuero para la guerra

Según Human Rights Watch, la reforma al fuero dejaría a Colombia expuesta a que la Corte Penal Internacional nos investigara por denegación de justicia.

María Jimena Duzán
27 de octubre de 2012

Si quiere detener en algo su desprestigio, lo mejor que podría hacer el Congreso es no aprobar la reforma al fuero militar que está a dos debates de ser cocinada.  

Razones sobran para que los congresistas se den la pela y le demuestren al país que no se les ha olvidado legislar a favor del interés nacional. La primera es que esta reforma va en contravía de la ruta de paz trazada por el propio presidente Santos. No se puede estar abriendo en La Habana un proceso de paz con las Farc y al mismo tiempo estar aprobando en el Congreso un fuero militar concebido para la guerra. Ese cruce de cables no es un buen augurio para los diálogos que se abren la próxima semana en La Habana.  

La segunda razón es porque tal como quedó aprobado, ese nuevo fuero se puede convertir en una patente de corso para la impunidad. Así como quedó aprobado en el sexto debate, se permitiría que graves violaciones a los derechos humanos como la tortura, las ejecuciones extrajudiciales, la violación y abuso sexual, el desplazamiento, entre otros, sean investigados y juzgados por la justicia penal militar.

La tercera razón para que los congresistas no aprueben esta reforma es porque borra de un plumazo todos los avances hechos en materia de derechos humanos en la fuerza pública. Aunque el ministro Pinzón ha dicho una y mil veces que los falsos positivos no van a pasar a la justicia penal militar porque no tienen relación con el servicio, la realidad es que quienes están siendo investigados por estos abusos podrían pasar a la justicia penal militar porque los falsos positivos son considerados ejecuciones extrajudiciales.

La cuarta razón es que esta reforma es nociva para el Estado de derecho porque pretende darles a los militares un espacio de impunidad a cambio de nada. Y plantea, de paso serios interrogantes sobre cuáles van a ser sus condiciones en materia de verdad y justicia si el país logra que las Farc dejen las armas y se reincorporen a la vida civil. Tampoco me gusta el talante de esta enmienda porque da la impresión de que a través de ella los militares le estuvieran diciendo al país que no están interesados en ceder en nada en un eventual proceso de paz y que eso de la justicia transicional, es para los bandidos de las Farc pero no para ellos que ganaron la guerra.

Razón tiene José Miguel Vivanco de Human Right Watch en alertar sobre los efectos que le acarrearía al país aprobar una reforma al fuero como la que avanza en el Congreso. Según él, este fuero contraviene de manera flagrante la jurisprudencia de los mas altos tribunales de Colombia y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos e incluso dejaría a Colombia expuesta a que la Corte Penal Internacional pudiera entrar a investigarnos por denegación de justicia.

En el fondo este cruce de cables demuestra que es hora de que el presidente Santos y la Unidad Nacional le planteen a la opinión y a la sociedad cuál va a ser la negociación con los militares si es que se abre la posibilidad de la paz en Colombia. Eso sería lo más honesto con el país en vez de empezar a hacerles concesiones por el patio de atrás. Los militares no pueden dar a entender que mientras toda la sociedad está viendo cómo es que nos vamos a tragar los sapos que nos vamos a tener que tragar, ellos, que también cometieron abusos en esta guerra, se van a dar el lujo de no tragarse ninguno. Y que bueno sería que los congresistas de la Unidad Nacional nos dijeran claramente si esta reforma es parte de esa negociación secreta con los militares o si es un aporte más a su larga hoja de desprestigios.

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