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UN HOMBRE RESPETABLE...

Semana
16 de junio de 1997

Desconcierto, por utilizar la palabra menos drástica, ha producido hasta ahora el papel que viene jugando Gilberto Echeverri Mejía en su cargo como Ministro de Defensa.
No duró mucho el alivio que produjo su nombramiento: de la seguridad de que este difícil papel había sido encomendado a un hombre recto y respetable, hemos pasadorápidamente a la sensación de que ese hombre recto y respetable no tiene la más mínima idea de cómo es que debe desempeñar ese difícil papel.
Antes de posesionarse sorprendió a los militares, y al propio gobierno, con el anuncio de que traía un plan de paz en el bolsillo. Cuando comprendió que los ministros no se posesionan con planes de paz inconsultos, Echeverri corrigió y dijo que lo de él no era un plan de paz, sino herramientas de paz que implementaría desde su cargo. Como eso también sonó raro, al poco tiempo advirtió que no se trataba de una paz que fuera posible concretar en este gobierno. Y como eso seguía sonando raro, resolvió marginarse públicamente del tema, advirtiendo que su papel como Ministro de Defensa era básicamente administrativo.
Si bajo esta lupa se analiza la situación de las Fuerzas Armadas colombianas, el resultado es totalmente desmoralizador.
Autoridad: La autoridad del Ministro de Defensa civil, que se estrenó con mucho éxito con Rafael Pardo, que logró sostenerse bajo Fernando Botero, que comenzó a patinar bajo Juan Carlos Esguerra, que definitivamente hizo crisis bajo Guillermo Alberto González, ha tocado fondo con Gilberto Echeverri. Eso de que él mismo se vea en un papel administrativo es honesto: las decisiones militares no se las consultan, y cuando lo hacen, responde que él es un ministro de la paz, y no de la guerra.
Como resultado, el Ministro de Defensa actual es un funcionario que se encarga de responder por la plata mientras los militares hacen lo que quieren sin que sobre ellos funcione ninguna autoridad civil. Hasta ahora eso no ha sido muy grave. Pero el día, que Dios no lo quiera, en que se produzca un secuestro de graves consecuencias políticas, o una toma de rehenes, o algún hecho terrorista de cierta magnitud, se pondrá claramente en juego la autoridad civil sobre la militar.
Paz: No cayó bien entre los militares que el nuevo Mindefensa se anticipara a hablar de sus planes de paz ante los medios sin haberse posesionado y sin haber tenido la cortesía de discutir el tema con ellos. La paz, un tema de 24 horas bajo la gestión de Echeverri, ha tenido la consecuencia de que en cambio el Ministro ha abandonado los temas militar y policial.
Pero lo más sorprendente del caso es que cuando, después de los aplausos iniciales, al Ministro se le citó en el Congreso para que explicara su propuesta de paz, se descubrió que no tenía propuesta distinta a la original creación de una comisión de paz permanente, que es a lo que todo el mundo recurre cuando no tiene ninguna propuesta. De ahí en adelante, para defenderse de esta falta de preparación sobre el tema, el ministro Echeverri elude sistemáticamente a los medios de comunicación, con una antipatía impropia de su bien conocida caballerosidad. Su silencio es más lo que esconde que lo que revela.
Unidad de mando: El concepto del Ministro de Defensa civil como representante de la unidad de mando frente al orden público está actualmente desvirtuada. Es ampliamente conocido que en Colombia los militares y los policías no se entienden, ni se hablan, ni se colaboran. A ello se suma que los gringos miman a la Policía con plata, armamento y ayuda en inteligencia, lo que enfurece a los militares, a quienes en cambio se la pasan amenazando con suspenderles la poca ayuda que les prestan. ¿Y qué hace el Mindefensa como virtual puente de este entendimiento en virtud de su carácter de autoridad conjunta? Pues...
Deliberancia política: Tradicionalmente los militares en Colombia no se caen por corruptos -con excepciones muy escasas- sino por deliberantes, como sucedió con Valencia Tovar, Matallana, Landazábal, Samudio, etc. Pero por la falta de autoridad del Ministro de Defensa civil, los militares actuales deliberan permanente y libremente. Por ejemplo, el general Bedoya dice lo que quiere, cuando quiere, casi siempre con razón, pero con frecuencia en contravía del propio gobierno. El general Bonett, con su extrema simpatía y notable cultura general, es el rey de los medios. Nadie llama al Ministro de Defensa para nada. Cuando un medio necesita una opinión, busca a los generales Bedoya o Bonett. Declaraciones sobre el problema de Venezuela ya no son privativas de la Canciller. Opiniones sobre el orden público da cualquier comandante de Brigada, así los hechos no correspondan a su zona. Si el ministro de Defensa civil ejerciera su papel de vocero de las Fuerzas Armadas, este desgaste de los generales y la indebida intromisión militar en temas de manejo político serían innecesarios e impensables.
¿Significa eso que el esquema de Ministro de Defensa civil está agotado? No, mientras los militares estén cómodos con la fórmula. Gozan de una gran autonomía -es un hecho lo poco que consultan- pero siempre tienen a quién echarle la culpa de lo que sale mal.
Todo lo anterior sólo significa que para restablecer la autoridad del Ministro de Defensa civil en Colombia, no basta con nombrar en ese cargo a un hombre respetable.

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