Home

Opinión

Artículo

Un mundo nuevo

Estados Unidos define lo aceptable en la "aldea global", evalúa las amenazas, usa la fuerza y ejerce la justicia

Semana
9 de septiembre de 2002

Lo que de veras sorprendió al mundo el 11 de septiembre fue descubrir cuán vulnerable es Estados Unidos. Y lo que han probado los meses siguientes es el poder enorme de Estados Unidos.

Esas dos son las bases de un cambio muy profundo en el orden mundial: en vez de dos superpoderes, ahora existe un hiperpoder no disputado; y en vez de la guerra convencional, ahora existe la amenaza del terrorismo no estatal a gran escala.

El hiperpoder de Estados Unidos se expresa en hechos simples: posee el 37 por ciento de la riqueza mundial, realiza el 83 por ciento de la investigación científica, y su gasto militar iguala al de los seis países que le siguen combinados.

La vulnerabilidad de aquel hiperpoder se expresa en otros hechos simples: basta un puñado de científicos, un laboratorio no muy sofisticado y la complicidad de algún dictador o señor de la guerra, para hacerse de ántrax, viruela, gas sarín, soman, BTX, uranio sucio o virus electrónicos.

Por eso Bush acuñó la doctrina de la "guerra preventiva": Estados Unidos tiene el derecho de atacar a cualquier Estado, organización o individuo que a su juicio pretenda atentar contra "nuestra libertad o nuestras vidas".

La doctrina, formalizada el primero de junio, es por supuesto contraria al derecho internacional pero se ajusta al nuevo enfoque -"neoimperial"- de la política norteamericana: Estados Unidos define lo aceptable en la "aldea global", evalúa las amenazas, usa la fuerza y ejerce la justicia.

La actitud neoimperial se ha traducido en hechos militares: bombardeo, invasión, ocupación y cambio de régimen en Afganistán; acciones antiterroristas concertadas con no menos de 42 gobiernos árabes y no árabes; anuncio de un ataque a Irak para forzar el cambio de régimen.

La nueva estrategia también cambió el mapa de la geopolítica. Primero, el acercamiento entre ex rivales poderosos que enfrentan cada cual su "amenaza terrorista": Estados Unidos, Rusia, China e India. Segundo, la consiguiente definición de unos nuevos enemigos: son el "Eje del Mal", Corea del Norte, Irán e Irak -tres países que ni suman ni riman-. Tercero, el mundo árabe a punto de estallar, azuzado sobre todo por Sharon.

Pero el hiperpoder se ejerce sobre todas las cosas y aplica por parejo a adversarios y amigos. El avión espía que cayó en China. El fin del tratado ABM, que por 30 años mantuvo el equilibrio nuclear con Rusia. Los bombardeos rutinarios a Irak. La pena de muerte a pesar del Papa, de Fox y de AI. La excepción al convenio contra el sida. El no pago de cuotas a la ONU. El "escudo antimisiles", que romperá para siempre el equilibrio militar del mundo. El arancel de 30 por ciento sobre aceros importados. Los talibanes presos en Guantánamo. La negativa al Protocolo de Kioto, con todo y causar la tercera parte del daño ambiental, ahora reeditada desde Johannesburgo. El no a la Convención de Ottawa sobre minas antipersonales. El sabotaje a la conferencia contra el racismo. Los 12 meses exceptuados del TPI que Bush impuso al Consejo de Seguridad. El no apoyo al Ctbt sobre pruebas nucleares. La apertura de Alaska a compañías petroleras. El no al control de armas de calibre pequeño. El bloqueo al Programa Mundial de Población por cuenta del "aborto". Los 190.000 millones de dólares en subsidios agrícolas que arruinarán a cuantos países producen trigo, cebada, oleaginosas, algodón, azúcar, arroz o lácteos. El no a la Convención sobre armas biológicas. La glosa a la Convención sobre torturas Y -no faltaba más- la accidentada y arrogante y para Colombia vergonzante historia, del TPI.

Esta cadena de plantones e incumplimientos merece por supuesto la crítica de gobiernos amigos (desde Alemania hasta Arabia Saudita), la impopularidad de Estados Unidos (estruendosa en las encuestas árabes y creciente en Europa) y los conatos de resistencia o represalia.

Pero nada: Estados Unidos mangonea porque no hay nadie que les impida mangonear.