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UN TAMBOR Y UN CORNETA

Antonio Caballero
18 de noviembre de 1996

Iba a escribir sobre esos noticieros de televisión que quiere raponear el gobierno ("aquel gobierno me lo dio, este gobierno me lo quitó: bendito sea el nombre del próximo gobierno", dicen que decía el santo Job, a quien el siguiente gobierno le dio, además de un noticiero, mujeres y camellos), iba a escribir sobre eso, pero entonces unos cuantos precandidatos presidenciales echa-ron unos discursos ante la asamblea de Anif. Y, como siempre que los precandidatos hablan ante Anif y quieren ser aplaudidos, sus palabras me dejaron un frío en el espinazo: estos quieren más guerra.O bueno: no todos, pero sí los más aplaudidos. De los precandidatos discurseantes hubo dos que no dijeron nada _Noemí Sanín y Humberto de la Calle_ o que, más bien, dijeron las boberías institucionales de siempre. Noemí declaró con dulce firmeza, con firme dulzura, con dulce dulzarronería, que hay que deponer las aspiraciones políticas para sacar adelante al país. O no sabe qué quiere decir 'política', o no sabe que quiere decir 'deponer', o cree que 'aspiraciones' son sólo las de los demás. De la Calle declaró con mucho énfasis: "Fuerzas vivas", dijo, "gran propósito nacional", dijo, "referéndum por la paz", dijo, "derrotar a los violentos", dijo. En fin: no vale mucho la pena comentar lo que dijo. Lo suyo, como lo de Noemí, parecía calcado de esos discursos que se oyen en los foros infantiles que a cada rato organiza, para "sacar adelante al país", el diario El Tiempo (y a veces El Espectador también).Otros dos, Rudolf Hommes y Juan Manuel Santos, hicieron reventar el pulso de los 'aplausómetros' dándose fuertes golpes en el pecho, como los gorilas de Tarzán. ¡Más gasto militar!, rugió Hommes (que, por lo visto, quiere que lo hagan rector del colegio 'Mi Patria' cuando lo boten de la Universidad de los Andes). Pidió 200.000 soldados más (el colegio 'Mi Patria' no va a dar abasto, ni siquiera con Hommes y su tambor a la cabeza) y ofreció, generoso, un 6 por ciento del Producto Interno Bruto para las Fuerzas Armadas (lo nombrarán rector, lo nombrarán) prometiendo que con ello, en un plazo de tres años, se instaurará en Colombia la silenciosa paz de los sepulcros. ¿Cuántos muertos le hacen falta a Rudolf Hommes para cuadrar su PIB?Pero el orador que más alto puntaje logró en el 'aplausómetro' de Anif fue el autodesignado precandidato Juan Manuel Santos. Clamó por un Fujimori colombiano (y explicó: "El Fujimori colombiano es la persona que puede convocar a la sociedad colombiana como la convocó Fujimori, o cualquier líder en cualquier país"; explicación cuya claridad conceptual podría servirle a Santos para tocar la corneta en la banda de guerra de Hommes, pero no para pasar el año en el colegio), un Fujimori que "tenga los cojones" de cerrar un Congreso corrompido. (Olvidó Santos, quizás, que fue ese mismo Congreso corrompido el que lo eligió a él Designado a la Presidencia hace un par de años, transformándolo así en autoprecandidato. O no, no: no era el mismo Congreso: los congresistas que manejaron la designa-pre-auto-candidatura de Santos han perdido su investidura casi todos, y hay varios en la cárcel.) Propuso una "campaña libertadora" para limpiar a Colombia de violencia y de pobreza mediante la "acción especializada" de las Fuerzas Militares. (No aclaró Santos cómo se haría esa limpieza. ¿Matando a los violentos? ¿A los pobres?) Y pidió la creación de "un ejército de diplomáticos que combata la política exterior de la guerrilla", porque ésta, reveló, "cada vez que se lo propone gana pleitos y hace quedar muy mal a Colombia en materia de derechos humanos". (Al margen de que si lo que Santos llama Colombia, y que es sólo el gobierno, pierde los pleitos y queda mal es porque viola los derechos humanos, y no porque la guerrilla denuncie esas violaciones, no le queda bien decir eso al mismo funcionario que perdió todos sus pleitos cafeteros contra el hoy embajador norteamericano Myles Frechette, haciendo quedar mal no sólo al gobierno, sino a Colombia.)Pero, ya digo, lo aplaudieron mucho. Los ricos colombianos tienen siempre tendencia a aplaudir al que le echa la culpa de todo a otros.(Aquí, otro paréntesis: Serpa tiene que cargar sobre sus hombros con el peso considerable del insepulto cadáver político del presidente Samper, y no siempre lo hace bien, y a veces exagera, como cuando dice que Samper es un gran Presidente y su gobierno un gran gobierno. Pero de todos esos precandidatos que hablaron en el foro de Anif es el único que no hace demagogia. La demagogia no consiste en halagar al pueblo, sino en halagar al público. Y lo que halagaba a ese público de Anif eran el énfasis de De la Calle, la dulzura de Noemí Sanín, las cifras del PIB de Hommes y la alharaca bélica de Juan Manuel Santos.)... salió Serpa y dijo que las causas de fondo de la violencia eran la pobreza y la inequidad social.No lo aplaudieron.

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