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Un tramposo

Robledo ha sido desde hace 40 años el más severo crítico de la lucha armada que practican las Farc. cuando el Procurador no las criticaba, Robledo sí.

Antonio Caballero
9 de enero de 2010

Dice un viejo refrán castellano: “Las cosas de Palacio / van despacio”. Y esa es la única ley que en Colombia, desde los tiempos coloniales, se obedece y se cumple. De modo que por lo menos sesenta días –los mismos de la campaña electoral que empieza– se tomará un burócrata de la Procuraduría General de la Nación para dilucidar si el senador Jorge Enrique Robledo es o no culpable de colaboración criminal con la guerrilla de las Farc, tal como lo pretende la acusación estrambótica que se sacó de debajo de la ruana Alejandro Ordóñez, Procurador de bolsillo del presidente Álvaro Uribe Vélez.

Acusación estrambótica, digo, y no sé si prevaricadora. Porque el Procurador Ordóñez ordenó que se investigue en busca de pruebas de que por parte de Robledo “existe conducta que pueda constituir incumplimiento de deberes funcionales, extralimitación de sus derechos, la incursión en prohibiciones o la violación del régimen de inhabilidades e incompatibilidades, en lo que respecta a posibles vínculos con grupos armados al margen de la ley” (tomo esta cita textual, con todo y sus caprichos sintácticos, del diario El Nuevo Siglo del 19 de diciembre de 2009). Y ordenó eso a sabiendas de que no hay tales pruebas, a no ser que él mismo las fabrique, porque Robledo ha sido desde hace cuarenta años el más severo crítico de la lucha armada que practican las Farc. Cuando el procurador Ordóñez no las criticaba, Robledo sí lo hacía. Cuando el presidente Uribe todavía no, Robledo sí. Y eso lo sabe todo el mundo. Hasta las propias Farc, que precisamente de eso acusan a Robledo en los archivos del computador de ‘Raúl Reyes’ de que se sirve fulleramente el Procurador Ordóñez para incriminar al senador con falsedades, que él mismo sabe falsas. Pues no es que el Procurador Ordóñez no sea un hombre bien informado. Es que es un hombre tramposo.

Y creo que, dado su cargo, esa trampa se llama prevaricato.

Además de tramposo –como lo son todos los representantes del Uribato, del jefe Uribe para abajo– el Procurador Alejandro Ordóñez es un hombre astuto. Lo que consigue con su acusación infundada, y que sabe infundada, es poner en el brete de demostrar su inocencia en mitad de la campaña electoral para el Senado al que ha sido el más bravío parlamentario de la oposición a este régimen tramposo y corrompido, mentiroso y corruptor. Hablo de régimen porque esos vicios no son solamente del gobierno: de ese presidente que ganó sus primeras elecciones con votos del narcoparamilitarismo y auto-atentados ficticios organizados por el futuro jefe del criminal DAS, y compró las segundas con promesas de notarías y contratos; de esos ministros perseguidos por falsedad o por cohecho; de esos embajadores condenados por asesinato; de esos secretarios y asesores embadurnados de compinchería con los narcos. Son también vicios del poder legislativo: esos cincuenta parlamentarios de la bancada gobiernista hoy presos, y que desde la cárcel siguen votando por interpuesta persona las iniciativas del gobierno. Y son vicios del poder judicial: ese del cual es alto representante el Procurador Ordóñez, no sólo en sus acusaciones arbitrarias sino en sus absoluciones contraevidentes. Y son vicios del llamado ‘‘cuarto poder’’, el de la prensa, tanto escrita como hablada, tanto la una como la otra mayoritariamente arrodilladas ante Uribe, por convicción ideológica o por complacencia en el fango del servilismo.

En todos esos estamentos –legislativo, judicial y prensa, y hasta quizás en escalones inferiores del poder ejecutivo– hay, desde luego, discrepantes del Uribato: el propio senador Jorge Enrique Robledo es el mejor ejemplo. Pero son minoritarios. Como son minoritarios los colombianos antiuribistas del común, a juzgar por las inverosímiles e inverificables encuestas que miden la popularidad del Presidente.

Lo he dicho aquí mismo unas cuantas veces: los uribistas de buena fe se arrepentirán de haberlo sido. Pero no creo que el Procurador Ordóñez sea de esos. Como su jefe el Presidente, en cuyo bolsillo está, es un tramposo.