OPINIÓN
Una canasta llena de desconocidos
¿Se entiende la información que traen los alimentos?
Encuentra aquí lo último en Semana
Mientras me alistaba a escribir esta columna, pedí en un restaurante de
Bogotá una salsa picante. Frente a mi, la persona que me estaba
atendiendo, puso una salsa roja y me dijo “este es el ají que tenemos”.
Lo miro por un lado, por el otro y me doy cuenta que no entiendo nada de
lo que dice el frasco. Después de oler el contenido por varios minutos y
tratar de adivinar qué podría ser, decidí añadir un poco a la sopa que
me estaba comiendo. El resultado: por no entender la información que
tenía el tarro dañé todo mi plato.
Con esa frustración en la cabeza, la barriga y el bolsillo, decidí pasar
por el supermercado a comprar un par de cosas para el almuerzo del otro
día. Entre los frascos y los empaques me di cuenta que para saber qué
estamos comiendo, tiene que pasar mucha tinta por las etiquetas.
En relación a la información que obtienen los consumidores en los
supermercados, propongo que existen tres grupos de etiquetas y
alimentos. En el primer grupo están los productos que traen información
que no está en español. La mayoría de estos productos son importados y
según la SAC, representan el 28 % de los alimentos que comemos. La
falta de información acá es la más radical porque los productores y
distribuidores presentan la estampilla de información en idiomas
diferentes a español. En esa categoría entran, por ejemplo, la salsa del
restaurante, 2 de 4 marcas de té y 1 de 4 aceites que encontré en el
supermercado.
Bajo el segundo tipo de estampillas se encuentran la mayoría de
productos que consumimos todos los días. Aunque estos alimentos sí
incluyen información, esta sólo puede ser entendida por personas
expertas. Embutidos, enlatados y paquetes de mecato además de entrar en
muchos carros de mercado, encajan en esta categoría. Por ejemplo, ¿quién
sabe qué es el polifosfato de sodio o el dióxido de silicio? Además de
no saber qué son estos ingredientes, no hay información sobre los
efectos que tienen en la salud humana.
El tercer tipo son los alimentos sobre los que no se da ninguna
información. Es decir, que no sabemos nada más que las técnicas que
aprendemos durante la vida para valorarlos. Las frutas, verduras y todas
las carnes que se venden por peso entran en esta sección.
Desafortunadamente, saber cuándo una fruta está madura o especular sobre
si la carne está blandita, no son técnicas suficientes para saber qué
estamos comiendo cuando preparamos ensalada o hacemos un asado.
Por tanto, hay dos razones por las cuales es importante continuar con la
movilización social ante la Corte Constitucional, el Defensor del
Consumidor, la Superintendencia de Industria y Comercio y los
distribuidores, para lograr que las etiquetas tengan la información
completa. En primer lugar, la alimentación tiene un impacto directo en
la salud de las personas. Las cifras de obesidad de 30 % en el 2013
prenden las alarmas sobre la necesidad de tener más conciencia sobre lo
que se está comiendo.
En segundo lugar, la alimentación tiene un efecto directo en el
desarrollo de las personas, especialmente en los niños y las niñas. En
este campo podemos seguir el ejemplo de India y Brasil que han dado
pasos gigantes en la regulación de las loncheras y la comida de las
escuelas. En los dos países se ordenó que todos los alimentos escolares
deben cumplir con los más altos estándares alimenticios y de producción
en condiciones salubres y justas para el ambiente y los trabajadores.
Toda esta información debe ser presentada y certificada por los
productores y distribuidores de los alimentos.
La cuestión sobre la información de los alimentos es fundamental para
nuestras vidas. Pero no cualquier información que no se entienda por
estar en idiomas y lenguajes diferentes, letra pequeña o en la parte
inferior de los empaques. Por el contrario, los consumidores necesitamos
información completa y adecuada que nos permita saber qué estamos
metiendo en la canasta cuando estamos haciendo mercado.
*Investigador del Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad – Dejusticia.