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UNA MALA PELEA

Semana
19 de octubre de 1998

Lo que hasta la semana pasada parecían ser apenas unas discrepancias institucionales entre el Presidente y el Fiscal, surgidas de los engranajes propios del funcionamiento del Estado, y bautizadas desde esta misma columna como actividades 'neo-oposicionistas', se convirtieron la semana pasada en una mala pelea. Una pelea a todas luces inconveniente para el país, puesto que logró enfrentar, en términos agrios y desinstitucionalizantes, a los dos funcionarios más importantes del país: el Presidente de la República y el Fiscal General de la Nación. Pero la pelea no es solo mala para los colombianos, a los que les puede haber quedado la equivocada impresión de que en materia del proceso de paz, entre ambos funcionarios hay opiniones irreconciliables. También es mala para sus protagonistas, los doctores Andrés Pastrana y Alfonso Gómez Méndez, porque a ninguno le conviene jugar el papel que por cuenta de la pelea ha quedado jugando: el primero el de arrogante, y el segundo el de opositor político. Una cosa es que Gómez sea 'neo-opositor', entendido como la actitud propia de su cargo de discrepar en términos institucionales de algunas decisiones presidenciales, y otra que a su alrededor cierren filas, como evidentemente sucedió, todos los opositores políticos del actual gobierno, quienes dejan la impresión de estarlo defendiendo como a uno de los suyos. Apenas conocida la innecesariamente dura respuesta del presidente Pastrana al Fiscal, saltaron en defensa feroz de este último todo rango de opositores, comenzando por el jefe del liberalismo, Horacio Serpa. Produce sorpresa y risa escucharlo decir que Andrés Pastrana "obró como una especie de kaiser, con una actitud arrogante que no creo que resulte conveniente cuando se trate de estar en interlocución con quienes representan el poder, en este caso el judicial", porque al que parecería estar describiendo es al propio Ernesto Samper, quien obró bajo esta misma descripción durante los cuatro años de su gobierno. Pero además de Serpa, también salieron a defender al Fiscal el columnista D'Artagnan, con la equívoca connotación que tiene una defensa de su parte, y el recientemente inaugurado columnista estrella de la actual oposición, el ex DAS Ramiro Bejarano, coadyuvados por la senadora del liberalismo oficialista Piedad Córdoba. Como decía un famoso personaje bogotano... ¡Que no nos ayuden tanto!Pero en lo que al presidente Pastrana respecta, era obvio que tenía en sus manos la posibilidad de responder las dudas del Fiscal con respeto y mesura, y optó por hacerlo en términos francamente retadores y pugnaces, que fueron definitivos para dejar casada esta mala pelea. Dada la existencia de unas medidas judiciales por enriquecimiento ilícito dictadas por la Fiscalía contra Alvaro Leyva, el Fiscal estaba en todo su derecho de indagar qué tan comprometido quedó el Presidente con las Farc en convertir a Leyva en el vocero de las conversaciones de paz con este grupo guerrillero, pasando eventualmente por alto las delicadas acusaciones contra este último. Pero por los términos de su respuesta, el Presidente terminó avalando las opiniones de 'Tirofijo' de que el Fiscal es un enemigo de la paz por el hecho de estar cumpliendo con sus funciones judiciales, lo que me parece injusto con el Fiscal no solo por lo inexacto, sino por la estigmatización que conlleva una acusación semejante contra una persona en estos momentos prepacifistas que vive el país. Si ante unas dudas legítimas del Fiscal, o de cualquier otro funcionario, el Presidente aplica la fórmula de responder con arrogancia y sin ninguna consideración de tipo institucional, por quien se cree en el derecho de discrepar respetuosamente de sus actos, el escenario político podría llegar a convertirse en pocas semanas en una batalla campal en la que el gobierno podría verse enfrentado inclementemente con todos los organismos de control del Estado.Porque una cosa es que esos organismos de control estén, como es preferible, en cabeza de personas que no pertenezcan a la coalición política del gobierno, y otra muy distinta casar enfrentamientos innecesarios con sus titulares, y además amplificarlos por los medios de comunicación. Las lunas de miel dan para mucho, pero no para tanto.