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Uribe y sus medidas desesperadas

Lo perverso del asunto radica en que una acción encaminada a abrirle compuertas a la paz, pretende hacerla ver como algo repudiable.

Jorge Gómez Pinilla
9 de abril de 2013

Lo que viene haciendo el expresidente Álvaro Uribe Vélez ya bordea los linderos del delirio, y los medios de comunicación están cayendo en su juego, consistente en que hace explotar bombas mediáticas cada cierto tiempo (en realidad casi a diario), para lograr que toda la atención se centre sobre sus incendiarios trinos y no sobre los señalamientos que le hacen.
 
Lo que el aturdido público que asiste a su espectáculo no ha captado, es que hay una línea de coincidencia entre la intensificación de los cuestionamientos y acusaciones que viene recibiendo desde que abandonó la Presidencia, y la ídem intensificación de sus trucos de embaucador de feria.
 
Tan solo en los últimos ocho días hubo tres noticias negativas para su imagen, a saber:
 
- Un informe de Claudia Morales para El Espectador contó que “el 8 de julio de 2008 el entonces presidente Álvaro Uribe aprobó una propuesta que proponía ceder una porción de mar” a Nicaragua.

- El diario británico The Guardian reveló que en 2008 los hijos de Uribe abrieron una cuenta en las Islas Vírgenes Británicas, reconocido paraíso fiscal.

- El general Flavio Buitrago (quien remplazó a Mauricio Santoyo como jefe de seguridad de Uribe) fue llamado a calificar servicios por sus vínculos con alias el ‘Papero’.
 
En relación con la primera noticia, Caracol Radio la corroboró este lunes 8, gracias a que conoció dos actas fechadas ese mismo día (8 de julio de 2008), donde está escrito que “el señor Presidente de la República manifestó estar de acuerdo con la propuesta”.
 
Si en una sola semana estas informaciones hubieran aparecido mientras Uribe disfrutaba de un merecido descanso como expresidente, lo habrían dejado muy mal parado y habría tenido que salir de su retiro a defenderse. ¿Qué decir entonces de un exmandatario al que durante y después de su mandato le han investigado, enjuiciado o encarcelado a un elevadísimo número de sus más cercanos funcionarios, amigos y parientes? ¿Cómo entender que ni sus hijos se salvan de denuncias que incluyen negociados con lotes para montar zonas francas, cercanías al grupo de estafadores DMG, relaciones con alias el ‘Canoso’ (según su propia confesión), y ahora apertura de una cuenta fantasma en un paraíso fiscal?
 
¿Cómo entender además que sus dos jefes de seguridad en la Casa de Nariño hayan terminado el primero preso en Estados Unidos y el segundo retirado de la Policía por vínculos con un mafioso, y que dos de sus directores del DAS –organismo dependiente de la Presidencia- hayan terminado uno (Jorge Noguera) condenado a 45 años de cárcel por homicidio y colaboración con grupos paramilitares, y otra (María del Pilar Hurtado) huyendo de la justicia?
 
En medio de ese oleaje de acusaciones y escándalos in crescendo, no es de extrañar que Álvaro Uribe esté dedicado a incrementar su arremetida contra el presidente Juan Manuel Santos y su proceso de paz, con fuego graneado desde su cuenta de Twitter. Es sin duda una medida desesperada, pero ello no impide reconocer que muy bien concebida, pues cumple con el objetivo estratégico de lograr que tanto los medios de comunicación como el país entero miren hacia otro lado, o sea hacia el mismo sitio a donde él apunta la salva de artillería, y no hacia el lugar desde el cual le están apuntando.
 
El último de sus juegos pirotécnicos –que ya adquiere el carácter de perversidad- consistió en revelar información de seguridad nacional que daba cuenta de unos operativos militares para despejar ciertas áreas, y lo perverso del asunto radica en que una acción encaminada puntualmente a abrirle compuertas a la paz, pretende hacerla ver como algo repudiable. Al respecto dijo el ministro de Defensa que “no son muchas personas las que manejan esta información confidencial”, de donde se infiere que Uribe pretende dejar en el ambiente la idea de que hay división en el Ejército, con una parte de este brindándole su apoyo.
 
Esto conlleva entonces un propósito desestabilizador, y en ese orden de ideas subversivo. Él debe saber que con ello está incurriendo en el delito de divulgación de información reservada (para no hablar de traición a la patria), pero es algo que no lo trasnocha, porque son las acusaciones que sí lo trasnochan las que pasan a un segundo o tercer plano cuando de acusado pasa a francotirador de las instituciones, decidido a evitar -a como dé lugar- que se le siga haciendo mella a su cada día más desmoronado prestigio.
 
Es aquí donde los medios de comunicación deberían ser conscientes del papel de idiotas útiles que están jugando, y en tal medida pudieran reflexionar sobre la responsabilidad que comparten cada vez que le sirven de caja de resonancia a las medidas desesperadas que el expresidente Álvaro Uribe viene implementando, y que se ajustan como anillo al dedo a los planes desestabilizadores de las fuerzas subterráneas que él comanda.
 
@Jorgomezpinilla