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Uribe y Obama frente a los tribunales

Mientras Barak Obama asume el nombramiento de jueces con la seriedad y altura del estadista, Álvaro Uribe lo hace con el cálculo cortoplacista del politiquero

Semana
2 de junio de 2009

Hace unos días el presidente Obama nominó a Sonia Sotomayor como reemplazo para el Juez David H. Souter en la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos. La nominación hecha por Obama no es muy distinta, en significado e importancia, a la postulación de ternas para la Corte Constitucional recientemente realizada por Álvaro Uribe. Dada esa similitud, bien vale la pena contrastarlas.

Empecemos por comparar el perfil ideológico de los candidatos. Contrario a lo hecho por Uribe, Barak Obama buscó a Sotomayor entre personas que defendieran una agenda progresista respecto de las cuestiones más debatidas por la sociedad estadounidense. Especialmente en temas como: aborto, matrimonio entre parejas del mismo sexo, separación entre Iglesia y Estado, aplicación de la pena de muerte, y el uso de derecho internacional y derecho comparado como criterio auxiliar de la Corte.

Pero más allá de las obvias diferencias ideológicas, lo que es diametralmente opuesto es la manera como uno y otro tomaron esta tarea. De un lado, Obama aprovechó la nominación para enviar un claro mensaje de promoción de la igualdad de género. No es casualidad que la seleccionada sea una mujer, pues las diez candidatas preseleccionadas por Obama eran mujeres.

En contraposición, Uribe solo incluyó a una mujer en cada una de las ternas como un requisito obligado. A regañadientes. Como la cuestión era simple y llanamente cumplir con la ley de cuotas, no le pareció necesario incluir más mujeres. Una por terna era más que suficiente.

Ahora bien, muchos dirán que lo realmente importante no es que sean hombres o mujeres, o blancos o negros, sino personas capacitadas que puedan decidir adecuadamente aquellos casos de trascendencia nacional. Pues bien, allí radica otra de las grandes diferencias. Para Uribe lo importante era asegurar alineación ideológica. Por ello, los conocimientos, la experiencia o la producción académica en derecho constitucional no importaron a la hora de la selección. A Uribe no le importan los meritos sino las lealtades.

Obama, por el contrario, demostró no sólo que podía incluir mujeres en su lista, sino además, que todas ellas contaban con la competencia necesaria para hacer historia en su paso por la Corte. Como han repetido incesantemente los medios, Sotomayor cuenta con una trayectoria constitucional muy superior a la que cualquiera de los actuales magistrados de la Corte tenía a la fecha de su designación.

No está demás mencionar que las otras precandidatas tenían calificaciones muy similares: varias son Magistradas del Tribunal Federal de Apelaciones, una es Jueza Federal de Distrito, otra es Jueza de la Corte Suprema de Georgia, y otra es la actual Solicitor General y viene de ser decana de la Facultad de derecho de la Universidad de Harvard.

¿Cómo se explican estas diferencias tan grandes? De un lado pueden explicarse en esa fuerte tradición de escrutinio público de los Estados Unidos que se desconoce casi por completo en Colombia. Basta comparar la juiciosa investigación realizada por el New York Times sobre cada una de las precandidatas de Obama con la simple reproducción de la hoja de vida de los ternados de Uribe hecha por los medios de comunicación colombianos.

Pero fundamentalmente las disparidades radican en que Obama, a diferencia de Uribe, entiende su responsabilidad institucional en el nombramiento de los jueces. Sabe que se trata de nombramientos de Estado y no de Gobierno. Por eso la elección combina criterios distintos: una agenda de valores compartida, el aseguramiento de independencia e idoneidad de la administración de justicia, y el compromiso con la igualdad material entre hombres y mujeres.

Así, mientras el uno se preocupa por ser fiel a la institucionalidad democrática de su país, por dejar un legado; el otro se desvela por tener aliados que le aseguren otros cuatro años de mandato.



*Nelson Camilo Sánchez es investigador de DeJuSticia. El Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad -DeJuSticia-(www.dejusticia.org) fue creado en 2003 por un grupo de profesores universitarios, con el fin de contribuir a debates sobre el derecho, las instituciones y las políticas públicas, con base en estudios rigurosos que promuevan la formación de una ciudadanía sin exclusiones y la vigencia de la democracia, el Estado social de derecho y los derechos humanos.

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