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Bogotá comunitaria y solidaria

Es indudable: el espacio público hay que recuperarlo. Para hacerlo, se requiere de un plan de contingencia promovido desde las alcaldías locales, mediante censo y carnetización

Uriel Ortiz Soto, Uriel Ortiz Soto
19 de febrero de 2016

Considero que llegó la hora de ir pensando en la elección popular de los alcaldes locales o, en su defecto, fortalecer las localidades, en forma tal que se les delegue ciertas funciones que puedan cumplir, con el fin de solucionar los graves problemas que las  agobian, como es el caso de la recuperación del espacio público, la prostitución, el microtráfico, y la inseguridad, entre muchos otros factores que están desmejorando la calidad de vida de sus habitantes.  

Bogotá con casi diez millones de habitantes y sus veinte localidades debe empezar por descentralizarse, la administración mayor no alcanza a irradiar autoridad, y proponer proyectos de desarrollo, administrativos y de obras públicas,  a sectores que por su complejidad requieren de un diagnostico social de conformidad con sus fuentes primarias.

Si a los vendedores ambulantes y estacionarios en lugar de perseguirlos y estigmatizarlos, el gobierno distrital lograra agremiarlos mediante el sistema de censo y carnetización, promovido desde las alcaldías locales, toda la ciudad se beneficiaría, puesto que dentro de dicho conglomerado existe un impresionante recurso humano con miles de profesionales, que aún no han podido despegar a la vida laboral, como consecuencia lógica tienen que dedicarse al comercio del rebusque para poder subsistir.  

No podemos decir que todos los vendedores ambulantes y estacionarios son personas con malos antecedentes -desde luego que hay algunas excepciones, que son los que camuflan el delito dentro de dicha actividad-, en el gremio hay comerciantes y padres cabeza de familia que han debido acudir a este medio como única alternativa.

Si se lograra una organización básica, se generarían miles de empleos directos e indirectos en las diferentes localidades de capital de la república, los habitantes del sector comprarían sus productos sin ningún recelo, estableciéndose una relación verdaderamente confiable entre comercio formal e informal.

Desde luego un recurso humano tan valioso una vez carnetizado, hay que organizarlo, con el fin de encausarlo por un verdadero proceso de organización, por eso, estamos proponiendo el programa de Bogotá Comunitaria y Solidaria, con el fin de que previo el fortalecimiento de las Alcaldías Locales, se pueda desarrollar adecuadamente, vinculando todos los sectores de la producción, la banca, la industria y el comercio.

No olvidemos que en todas las localidades existen alternativas de iniciativa empresarial y microempresariales, que bien manejados podrían convertirse fuentes de empleo , puesto que siempre se distinguen por un producto bandera, que muchas veces presentan dificultades de comercialización y mercadeo, por falta de una organización y promoción básica, lo cual debe ser tarea de los alcaldes locales, promoviendo encuentros comerciales y ruedas de negocios tanto para el mercado distrital, como nacional e internacional.

Para lograr este objetivo se requiere de un programa de resocialización el cual debe estar manejado por una gerencia que sepa interpretar muy bien los coeficientes sociales de desarrollo de cada localidad, esto con el fin de diagnosticar cuales son sus tendencias micro empresariales para proceder a enunciar proyectos de desarrollo entre sus habitantes, sin necesidad que se desplacen a la periferia a apoderarse del espacio público.

El problema de los vendedores ambulantes y estacionarios que ocupan el espacio público, no es de ahora, lleva varias administraciones, antes de ser electo un alcaldes, siempre se compromete a incluirlo como prioritario dentro de su programa de gobierno, sin embargo, hasta la presente fecha ningún mandatario distrital se ha tomado la molestia de presentar a la ciudadanía una solución seria y concreta, pero sobre todo perdurable y duradera.

Es vergonzoso ver, con el correr de los días después de posesionados, como lo estamos presenciando actualmente, tal programa no es más que la policía jugando al gato y al ratón con los vendedores estacionarios y ambulantes, puesto que son personas que llevan más diez, veinte o treinta años ubicados en el mismo sitio, y pretender desalojarlos sin ningún plan de contingencia es tarea demasiado difícil.

Por esta columna desde hace varios años venimos proponiendo para lograr tal objetivo: insistimos que se hace indispensable censar los vendedores ambulantes y estacionarios con el fin de expedirles el carnet correspondiente, previa comprobación que son ciudadanos sin antecedentes penales y que viven en determinado sector, comprobado con visita de una trabajadora social a su residencia.

Se  haría indispensable establecer un plan de contingencia con las alcaldías locales, para que sean ellas las encargadas de promover y administrar en su respectivo sector el programa de vendedores ambulantes y estacionarios, con el fin de que a partir de determinado fecha la ocupación del espacio público esté lo suficientemente regulado por determinados número de vendedores ambulantes y estacionarios, con expresa prohibición de ciertos sectores incluidos en el plan de contingencia.

Para que esta iniciativa tenga apoyo de los habitantes de los diferentes sectores de las localidades, se propuso además dentro del programa crear las Unidades Zonales de Desarrollo empresarial, “UZDE”, que deben estar conformadas por habitantes de las respectivas localidades, serían las encargadas de ejercer el sentido de pertenencia, con el fin de que el recurso humano se evalúe, se cree en cada localidad una base de datos con las diferentes actividades y profesionales del sector, para estarlos promoviendo tanto dentro de la empresa tanto pública como privada de la localidad.

En conclusión, los vendedores ambulantes y estacionarios, no solamente en Bogotá, sino en las demás ciudades del país, no debe interpretarse como un problema, hay es que organizarlos con buen criterio de razón y conocimiento de causa, partiendo de la base que desde luego no pueden actuar como ruedas sueltas, solamente con una organización básica se puede solucionar el problema sin necesidad de estar dando el espectáculo que se viene presentando con frecuencia.

Una vez organizado en programa, se podría mediante Acuerdo Distrital, elevar la ocupación del especio publico al delito de contravención, pero desde luego, después de un largo proceso de organización y motivación.

urielos@telmex.net.co

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