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VALORES FAMILIARES

Los "valores familiares" son una cosa que sólo tiene importancia en el seno de las familias: por fuera, son peligrosísimos

Antonio Caballero
5 de octubre de 1992


LA INFORMACION DE PRENSA SE OCUPA cada vez menos de la cosa pública, y cada vez más de las vidas privadas. Por el lado de los malditos de la tierra no vemos más que escenas familiares: familias del Este europeo asesinadas en masa o recogidas en campos de refugiados, familias del Africa subsahariana reducidas a los ojos y los huesos, las ubres de las madres convertidas en pellejos arrugados de los que cuelgan niños cubiertos de moscas, familias kurdas envueltas en trapos que huyen de los bombardeos. Y por el lado de los bienaventurados y los poderosos del mundo, lo que nos cuenta la prensa no es qué responsabilidad tienen ellos -y tienen mucha- en las guerras y hambrunas que azotan a los pobres, sino algo también más familiar: quién se acuesta con quién.
Todo eso es muy humano, claro está: la "aldea global" que imaginó Marshall MacLuhan es un patio de vecindad global en el que se cuentan a gritos y entre grandes risotadas los chismes de la vida privada -no tan privada ya, gracias a los objetivos fotográficos de 90 milímetros- de los actores de Hollywood y de las familias reales y presidenciales. El incesto de Woody6 Allen, el amante tejano de la duquesa de York, la amante mallorquina del rey de España, la aventura del presidente de Brasil con su cuñada, el apartamento neoyorquino del presidente de Venezuela, el enamoramiento de su propia mujer del de Panamá.
Así, con el pretexto de las elecciones norteamericanas, la prensa y la televisión de los Estados Unidos -y, como de cabestro, las del mundo entero- dedicaron más tiempo y esfuerzos a investigar el chisme de que el presidente Bush tuvo hace 10 años un romance secreto con su secretaria en un apartamento que les prestó el Aga Khan en Ginebra que a informar cuáles son sus planes económicos o bélicos. Afortunadamente para Bush se atravesó en el camino la carne fresca de lo de Woody Allen, y pudo tener su Convención Republicana en paz. Pero el mal estaba ya hecho. Porque aunque Bush no tuviera que defenderse de juicios sobre su moral pública (en las guerras o en los déficits) que nos afecta a todos los habitantes del mundo, sí tuvo que hacerlo de los rumores sobre su moral privada, que no le importa a nadie.Y, centrado en ella el debate, Bush se defendió como es costumbre en estos casos: refugiándose en los sacrosantos "valores familiares" ("family values", en versión original).
Y lo vimos en la prensa: la Convención de su partido aclamó a Bush; y es capaz de hacerlo llegar otra vez a la presidencia, no por sus virtudes de líder político que son bastante discutibles, sino porque es un "family man" que ha tenido 22 hijos y nietos que lo adoran, y lleva 50 años acostándose con Barbara, una mujer que podría ser su abuela (y eso sí que es incesto, y no lo de Woody Allen con la coreanita). Aclamado Bush, caza de brujas: ahora empezarán a caer una tras otra todas las conquistas logradas en los Estados Unidos gracias a la política de libertades públicas que permitía a los ciudadanos norteamericanos -por lo menos a ellos- hacer lo que quisieran con sus vidas privadas: casarse, divorciarse, practicar la homosexualidad o tener una o 10 amantes.
Eso sí es grave, y no que el propio Bush tuviera una sola hace 10 años. Porque no hay nada más peligroso que los "valores familiares", siempre reaccionarios y siempre hipócritas. En su nombre y por su defensa se cometen los más grandes crímenes y se desencadenan las mayores catástrofes.

Así, para demostrar que no se acuesta con su secretaria Bush es capaz de aniquilar a Irak una vez más -y está pensando seria- mente en ello-; o a Libia, a lo mejor. Y nadie recuerda ya que la última vez que le tocó el turno a Libia los aviones de precisión de los Estados Unidos mataron a una hija adoptiva del coronel Gadafi: pues no es Mia Farrow la única que adopta niños.
Los "valores familiares" son una cosa que sólo tiene importancia en el seno de las familias: por fuera, son peligrosísimos. Es la lección que acaban de darle a la prensa los asesores del líder de Al Fatah Yassir Arafat cuando les preguntaron por el rumor de que la joven palestina con quien se casó Arafat hace unos meses estaba esperando un niño. Respondieron, escuetos: "Esto no es Buckingham Palace". -