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VANA Y TORPE

Antonio Caballero
17 de mayo de 1999

El ELN le manda una carta abierta _sin bomba esta vez_ al periodista Juan Gossaín, con
copia a varios más, entre los que me cuento. Y en ella, tras reiterar sus motivos para haberle enviado su
carta-bomba al periodista Plinio Apuleyo Mendoza, amplía su amenaza a todos los demás, diciendo:"Lo que sí
debe quedarles claro a los periodistas, todos, de este país, es quequienes toman conscientemente posición
personal a favor de la guerra integral neoliberal que adelantan los grupos económicos oligárquicos contra el
pueblo colombiano, deberán enfrentar nuestro accionar revolucionario como individuos, mas no como gremio,
al cual respetamos y valoramos en la dimensión universal que representa. Quede claro". Dejemos de lado lo
de "respetar" y "valorar", y "dimensión universal", que es paja y en consecuencia hace que, justamente, el
objeto de la carta no quede claro. Pero sin esa frase hueca, queda claro, en efecto, que el ELN declara
objetivos de asesinato (bajo el nombre de "accionar revolucionario") a todos los periodistas que no tomen
posición a favor del propio ELN. Y supongo que a todo el mundo: a los pasajeros del avión secuestrado la
semana pasada, por ejemplo. Con lo cual el ELN no hace otra cosa que adoptar exactamente los mismos
métodos que condena _con justa razón_ cuando se usan contra él y, en general, contra "el movimiento
popular y revolucionario".Escribí aquí mismo la semana pasada, comentando la carta-bomba, lo siguiente,
que la carta abierta ilustra nuevamente."Al ELN la criminalidad de sus métodos le está haciendo perder la razón
que le dio origen y justificaba su existencia. Esa razón era, precisamente, la utilización por parte del
Estado de la violencia criminal para impedir que se expresaran opiniones que molestaban a sus mandos. El
uso de esos mismos métodos implica la renuncia de la guerrilla a sus razones, y por añadidura equipara sus
fines a los de ese Estado que combate: como él, la guerrilla busca una sociedad sometida a la violencia". Y
añadía más adelante: "Si estamos como estamos, (en este país) es porque siempre se ha pretendido callar
las opiniones discrepantes por la fuerza".Entiendo la lógica del ELN, que es la de toda la guerrilla colombiana,
y, más en general, la lógica de todos los movimientos revolucionarios en todas partes y a todo lo largo de la
historia. Para obtener transformaciones políticas, sociales y económicas, la violencia es un método eficaz, y
el terror indiscriminado es el grado más eficaz de la violencia. Por eso lo han utilizado todos, cuando han
podido hacerlo: los bolcheviques rusos, los jacobinos franceses, el inglés Cromwell, el tirano Mario de la
Roma antigua, que también se consideraba a sí mismo revolucionario y también ejercía el terror en nombre
del pueblo. No es, pues, una lógica especialmente novedosa. Pero tiene la característica, de sobra
demostrada, de que es contraproducente. El uso de la violencia, y de su grado máximo, el terror, ha
convertido en contrarrevolucionarias a todas las revoluciones de la historia. Ha hecho que los resultados
alcanzados por ellas hayan sido diametralmente contrarios a sus fines declarados. Ha dado origen a
sociedades que lejos de ser libres y felices, como se pretendía, fueron sometidas y desgraciadas. Sometidas
a otros amos, y desgraciadas por motivos distintos: pero sometidas y desgraciadas.Y la causa de esto no
está en que el fin sea perverso en sí mismo, como dicen los contrarrevolucionarios. Está en el método, que
corrompe el fin. Dicho en términos prácticos y actuales: los métodos de la guerrilla colombiana _el
asesinato, el secuestro, el terror_, y su "combinación de todas las formas de lucha" que es una
combinación de métodos _la carta abierta y la carta-bomba_ han conducido, aun antes de triunfar, a la
agravación y multiplicación de los horrores que se viven en Colombia. El terror como método lleva implícito
el terror como fin. En eso estamos, y hacia allá vamos, empujados desde los dos lados, que nos fuerzan a
todos _como dice en su arrogante carta el ELN_ a convertirnos en "actores del conflicto". Pues parece no
ver el ELN en su propio ojo la viga que critica en el de sus críticos, llamándola "maniqueísmo ramplón". Todo
maniqueísmo es ramplón, incluido el del ELN.Pero si la carta-bomba se explica por sí misma, la carta
abierta lo hace más todavía. "Vano y torpe _dicen sus firmantes_ pretender confundir al pueblo
colombiano con equiparar nuestro accionar revolucionario con la violencia indiscriminada de un sector del
narcotráfico contra el conjunto de la prensa colombiana en años anteriores; cortinas de humo que se
extienden... gajes del oficio para eludir responsabilidades individuales. Vano y torpe".Porque, en efecto, esos
son los calificativos que vienen a la mente al leerla. Es una carta vana. Y es una carta torpe.

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