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Varios cabos sueltos

Los detectives del DAS no solo habrían incurrido en la ejecución de seguimientos sin orden judicial, sino también en peculado y desviación de fondos públicos.

Daniel Coronell
5 de febrero de 2011

Fabio Duarte Traslaviña conoce varias piezas que le faltan al rompecabezas del DAS. Hace algunas semanas le narró detalladamente a la Fiscalía cómo el Departamento Administrativo de Seguridad fue convirtiéndose en una policía política para espiar a magistrados, políticos y periodistas. También dijo que estas operaciones se cumplían "para complacer requerimientos del presidente de la República".
 
Duarte, antiguo coordinador de Operaciones de Inteligencia, era el eslabón entre los agentes que ejecutaban las órdenes y los mandos del DAS. Por eso -además de conocer casi todo lo que hicieron- sabe cuánto pagaron para ejecutar seguimientos ilegales y operaciones de desprestigio contra los investigadores de la parapolítica, políticos de oposición, eventuales testigos contra el mandatario y periodistas críticos.
 
Según su declaración, el actual subdirector del DAS, Jaime Andrés Polanco, estuvo al tanto de varios de estos planes. Uno de ellos incluyó el gasto de gruesas sumas de cuentas reservadas para comprar una factura de un hotel mexicano donde se alojó la entonces senadora Piedad Córdoba en junio de 2007.
 
El documento le fue entregado a Nancy Patricia Gutiérrez para que lo usara en un debate contra Córdoba en el Senado. Hasta ahora nadie ha respondido por qué los gastos reservados -que por muy reservados que sean siguen siendo dineros públicos- fueron usados en una operación de desprestigio político.
 
Si lo que el DAS compró probaba un delito o una falta, la obligación legal de los funcionarios era denunciarlo ante las autoridades competentes. Si, por el contrario, el papel no constituía evidencia judicial o disciplinaria, no podía ser entregado a una legisladora del oficialismo para que hiciera uso político favorable al gobierno.
 
Es decir, los implicados del DAS no solo habrían incurrido en la ejecución de seguimientos sin orden judicial, sino también en peculado y desviación de fondos públicos con propósitos políticos.
 
Duarte Traslaviña también reveló que después de la apertura de la investigación contra el entonces senador Mario Uribe, cuatro detectives fueron comisionados para buscar presuntos vínculos de magistrados con narcotraficantes. La pesquisa no dio resultados y entonces la atención se concentró en Iván Velásquez, el magistrado auxiliar e investigador de la parapolítica.
 
Grabaciones del doctor Velásquez y de otros miembros de la Corte Suprema de Justicia, registradas en nueve discos compactos, fueron entregadas por María del Pilar Hurtado para que fueran transcritas, según la versión entregada por el excoordinador de Operaciones.
 
El detective Duarte confirmó que las informaciones sensibles eran enviadas a la Casa de Nariño -y particularmente al entonces secretario general, Bernardo Moreno- a través de un sistema de valija secreta. Esa descripción coincide perfectamente con la suministrada a la justicia por Gustavo Sierra, otro mando del DAS que decidió confesar.

En la declaración también son mencionados en el contexto de varias operaciones de desprestigio contra opositores y críticos el abogado Sergio González -el mismo de la carta de Tasmania- y el fotógrafo de Barrancabermeja Jesús Villamizar, quien habría recibido veinte millones de pesos de gastos reservados por servir "apoyando información del DAS en relación con Yidis Medina".
 
El excoordinador de Operaciones del DAS asegura en su testimonio que mi esposa y yo fuimos seguidos por dos hombres del DAS llamados David Marín y Andrés Sánchez. Ellos reportaban directamente a la directora de Operaciones de Inteligencia Martha Leal.

Fabio Duarte Traslaviña sabe muchas más cosas y tiene documentos para probarlas. Ojalá la justicia proteja a este testigo esencial para la investigación.

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