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VERDADES Y MENTIRAS

Semana
11 de agosto de 1997

Apropósito de las Convivir existen en Colombia muchas ideas equivocadas. De buena fe, algunas. De mala fe, otras. Si el país no tiene claridad sobre estas organizaciones, por ligereza o por obra de prejuicios ideológicos, no puede esperarse que la comunidad internacional y las organizaciones de derechos humanos entiendan su necesidad y su verdadero al-cance. Sería hora, pues, de poner las cosas en claro. Y para hacerlo, lo primero es pasar revista a lo que suele decirse en contra de estas cooperativas.
1º) La sociedad civil debe permanecer neutral frente a los actores del conflicto armado en vez de involucrarse en él a través de las Convivir.Falso. Por varias razones. Primero, porque entre una guerrilla que mata, secuestra y aterroriza y un orden legal y democrático (con todas las fallas que éste tenga), la sociedad civil no puede ser neutral. Sería una actitud suicida. Es el porvenir del país el que está en juego. Un proyecto subversivo inspirado en las tesis marxistas de la lucha de clases, en el rechazo del pluralismo político, de la economía de mercado y de las inversiones extranjeras, y en la aceptación de la violencia como partera de la historia, sólo puede desembocar, si logra su propósito, en una sociedad tan desventurada como la que tuvieron los países comunistas y tienen todavía países como Cuba o Corea del Norte. ¿Podemos cerrar los ojos ante semejante amenaza?
En segundo término, porque la expresión "protagonistas del conflicto armado" pretende colocar en el mismo nivel, como un combate exclusivamente suyo, ajeno a nosotros, a quien defiende la ley y a quien la viola.
En tercer lugar, porque infortunadamente la sociedad civil no está fuera del conflicto. Pone las víctimas. Sólo un 10 por ciento de los muertos son militares o guerrilleros. El 90 por ciento son civiles, y civiles son también la inmensa mayoría de los secuestrados y las víctimas de la extorsión y el terrorismo.
2º) Sólo la fuerza pública debe tener el monopolio de las armas. Lo que debe procurarse es el desarme general de la población. No lo contrario.Así debería ser, si viviésemos en una situación normal. Pero la nuestra no lo es. De nada nos sirve eludir la realidad esgrimiendo anhelos y postulados ideales. La realidad es que no podemos ignorar los 100 frentes abiertos por la subversión, su tremendo poder financiero y la manera como gradualmente, por medio de la intimidación, los secuestros y el terror, ha conseguido imponer su voluntad sobre los alcaldes y los habitantes de 500 municipios.
También es una realidad que, concentrada en cuarteles y bases militares, con poca movilidad y muy escasa presencia en las zonas rurales, insuficiente y mal dotada, la fuerza pública apenas logra proteger sus propias instalaciones. Reclutas y policías llegan a una región sin conocer a nadie. Sin el concurso de la población, pieza clave en toda lucha de contrainsurgencia, es muy deficiente la labor de inteligencia que el Ejército puede desarrollar.
Justamente para suplir estas deficiencias fueron creadas las Convivir por el ministro Botero Zea. Perfectamente legales, las Convivir representan, a nivel de las comunidades rurales, una extensión lógica del derecho a la legítima defensa que asiste a todo ciudadano, aun si su función no es realmente la de combatir sino, ante todo, la de de cumplir labores de vigilancia y suministrar información acerca de cualquier hecho irregular a la fuerza pública. Si no se analiza su existencia dentro de la realidad que vivimos se cae en especulaciones teóricas muy bonitas pero irresponsables.
3º) Las Convivir son organizaciones asimilables al paramilitarismo.No es cierto. Decirlo es obrar de mala fe. La verdad es la contraria: las Convivir constituyen el único antídoto contra el mal llamado paramilitarismo. No actúan fuera de la ley sino al servicio de la ley. No cumplen funciones ofensivas. Vigilan, informan. Son el gran muro de contención que ha encontrado la guerrilla. Por eso sus simpatizantes políticos y periodísticos las impugnan. Si se suprimen las Convivir, en su lugar prosperarán inevitablemente grupos privados e ilegales de autodefensas con métodos tan impugnables como los de la guerrilla. No habrá más paz: los municipios desprotegidos vivirán la guerra de los ejércitos paralelos.
4º) Las Convivir son rechazadas por las organizaciones internacionales de derechos humanos, con lo cual se debilita en este campo la posición de Colombia.A esa situación siempre hemos estado expuestos porque los informes y denuncias que reciben en el exterior las ONG provienen, en buena parte, de la propia subversión a través de sus agentes o simpatizantes políticos. Dichos agentes _hay que ser bobo para no percibirlo_ crean organizaciones locales de derechos humanos y se infiltran en la justicia y en otros organismos del Estado. La guerra política que desarrollan con éxito tiene como mira las Convivir. Si el gobierno o el Congreso, cediendo a sus presiones, desmontan estas cooperativas, que han permitido disminuir en un 70 por ciento los secuestros en Antioquia, no estarán contribuyendo a la paz, sino a los proyectos de expansión de la guerrilla. Sería simple y llanamente abrir el corral de las ovejas para que entre el lobo y las devore.

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