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Voto cantado

Esta parcialización del gobierno es un pésimo augurio y no deja más opción que votar por Garzón a la Alcaldía

Semana
20 de octubre de 2003

Lo importante del referendo no estA en las cosas que propone el referendo: se trata de reformas más bien modestas y de maromas para tapar el hueco fiscal, según admiten tirios y troyanos.

Lo importante del referendo es la lectura que se le quiere dar al referendo. Tanto la oposición como el gobier no han exagerado y distorsionado el asunto hasta convertirlo en un plebiscito alrededor de Uribe. Y ya se ven venir las malas consecuencias del engaño:

-Si el referendo gana, los uribistas empujarán el proyecto de reelección presidencial, que sí sería una reforma decisiva. Decisiva para acabar la democracia, igual que hicieron Menem, Fujimori o Chávez aprovechando sus lunas de miel.

-Si el referendo no logra seis millones de votos, la oposición saldrá a cobrar una victoria que no es de ella sino de la pereza electoral de siempre. Y el gobierno dirá que los sindicatos y las maquinarias frustraron otra vez el anhelo de cambio -o sea que vuelve y juega la guerra contra el Congreso-.

Dicho de modo más simple: al convertir el referendo en plebiscito, Uribe y el Partido Liberal están haciendo trampa y nos están llevando a unas peleas que nunca serán buenas y que hoy son prematuras -reelegir al Presidente que apenas lleva un año o revivir a destiempo lo del choque de trenes-.

Por eso los ciudadanos de la inmensa minoría no podemos jalarle al sí, ni al no, ni a la abstención. Debemos suponer que nos llamaron a lo que nos llamaron, a opinar sobre 15 cuestiones distintas y complejas -vale decir, a 15 referendos diferentes-.

La actitud responsable, creo yo, es comparar cada pregunta con las normas actuales, para apoyar los avances y parar los micos que quedaron en el texto. Aplicando este criterio y después de escuchar a unos y otros, llego a la conclusión de que debo votar sí en 8 preguntas, no en otras 5 y abstenerme en 2, así:

1. Muerte política. Agrava la sanción a algunos (aunque no a todos) los políticos o funcionarios condenados por corruptos: votaré sí.

2. Voto nominal. Hoy por hoy es optativo, y hacerlo obligatorio es exponer la vida del congresista honesto en un país con tantos asesinos: marcaré el no.

3. Prohibición de suplencias. Acaba el carrusel de pensionados: Sí.

4. Audiencias sobre gasto. Una de dos: o les entrega el presupuesto a los políticos o es una burla a las comunidades. No.

5. Administración independiente del Congreso. Hace algo más difícil el serrucho: Sí.

6. Reducción del tamaño del Congreso. Por ahorrar unos pesos les da aún más fuerza electoral a los caciques: No.

7. Pérdida de investidura. La vuelve casi imposible: No.

8. Tope a las pensiones. Es poquito y es tarde pero es algo: Sí.

9. Contralorías regionales. Tapa un hueco y abre otro que puede ser peor: No.

10 (11 en el tarjetón). Auxilios prohibidos. El mal no es el auxilio, que es deber del político, sino la desviación, que ya está prohibida. Así que en este punto da lo mismo marcar un sí o un no; me abstengo.

11 (12 en el tarjetón). Buen uso de lo ahorrado al acabarse las contralorías: Sí (por si en la 9 gana el sí).

12 (13). Inversión de regalías no asignadas. Puede ayudar a bajar el desperdicio: Sí.

13 (14). Congelación de gastos y salarios. Es antitécnico y es recesivo, pero sin él caeremos más rápido en la olla; voto "sí" aunque respeto el "no" de los empleados públicos.

14 (15). Partidos y listas. Mejora un poco lo de partidos y en cambio revive la feria de avales a las que le puso fin la reforma política; no puedo decir sí ni puedo decir no.

15 (18 en el tarjetón). Vigencia de las reformas. Muy gracioso sería que esta pregunta no tuviera los votos requeridos, y todas las medidas quedaran en el limbo. Voto sí.

El referendo-plebiscito también desfiguró las elecciones locales, a punto tal que el Presidente está vetando a ciertos candidatos y apoyando a otros, a veces sin completo disimulo. Esta parcialización del gobierno es un pésimo augurio y no deja más opción que votar por Garzón a la Alcaldía: Castro habría sido el mejor para Bogotá, pero Lucho es lo mejor para Colombia.

Me resta un solo voto y es el voto donde tengo menos dudas. Es por un hombre limpio que tiene la ciudad en la cabeza y tiene claro lo que queda por hacer; es por Carlos Vicente de Roux (lista 55, renglón 2) para el Concejo de Bogotá.