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Voto en blanco al Parlamento Andino

El voto en blanco por el Parlamento Andino es la forma más efectiva de mostrar lo indignados que estamos frente a la excesiva burocratización de las relaciones andinas.

José Manuel Acevedo M., José Manuel Acevedo M.
4 de enero de 2014

Así como en mi columna pasada (vea aquí) les decía que sí hay por quién votar para la Cámara de Representantes y el Senado en las distintas listas que los partidos han presentado, debo afirmar con la misma contundencia que en el caso del Parlamento Andino la única alternativa sensata será votar en blanco.

Como el Gobierno no logró persuadir a los partidos y movimientos para abstenerse de presentar listas a esa moribunda corporación, y tal parece que la Corte Constitucional no tendrá tiempo para dejar en firme la ley que elimina las elecciones populares para el Parlamento Andino, a los ciudadanos nos queda sólo una herramienta para impedir que algunos ilustres desconocidos sigan disfrutando de la burocracia más inútil del mundo, ganándose los sueldos menos merecidos de todos y haciéndonos a los colombianos gastar un platal en el mantenimiento de ese detestable paquidermo. Esa alternativa se llama voto en blanco.

Si el voto en blanco supera los sufragios que obtengan los aspirantes al dichoso Parlandino, lo que el ordenamiento jurídico prevé es que las elecciones se deberán repetir.

¿No sería ese un doble desperdicio de dinero entonces? se preguntarán algunos. La respuesta es que para cuando hubiese que repetir esos comicios, la Corte ya habrá dado luz verde a la ley que elimina la elección popular de parlamentarios andinos y, en consecuencia, todo aquel que quiera postularse quedará viendo un chispero y los colombianos habremos hecho efectiva nuestra protesta enérgica en contra de una corporación que nada bueno nos ha dejado y mucho nos ha costado.

Como si faltaran razones para no querer que se posesionen cinco nuevos comodones parlamentarios andinos cuyos sueldos equivalen cada cuatro años a más de 6.000 millones de pesos, bastaría darles una mirada a algunos de los nombres y hojas de vida de los 23 candidatos que este año aparecerán en el tarjetón.

Dos políticos conservadores que saben bastante de manzanilla en los departamentos de Antioquia y César, pero muy poco de integración andina y de relaciones internacionales, aspiran a convertirse en parlamentarios andinos por el partido conservador.

El histórico Jaime Dussán espera recaudar votos a nombre del Polo Democrático, el mismo partido que dejó desbaratado cuando se empeñó en apoyar la corrupta administración de Samuel Moreno en Bogotá.

¿Y qué me dicen de un señor que se llama Édison Bioscar Ruiz, a quien en Cali conocen como el más fiel escudero del tenebroso excongresista Juan Carlos Martínez Sinisterra? Ahí está el señor Ruiz en la lista al Parlamento Andino después de conceder una entrevista al Diario de Occidente, en septiembre del año pasado, reconociendo su ‘amistad incondicional’ con el parapolítico Martínez.

Pero no son sólo los candidatos, es el sinsentido de votar por una institución que los cancilleres de Perú, Ecuador, Colombia y Bolivia ya han acordado eliminar.

El voto en blanco por el Parlamento Andino es la forma más efectiva de mostrar lo indignados que estamos frente a la excesiva burocratización de las relaciones andinas. Votar en blanco en esta elección en particular es decirles a ciertos políticos que queremos más plata para la educación y menos para sus injustificados sueldos. Votar en blanco para el Parlamento Andino es saber que hicimos lo que nos correspondía. ¡Pasemos el mensaje!


En Twitter: @JoseMAcevedo

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