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Voto por la paz de Santos

Aunque el proceso de paz ha sido largo, dispendioso, y sin rumbo para muchos, para la gran mayoría de los colombianos es esperanzador.

Javier Cruz, Javier Cruz
14 de junio de 2014

El expresidente Alfonso López Michelsen en una de sus tantas reflexiones que ponía a pensar al país sostuvo que a las Farc se les debería doblegar militarmente para obligarlas a sentarse a la mesa de negociación: hoy, en parte es cierto, y digo en parte porque aunque no se conocen todos los detalles de la negociación los hechos que se tejen en La Habana hoy permiten pensar que por lo menos hay una ilusión de paz después de una guerra frenética de mas de 50  años, en búsqueda de la reconciliación.

Seguramente, el país se encuentra en la disyuntiva de apostarle a la guerra o al sueño de la paz, prefiero lo último.

No se trata de hacer una defensa a ultranza del gobierno de Juan Manuel Santos: aunque las locomotoras han caminado a media marcha, la situación del campo es marchita, las vías terciaras no existen y varios proyectos y reformas no pasaron mas allá del papel, el propósito de buscar una salida negociada al conflicto es mérito suficiente para apostarle a la paz y que sus enemigos se queden con los crespos hechos.

Es cierto, ha sido un proceso largo, dispendioso, para muchos sin rumbo, para otros sin futuro, pero para la gran mayoría de los colombianos esperanzador.

No hay duda, este es el momento, parece cerca, e interpretando el pensamiento de Alfonso López, combatir por décadas a la guerrilla en todos los rincones del país escondida en sus guaridas permitió que aceptara una mesa de negociación, oportunidad que hoy el país no puede desaprovechar por cuenta de una polarización para medir fuerzas y continuar generando violencia.

La guerra será una posibilidad que pocos quieren ver a pesar de discursos destemplados y sin fundamento de entregarle el país al terrorismo a la impunidad y a la violencia, condicionando un país ad portas de una dictadura disfrazada de títere para reinen episodios como un Agro Ingreso Seguro que benefició a los más ricos, la Yidis-Política engañando incautos para permanecer en el poder, la entrada de Job a la casa de Nariño con propósitos oscuros, las chuzadas del DAS para espiar a medio país, los falsos positivos asesinando jóvenes inocentes haciéndolos pasar por guerrilleros, una  reforma laboral que acabó con las horas extra de los empleados de poco más del salario mínimo y una adjudicación especial en las zonas francas de Mosquera; casi nada nos podría esperar, por todo lo anterior prefiero una paz por la vía del diálogo y no perder la paz interior con episodios que todos quisiéramos olvidar. 

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