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Ya que habla de culpables...

Semana
27 de agosto de 2001

Decía en días recientes Hernán Darío Gómez, director técnico de Ecuador, que la culpa del fracaso de la Selección Colombia era de la prensa bogotana. Lo que faltaba. Está bien que Gómez aproveche su cuarto de hora de gloria en el vecino país y ese fervor bolivariano que ha desatado en una Colombia amnésica. También es más que válido que apoye a su amigo del alma Francisco Maturana, quien sin duda acaba de ingresar al libro Guiness de los Records como el único técnico de la historia del fútbol mundial que en una sola eliminatoria hunde a dos equipos: Perú y Colombia. Como para Ripley, más bien. Pero bueno, la de los sucesivos fracasos del filósofo y profesor Francisco Maturana desde USA 94 hasta la fecha es otra historia.

Ya que Gómez se metió a buscar lo que no se le ha perdido y a acomodar culpables entre los que él considera sus enemigos y no entre los verdaderos responsables de este descalabro, sería muy bueno recordarle de dónde viene este legado de fracasos del fútbol nacional al que su amigo Maturana acaba de ponerle la lápida.

El hoy dios de los ecuatorianos sin duda olvida (porque le conviene) que la decadencia del fútbol colombiano comenzó el 5 de septiembre de 1993, cuando Colombia le ganó 5-0 a Argentina en Buenos Aires. A partir de ese momento Colombia entró en una —al principio imperceptible— decadencia que se hizo mundialmente evidente cuando Rumania y luego Estados Unidos derrotaron a Colombia en Los Angeles y de ese modo la autoproclamada "mejor selección de fútbol del mundo" fue la primera eliminada del Mundial de 1994.

En ese momento Hernán Darío Gómez, quien fue nombrado sucesor de Maturana en el cargo de director técnico de Colombia, tuvo la gran oportunidad de su vida. Era el sucesor natural de un proceso que, a pesar de aquel traspiés inesperado, ante todo había sido exitoso y muy benéfico. Es más, aquellos seis años del proceso Maturana (con un pequeño pero importante aporte de ‘El Chiqui’ García en la Copa América de 1991) fueron, de lejos, los mejores de la historia del fútbol colombiano. Gracias a Maturana Colombia estuvo en la antesala de la élite del fútbol mundial. Su fútbol era respetado y admirado en el mundo entero y esa es una deuda de gratitud que Colombia entera le guarda a aquella etapa del proceso Maturana. Por su trabajo en esos seis años Maturana se convirtió en el personaje más importante de la historia del fútbol colombiano.

Pues bien, como sucesor natural y obvio de Maturana, a Gómez le correspondía revisar las causas del fracaso en USA 94, hacer algo de autocrítica, recuperar el sendero momentáneamente perdido y, mucho más importante aún, comenzar a buscar y promover nuevos jugadores que le dieran continuidad al proyecto, iniciar una transición que permitiera, en un plazo de dos o tres años, darles experiencia internacional a los que serían los sucesores de la generación de Carlos Valderrama y Leonel Alvarez.

Pero no, Gómez prefirió la fácil: buscar culpables en "los enemigos de Antioquia" y, de paso, aprovechó para copiarle a su maestro Maturana, que en aquel entonces comenzaba a buscar refugio y consuelo en "la filosofía", la manía por las frases rebuscadas que no significan nada. ‘Bolillo’ hizo del lenguaje soez y el insulto personal sus principales y únicas herramientas para debatir las ideas. Se arropó en la indulgencia que siempre recibió por parte de la crónica deportiva de radio y de televisión (en especial la de Antioquia y el Viejo Caldas), mantuvo en la Copa América de 1995 el mismo equipo sin hambre de triunfo que jugó el mundial con el argumento de que ellos eran los únicos que podían ganar el torneo (no se ganó, por supuesto) y luego vino el marasmo colombiano que trajo como consecuencia una lánguida clasificación a Francia 98 más por la irregularidad de los rivales que por méritos propios. En tiempos de Gómez el fútbol colombiano se volvió soso, anticuado, repetitivo. Sus estrellas, Valderrama, Asprilla y Rincón, se convirtieron en unos oscuros burócratas que lucían fastidiados y aburridos cada vez que se ponían la camiseta de la selección.

El remate de su "campaña admirable" fue la vergonzosa actuación de Colombia en aquel mundial, en el que Colombia hizo historia por el grotesco escándalo de Asprilla en un cabaret de París. Bueno, ya que tanto le molestan al Bolillo los periodistas bogotanos, qué bueno sería que recordara que el único gol que anotó Colombia en aquel mundial lo hizo Léider Preciado, un jugador que él convocó a la selección a última hora presionado por la prensa bogotana.

Ah, otra cosa: en Francia 98 ‘Bolillo’ tuvo en el banco a Iván Ramiro Córdoba para darle la titularidad al Chaca Palacio. En fin, son tantas las minucias que uno podría encontrar acerca de la gestión del ‘Bolillo’ Gómez al frente de los destinos del fútbol nacional... Pero bueno, mejor dejarlo de ese tamaño y que el nuevo dios del Cotopaxi y el Chimborazo aproveche su cuarto de hora para repartir culpas a su acomodo. Si eso lo hace feliz... Pero eso sí, una recomendación final: que aproveche muy bien este cuartico de hora porque, con esa selección ecuatoriana tan mediocre, nada de extraño tendría que le vaya igual o aún peor de lo que le fue con Colombia en Francia 98.



*Editor cultural de Semana

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