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La izquierda retro

La cultura política está mutando y el viejo orden agoniza.

Yezid Arteta, Yezid Arteta
11 de septiembre de 2015

El epígrafe no puede ser más elocuente: “El que quiera restaurar el comunismo no tiene cabeza; el que no lo eche de menos no tiene corazón”. La frase es atribuida a Vladimir Putin y citada por Emmanuel Carrère en Limonov, la obra con la que el autor francés ganó el codiciado Prix des Prix 2011. Las nuevas generaciones no sólo se apropian de la estética y la moda retro o vintage sino también de las ideas políticas que transformaron la economía del siglo veinte y llevaron el bienestar social a las clases trabajadoras.

En los lugares menos pensados salta la liebre: en los centros mundiales del capital financiero. Lo que en principio parecía una tomadura de pelo se ha vuelto un dolor de cabeza para el mundo de las corporaciones. Los ricos fruncen el ceño y empiezan a mirar con recelo a Bernie Sanders y Jeremy Corbyn, dos líderes antitodo que por estos días vienen animando la previsible política anglosajona. El sábado 12 de septiembre (10:30 GMT) Corbyn podría quedarse con la jefatura de los laboristas ingleses. Sanders, quien aventaja a Hillary Clinton en New Hampshire, tiene posibilidades reales de ganar las primarias del Partido Demócrata de los Estados Unidos. Dos líderes que se reclaman socialistas y piden una revolución política y ciudadana contra el Establishment.

En octubre son las elecciones locales en Colombia. Salvo unos cuantos jóvenes entusiastas que van asomando la cabeza por las lindes del sistema todo lo demás es un cuento obsoleto y adormecedor. Hay miles de candidatos pero pocas ideas o ideas anticuadas. La política colombiana es una sopa de letras. Las viejas y las recién envejecidas abreviaturas políticas navegan a la bartola sobre una capa grasienta. Para nadie es un secreto que la derecha gusta de ese caldo rancio, mantecoso. Allá ellos. Lo peor es que buena parte de la dirigencia de izquierda quedó anestesiada por el sistema o cayó en una especie de amnesia que les hizo olvidar el abecé de la lucha.

En Inglaterra, donde inició la Revolución Industrial, el íntegro Jeremy Corbyn, luciendo su gorra estilo Lenin y su barba de Obi-Wan Kenobi, ha entusiasmado al electorado joven que no da crédito a los operadores políticos tradicionales que están desmantelando el estado de bienestar. La gente que nos gobierna no es válida, parecen decir sus tiernas miradas. Corbyn se opone a las privatizaciones y critica la enseñanza privada de élite. Los trabajadores y los pensionistas tienen la esperanza de que Corbyn llegue al número 10 de Downing Street, la residencia del Primer Ministro, para que suba los impuestos a los ricos y recupere el decoro de la clase obrera, los intelectuales y los artistas. No hay ambigüedad en su vida pública y su discurso.

Ambigüedad. Nada más perjudicial para la izquierda colombiana que las ambigüedades. Debido a cierto complejo de inferioridad una parte de los líderes elegidos por las listas de izquierda se fueron desvaneciendo ideológicamente. Si algo definió al extinto maestro Carlos Gaviria fue su coherencia de principios durante su bitácora de vida. Brillante intelectual. Hay, en oposición, miembros en las jefaturas del Polo y otras agrupaciones similares que no son reconocibles y afean los dominios de la izquierda. La ciudadanía usa un listón más exigente a la hora de juzgar a los cargos de la izquierda. Así debe ser. La izquierda colombiana debe resolver ese déficit si quiere dirigir a todo un país.

En los Estados Unidos, donde una placa perpetúa a los Mártires de Chicago, Bernie Sanders atiende los reclamos del movimiento Occupy Wall Street y eleva su voz en defensa del 99% de la gente norteamericana y demanda límites a la codicia del 1% de multimillonarios. “Estamos asqueados de la guerra contra las familias trabajadoras” vocifera Sanders por un megáfono ante un piquete de huelguistas. Hace mucho tiempo que un candidato a la Casa Blanca que, se niega a aceptar contribuciones de las corporaciones privadas, no llenaba estadios y coliseos como lo viene haciendo Sanders en ciudades como Dallas, Phoenix o Los Ángeles. Miles de jóvenes apasionados. Sanidad pública universal, lucha contra el cambio climático, educación superior gratuita, fin de las rebajas fiscales para los ricos, son algunas de las propuestas de Bernie Sanders, un socialista que pareciera recortado de Me casé con un Comunista, la novela de Philip Roth. En estos tiempos de crisis no cabe lo superfluo.

Superfluo. Superflua resulta una campaña de la izquierda colombiana anclada en los sucesos del pasado tal como si el presente no existiera y el futuro menos. Las nuevas generaciones desean saber qué piensa la izquierda sobre sus problemas cotidianos. No se trata de llevar a los mítines representaciones de cartón de los que han sido asesinados cobardemente por sus ideas sino la de exponer las valiosas ideas por las que los mataron. No se trata de armar un barullo por un coche blindado sino la de armar un barullo por los derechos del 99% de los colombianos. No se trata de acomodarse al sistema sino la de volverlo patas arriba por medio de la lucha pacífica.

La cultura política está mutando. El viejo orden agoniza. La mayoría de los chicos y chicas entre los 15 y 25 años son activos en las redes sociales y se informan por canales no convencionales. Las nuevas generaciones no quieren coches que contaminen. Desaprueban a las élites compartimentadas de la vida callejera y cotidiana. Miran con desconfianza a las organizaciones jerarquizadas y autoritarias. No les parece democrático que una persona permanezca años y años en un cargo de elección popular. Viajan a través de modos baratos y alternativos. Son felices luchando en la calle y aborrecen el muñequeo en las oficinas. La izquierda que sepa adecuarse a ese tablero de valores tendrá chance: la izquierda retro. Todo lo demás se disolverá en el aire.

En twitter: @Yezid_Ar_D

Blog: https://yezidarteta.wordpress.com/author/yezidarteta/ 

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