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45 años

Semana
28 de noviembre de 2008

Supongo que si publicara en Facebook la foto de la celebración imaginaria de cuando cumpla 45, algún observador desprevenido podría pensar que se trata de la formación de un equipo de fútbol. Encontraría gente seria distribuida de la siguiente manera: nosotros, los mayores, sentados en la primera fila, en el sofá por supuesto, mientras la juventud se ubicaría por detrás y a los lados, exhibiendo su elasticidad. Y si fuera un video: sonaría en el fondo música de cámara, probablemente de Beethoven; también figuraría el menú, vol au vent con una copita de vino rosado, y para el postre, un durazno en almíbar; seguido de una siesta.

 

Sin buscar lo positivo en medio de lo negativo, como lo haría cualquier libro de autoayuda, quiero informarles que solamente son 45 translaciones, unos pocos recorridos de la Tierra alrededor de la órbita solar. Un instante, en tiempo geológico. Por otro lado, para un mamífero pequeño sería una eternidad, digamos, para un cuscus manchado -un vegetariano que mide medio metro de largo, pesa hasta seis kilos, habita selvas tropicales de Nueva Guinea, se aparea todo el año y tiene gestación de trece días, seguida de siete meses en la bolsa materna, como un canguro. La hembra es gris, mientras el macho también tiene color almendra; es motoso, con delgada cola larga, cara redonda, hocico corto, ojos pequeños con bordes rojizos y orejas pequeñas. Hasta aquí la anotación ambientalista, ahora regresemos a las reflexiones desde el reposo de la madurez-. Debo confesar que no sé si para un humano es mucho o poco tiempo, cómo imaginarlo, tendría que llegar ese día para experimentarlo.

 

De todas maneras, el cuerpo cambia. Ahora forma parte del grupo etáreo de la presbicia, donde se hace probable encontrar disfunción eréctil, enfermedad coronaria, hipertensión arterial, diabetes y prostatismo; aparecen incrementos de colesterol y ácido úrico, al igual que calvicie, canas, arrugas y dispepsia. A esta edad muchos ya sabemos qué significa histerectomía, vasectomía y mamoplastia. Se trata del preámbulo de tiempos de osteoartrosis, diverticulosis y cáncer. Se facilitará comprender las implicaciones para la salud, de las leyes de la termodinámica: todo sistema tiende hacia el desorden, a niveles de menor energía; en los cambios progresivos se hace evidente el aumento de la entropía, la vejez. A veces duelen las manos, luego los codos, en ocasiones la espalda y, de tanto en tanto, las rodillas. ¡Sin explicación aparente! No queda duda, solo hay una manera de existir, entre una infinidad de alternativas que jamás se conocerán. Debemos aceptar nuestras limitaciones, así se disponga de la tecnología más avanzada para simular la apariencia de momentos que quedaron atrás irremediablemente.

 

Cuando llegué a la edad de Cristo, los 33, anuncié que dejaría de joder: de allí en adelante regañaría menos, toleraría y comprendería más; sería dócil y fiel como perro miniatura de una acomodada y solitaria dama madura. Al día siguiente, descubrí que era una meta inalcanzable. A mis 40, apareció el significado mágico y la euforia que producen los aniversarios múltiplos de diez, que hasta nombres tienen, entonces declaré filosóficamente: hoy supero la primera mitad de mi vida, la etapa de la domesticación y la educación, en que los mayores llenaron de información, a veces innecesaria, la cabeza del menor; empieza una nueva fase en que seré más libre, estaré mejor capacitado para diferenciar datos útiles, de inútiles; ¡se iniciará la época más interesante de mi vida! De nuevo, me equivoqué completamente, y en público, como el horóscopo.

 

A los 45, seré prudente. Pero a mi avanzada edad, redacto blogs sobre todo lo que se me ocurre, tengo un libro de cuentos por publicar y empecé a escribir una novela.

 

Eventualmente llegará la sabiduría, como una transacción a cambio de la juventud, al acumular conocimiento adquirido a partir de experiencias. Muchas situaciones ya se sortearon y se elaboraron innumerables duelos ante las pérdidas que vivir entrañó. Se aceptará que el mundo no se parece a lo imaginado, aún así, el universo seguirá siendo un maravilloso lugar desconocido en gran medida, lleno de sorpresas. Afortunadamente jamás se sabrá todo.

 

Definitivamente el contacto humano es el único remedio contra el tedio. ¡Doy las gracias a todos los que me rodean! Me quedan cuatro años para organizar una compleja parranda conmemorativa de este acontecimiento, que pronto sucederá.