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Algunas unicidades nos engrandecen, la diversidad nos obliga a crecer.

Semana
1 de junio de 2011

Hoy 1º de junio, cumplo años... Bueno y a quién le importa dirán algún*s y otr*s pensarán en felicitarme. Esto amerita un blog, será pregunta de un*s cuant*s más… cumplir años para muchos es motivo de tristeza porque se sienten más viejos, a mí por mi parte me gustan mis canas, y con el paso de los años sé que he crecido, bueno no precisamente de estatura pero si en algo de anchura, especialmente he crecido como ser humano; pero este post no es solo sobre la edad o los cumpleaños sino también sobre la diversidad, el crecimiento personal y el rol que juegan en nuestra existencia quienes se dejan amar.

 

Buscando crecer me he dedicado en los últimos años a estudiar; recientemente me han dado el doctorado en la Universidad de Alicante y siento que valió la pena dedicarme al estudio de la Enfermería y la cultura de los cuidados, fui recompensado con un sobresaliente **bleep** laude por “unanimida”,  así dice el texto en el que se evalúa la defensa que hice de mi tesis, las comillas son mías.

 

Mis estudios también se orientan a la interculturalidad (ahora hago un máster sobre políticas públicas e interculturalidad), un tema que se vuelve importante cuando yo no eres un autóctono sino un inmigrante, que es como nos llaman a quienes no somos comunitarios europeos, ni turistas. Nos llaman así para distinguirnos en nuestra latinoamericanidad, eso que todos ven pero que no existe, como tampoco la colombianidad, la bogotanidad o la chapineidad; no existe ni como concepto, ni como experiencia, pero si como motivo de exclusión, separación, marginación, en ello se basa la xenofobia. Ser reconocidos “inmigrantes” también nos distingue de los rumanos y los gitanos, estos últimos aun siendo españoles son aún menos reconocidos y por tanto, más excluidos. 

 

Nos separa de los otros la lengua y por supuesto la cultura, pero más bien la cultura no debiera separarnos sino enriquecernos en ese encuentro con el otro, ese otro que es difícil aceptar como una autentico otro.

 

Parte de mi integración como ciudadano en este país que me ha dado el asilo político y por orientación sexual (España), pasa necesariamente por aprender la nueva lengua, difícil situación cuando en algunas comunidades autónomas se hablan otras lenguas oficiales además del castellano; somos seres culturales, seres lingüísticos. El lenguaje es lo que somos, el vehículo con el que contamos nuestras historias, deseos, ilusiones. 

 

Esta diversidad étnica y lingüística a las que se suma la de ser un militante homosexual por supuesto son un espacio maravilloso de intercambio y reflexión, porque las unicidades nos engrandecen o nos hacen aún más insignificantes, pero la diversidad nos obliga a crecer.

 

En mi cumpleaños, ya paso el medio siglo, me alegra seguir creciendo, espero estar siendo mejor ser humano, mejor amigo, más cómplice, mejor acompañante, estar dando mejores abrazos y no dejar de conmoverme con las historias de otr*s. Me siento más intercultural, más integrado a seres que nunca pensé conocer; he hecho propio el lugar en que habito y mías las causas que antes eran de otros, que bueno sentir que somos útiles, pero que egoísta es poder serlo, porque casi siempre quien más crece cuando sirve es uno mismo.

 

Para cerrar este post un comentario que puso en mi Facebook el periodista colombiano radicado en Madrid, Álvaro Hernández “Claro que eres mejor ser humano... Tampoco lo tenías tan difícil, venías practicándolo de tiempo atrás”. Lo que más me alegra de recibir las palabras de Álvaro es que me dan una oportunidad para reconocer que son precisamente l*s amigos quienes más te obligan a crecer, en especial aquell*s que permanecen en el tiempo a pesar de las distancias físicas, porque las ¨distancias emocionales no existen si nos lo proponemos y las herramientas virtuales nos siguen dando la posibilidad de la presencia, que si bien no es física no por ello es menos real.

 

Gracias les digo a quienes me han dejado ser su amigo, porque los amigos y la familia (aquella para la que tu cuentas) son buenas razones para seguir viviendo con plenitud. Gracias a quienes me leen porque me ayudan a poner en papel mis reflexiones, gracias a quienes les movilizan mis opiniones la contradicción porque sus ideas y desacuerdos me ayudan a pensar-me. No les digo gracias a los violentos que me amenazaron de muerte y atentaron contra mi vida, porque si por ellos fuera no tendría este cumpleaños, pero aun así, su violencia me ha ayudado a crecer.