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Azcárate: un matón saca a otro matón

Semana
3 de agosto de 2012

Alejandra Azcárate, quien escogió como blanco de una columna de opinión a un grupo cuya autoestima depende de meses de dietas inútiles y una industria de cosméticos multimillonaria, es ahora la víctima.

 

Hipertensión, artrosis, lumbalgia, diabetes, dislipidemia, infarto, accidente cerebrovascular, depresión, cálculos en la vesícula y apnea del sueño son solo algunas de las complicaciones que puede traer la obesidad. No es de extrañar que los seres humanos tendamos a elegir compañeros con un fenotipo que nos de la esperanza de que una placa de colesterol no trunque la prolongación de nuestro material genético.

 

Vivimos en una cultura en la que se considera de mala educación no señalar antes que cualquier otra razón los kilos de menos, la piel bonita o los años que no pasan para halagar a una mujer. Por tanto la columna de Alejandra Azcárate no debía ser más que un recordatorio de aquella época escolar en la cual la bonita se reía de la gorda, mientras la gorda no veía otra opción que reírse de sus propios defectos antes de ser llamada “sapo desparramado".

 

Hasta la “Gorda” Fabiola trinó acerca de la columna. Porque las gordas merecen respeto, el respeto de las bonitas, pero no el de las gordas que se burlan de sí mismas y por extensión de las otras. Para un personaje que ha hecho carrera siendo el blanco de chistes sobre su obesidad, pareciera que el problema no fuera el mensaje sino el mensajero.

 

Y es que hora nadie puede mencionar su columna sin emitir un  gesto de apoyo hacia la pobre modelo que sufre las consecuencias de lanzar sus prejuicios maquillados de mala sátira en un país donde el sólo hecho de catalogarse como de izquierda o de derecha es meritorio de amenazas.

 

Pero para algunos la solución a una diatriba contra las gordas parece ser amenazar con tirarle ácido a su autora. Sólo una sociedad enferma produciría individuos que creen que arruinarle la carrera a una actriz quemándole la cara resarce el daño del pseudohumor de una columna de opinión.

 

Somos los herederos de una sociedad que creó autodefensas en algunos sectores rurales para acabar con las FARC y que pretendió silenciar la oposición masacrando uno por uno a sus miembros.