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Conversando sobre Bogotá

Semana
7 de marzo de 2009


En el Blog anterior, tuve la oportunidad de comentar el fenómeno que se está generando con la utilización de espacios virtuales como Facebook para expresar la insatisfacción de un numero creciente de ciudadanos con relación a los diversos problemas que afectan a Bogotá. En esta oportunidad quisiera referirme a aspectos específicos que corresponden a las principales fallas que aquejan a la capital.

Es evidente que  el tema de movilidad está en el primer plano de la lista de los temas que están afectando significativamente la calidad de vida de quienes vivimos en Bogotá. Lamentablemente, lo que hoy estamos viviendo, es el resultado de la forma equivocada con la que las administraciones de la ciudad manejaron este problema desde hace mas de cinco décadas. Por esto vale la pena recordar la historia que parece que se le ha olvidado a mucha gente, incluyendo al actual alcalde de la ciudad.

Cuando se contrató el Estudio de Competitividad para Bogotá en 1996, tuve la fortuna de acompañar muy de cerca a la firma Monitor en este proceso como miembro del Foro de Presidentes. Uno de los puntos mas reveladores del estudio tocaba el problema de transporte en la ciudad. Este trabajo desnudó la incapacidad para decidir y ejecutar  por parte de las administraciones de la ciudad hasta esa fecha.

Los consultores mostraron que el tema del Metro se comenzó a discutir desde 1942 cuando era Alcalde Carlos Sanz de Santamaría. En la primera administración de Antanas Mockus, 56 años mas tarde !!!,  se llegó a un acuerdo con el Gobierno Samper para acometer el proyecto. Por problemas claros de costos, que en su momento fueron documentados y que hoy se han olvidado, esta decisión se cambió cuando Peñalosa asumió la alcaldía de Bogotá.

Así fue que nació Transmilenio que se concibió como un sistema integrado de transporte. A partir de las experiencias exitosas de Quito y Curitiba en Brasil, la administración Peñalosa, estructuró un plan ambicioso para transformar el paradigma del transporte en Bogotá. Mas allá de los profundos cambios del entorno que las obras requeridas generaron, lo mas sobresaliente fue demostrarle a los transportadores que había otra forma mas rentable y de mucho mejor calidad de prestar su servicio a la ciudad.

Lo que hizo que Transmilenio se convirtiera en un modelo a nivel internacional que muchas ciudades decidieron imitar, fue la creatividad que se tuvo para diseñar el sistema, la capacidad de gestión con el cual se ejecutó y la visión que se tuvo como solución adecuada a los recursos financieros de la Nación y de Bogotá.

Pero el Plan requería continuidad para que fuera una verdadera solución a los problemas de movilidad de la ciudad. Antanas Mockus lo entendió así y por esta razón mantuvo la administración y los derroteros definidos en la alcaldía anterior. La chatarrización de buses viejos, la incorporación de nuevas rutas y un manejo impecable gerencial, eran requisitos fundamentales para el logro de los objetivos del sistema. También se necesitaba de ajustes creativos complementados con la construcción de nuevas vías acordes al crecimiento de la ciudad.

Lamentablemente en la siguiente administración de Lucho Garzón, se ignoró el aprendizaje anterior. No se cumplió con el programa de retiro de buses viejos, se dilato la decisión de la Carrera 7a y de las siguientes troncales y se bajó la guardia en la gestión


del sistema. En materia de nuevas vías tampoco se avanzó mientras que, impulsado por un crecimiento económico sin antecedentes, el parque automotor se duplicó en la ciudad.

 El alcalde Moreno salió elegido por su propuesta del Metro para Bogotá. Mas de 900,000 habitantes de la ciudad, decidieron darle el mandato a Samuel privilegiando su discurso de no mas pico y placa y si al Metro, dando la espalda a  la capacidad de gestión reconocida de Peñalosa que transformó a la capital. Hoy, muchas estas personas se deben de estar cuestionando la validez de su decisión.

La verdad comienza a ser evidente. Para resolver esta situación se requiere de mucha imaginación y capacidad de gestión, dos atributos que hasta ahora para un grupo creciente de ciudadanos, la administración actual no a demostrado tener.  Esta realidad explica la percepción tan negativa de la gente con respecto al desempeño de Moreno como alcalde. El problema es que el malestar está creciendo exponencialmente y no se ve una solución en el horizonte que cambie nuestra realidad.

No quiero terminar esta nota con un toque de pesimismo. Quisiera hacer una invitación a las personas que tengan ideas para que, junto con grupos de investigación en universidades que tengan especialización sobre el tema del transporte, se pueda configurar un  grupo para estudiar propuestas sencillas que se puedan implementar rápidamente. Se podría hacer un concurso a la mejor propuesta. Esta  debería estar acompañada de iniciativas de fondo sobre un problema que cada día que pasa hace mas invivible a Bogotá.