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Cristianos: Ombligo del mundo.

Semana
18 de septiembre de 2008

Suelen preocuparme algunas apreciaciones de ciertos lectores cristianos quienes comentan en mi blog, como lo son, entre otros, Nicolás y alguien que firma como estrategia publicitaria, es decir con nombre de pagina Web: www.couragelatino.com
 
La ignorancia es atrevida, bueno Nicolás ha leído bastante, según parece, pero su estrategia comunicativa dista mucho del amor cristiano que predica; la violencia y agresividad verbal están presentes en todos sus comentarios. En algún momento un “acto de contrición” lo llevó a autocensurarse y propuso, con motivo de la paz, una tregua en su agresión: bueno le alcanzó para menos de lo que dura una idea de la guerrilla colombiana. Yo realmente no escribo para ofenderte Nicolás, si esto sucede, es problema tuyo, que le das mucho valor a lo que escribo.
 
Con Nicolás el debate es imposible: la verdad, que es relativa y probabilística, en él es única; es más infalible que su Dios. A él y a couragelatino quiero decirles que la idea de que el amor es una emoción ni siquiera es mía, la retomo de otros teóricos (entre otras cosas, además de marica soy sociólogo, filósofo, sexólogo, también tengo un master en educación, una especialización en gerencia de proyectos educativos y actualmente curso simultáneamente dos doctorados: Enfermería y cultura de los cuidados y Psicopedagogía).
 
Les invito a leer las fuentes: Urquieta, M de la L. (2002). Amor y democracia. Conversando con Humberto Maturana en: www.paginadigital.com.ar/articulos  
Maturana, H. (1996). Desde la biología a la psicología. Editorial Universitaria. Santiago.
Maturana, H y Varela, F. (1990). El árbol del conocimiento. Debate. Madrid.
Maturana, H. y Varela –Zoller. (1994). Amor y juego, fundamentos olvidados de lo humano Instituto de terapia cognitiva. Gerda. Santiago.
Maturana, H. (1997). Emociones y lenguaje en educación y política. Dolmen. Bogotá.
Goleman, D. (1996). La inteligencia emocional. Javier Vargas Editores S.A.
Mi tesis de Maestría de Educación, en la Javeriana, en la biblioteca de dicha universidad, denominada “Estrategias para la Formación en la Convivencia Democrática”, en coautoría con Gabriela Luna.
 
Y ahora si, el tema que me interesa: Prefiero la lealtad al amor
 
El día del amor y la amistad es un día comercial ya lo sabemos, pero también puede ser un espacio para reflexionar sobre lo que nos une y separa con los que son nuestros amigos y aquellos que creen serlo.
Un amigo quien siente que el amor por su pareja se acabó, me preguntó si era necesario hacer un esfuerzo para que el amor resurgiera, yo le contesté que en ese caso lo que tendría por su pareja ya no sería amor sino esfuerzos; pero también le dije que creo que debe pensar en la importancia de la lealtad.
 
Cuando la lealtad que nos une a los y las demás se acaba ya nada tiene sentido. El amor es una emoción que nace en el momento del encuentro con el otro o la otra; cuando la otra persona me genera, no la emoción del amor sino la del rechazo o la indiferencia, me encuentro imposibilitado para establecer los vínculos del amor.
 
Lo que si puedo hacer es reconocer a ese otro como un auténtico otro y darme cuenta que puede dejar de ser indiferente y asumir, que el rechazo me lleva a no aceptar que la otra persona tiene derecho a explicar, emocionarse y vivenciar la cotidianidad de una manera tan única y particular como la mía.
 
La lealtad es el cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien; bueno, supongo que de una mujer de bien, igualmente puede esperarse algo similar. La fidelidad es la “observancia de la fe que alguien debe a otra persona”; y la fe, es la “confianza, buen concepto que se tiene de alguien o de algo”. Se puede no sentir amor, pero ello no conlleva dejar de ser leal; la lealtad es lo que separa o une a las personas.
 
Mientras yo no sea leal, el amor no tiene sentido, es una emoción falsa; el amor se soporta en la lealtad. No tengo que amar a los y las demás, aun cuando si debo ser leal; ser agradecido con esos otros y otras que me permiten creer en ello. Para que esa gratitud permanezca, no puedo crear las condiciones para que el otro pierda su fe en mí. Ese es un compromiso ético, no con los otros, sino consigo mismo.
 
Obrar bien es la mejor manera de tener amigos, de que cada vez que me encuentre con ellos surja el amor y que cada vez que haya un desencuentro, la otra persona valore la importancia de seguir siendo mi amigo.
 
Por eso prefiero la lealtad, porque es la base del amor, pero si el amor no surge, por lo menos puedo ser un buen amigo, y seguir siendo un buen amigo aun cuando muera el amor.