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De la Bisexualidad y otros demonios ¿Las famosas que dicen serlo son realmente bisexuales?

Semana
31 de agosto de 2012

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Semana.com ha publicado esta semana el artículo “Las más hermosas actrices que admiten ser bisexuales” en la que aparece un listado de bellas que afirman tener relaciones sexuales tanto con mujeres como con hombres, otras que tienen relaciones afectivas y genitales y algunas pocas que tienen una identidad bisexual.

 

Pareciera por el contenido de la nota que si se es bella y famosa todo estuviera permitido y que el hecho de que los hombres fantaseen eróticamente con estar con dos mujeres al mismo tiempo y ver lo que sucede entre ellas haga que la cuestión se acepte con más facilidad. Bastante machista y misógino este rollo porque si realmente hubiera aceptación pues esta abarcaría en iguales condiciones a un hombre que afirma tener similares preferencias.

 

En una reciente investigación que realicé en Alicante, España, uno de cuyos cuestionarios fue aplicado por mujeres identificadas como lesbianas a otras mujeres a quienes las encuestadoras asumían lesbianas, me encontré con algo bien interesante: un buen número de ellas afirmaba haber tenido relaciones genitales tanto con hombres como con mujeres y se identificaban bisexuales o heterosexuales, no como lesbianas.

 

Pensé en ese momento en crear una categoría para el análisis a la que denominé “follibolleras” (En España las lesbianas se denominan a sí mismas bolleras); la definí como “mujeres que follan con otras mujeres pero que no tienen para sí mismas una identidad lésbica”.

 

Cabe destacar que la identidad no se construye únicamente a partir del/la sujeto con la que se tiene la relación genital, sino que son determinantes otros factores tales como el deseo, el erotismo, la afectividad y muy especialmente la conciencia de sí en dicha identidad.

 

Quiero decir que algunas de esas mujeres encuestadas afirmaron sentir deseo por otras mujeres, erotismo con otras mujeres, haber tenido relaciones genitales con ellas e incluso relaciones afectivas que llegaron a la convivencia, pero aun así su identidad no era lésbica sino heterosexual o bisexual.

 

La importancia de definir la bisexualidad

Afirma ONUSIDA que “Una persona bisexual se define como aquella que se siente atraída por hombres y mujeres, y/o que tiene relaciones sexuales con hombres y mujeres, lo cual se considera una identidad cultural. Se debe utilizar las expresiones «hombres que tienen relaciones sexuales tanto con hombres como con mujeres» y «mujeres que tienen relaciones sexuales tanto con mujeres como con hombres», salvo que las personas o grupos en cuestión se identifiquen como «bisexuales»”.

 

Esta definición de ONUSIDA es muy pobre en cuanto se centra en la genitalidad y olvida otros aspectos fundamentales. Yo afirmo que se denomina orientación sexual bisexual a la de una mujer (biológica, optada o transformada) o un hombre (biológico, optado o transformado) que orienta sus deseos, afectos, genitalidad y eroticidad tanto hacia mujeres biológicas, optadas o transformadas como hacia hombres biológicos, optados o transformados; y que dichas personas además tienen conciencia de dicha identidad y hacen de esta un proceso autoafirmatorio.

 

La identidad sexual no es tan lineal como se piensa

La identidad de orientación sexual no es fija sino móvil por cuanto al cambiar el significante y/o el significado con relación al cuerpo, al sexo y/o al género, igualmente la identidad se transforma. La movilidad de la identidad, sistémicamente hablando, hace referencia a la posibilidad que existe de que la identidad cambie en el tiempo, a partir de las relaciones sociales y por inter-influencia, interrelación e interdependencia con el medio, la cultura y la sociedad; como también por procesos propios de construcción identitaria relacionados con el género y el cuerpo como lo pueden ser la identidad transgénero y la identidad transexual.

 

Mejor dicho veamos un ejemplo: una persona que se crió en la masculinidad y se identificaba inicialmente como hombre se relacionó afectiva y genitalmente con hombres biológicos y tuvo una identidad de orientación sexual homosexual durante un muy buen periodo de su vida. Con el paso del tiempo dicha persona se descubre fémina, se vivencia en femenino y transita, apoyada por una operación de cambio de morfología genital, implantes de silicona y tratamiento hormonal, a ser mujer. Como neomujer esta persona se relaciona sexual y afectivamente con hombres heterosexuales y se asume a sí misma en una identidad heterosexual, pero se descubre atraída por mujeres, tiene algunas experiencias genitales con ellas aun cuando no se asume bisexual, simplemente considera que ella lo hace con personas que le atraen sin que importe su género y actualmente prefiere no definirse en una orientación sexual en particular.

 

La actriz Natalie Portman, en el citado artículo de Semana, reveló que cuando era más joven, creía que todo tiene que ver con la persona de la que te enamoras y no del género y, por eso, no habría que “renunciar al 50 por ciento de la gente”.

 

Últimamente se le viene dando peso a esa idea algo queer en la que no nos enamoramos de una persona con un sexo en particular y de manera excluyente, sino de lo que ella nos representa en el momento en que se construye el vínculo.

 

Este tipo de vivencias son la razón por las que afirmo que la sexualidad y la identidad son móviles. De ahí que en la definición que planteó para la orientación sexual en algunos de mis textos, se recalque que el ser hombre o el ser mujer no necesariamente responde a la biología sino que se hace necesario que se incluyan las posibilidades de la opción y la transformación.

 

No sé si Angelina Jolie, Megan Fox, Evan Rachel Wood, Lindsay Lohan o Lady Gaga son realmente bisexuales y realmente no me importa. Una cosa es la identidad social, esa que ponemos a los otros a quienes no conocemos y otra, la identidad particular, la que cada uno tiene de sí mismo.

 

Algunas veces los imaginarios sexuales populares sobre las “estrellas” despiertan tanto morbo que logran que ciertas personalidades públicas alimenten las fantasías sexuales aportando comentarios “íntimos” como una manera de estar vigentes en el mercado de la imagen.

 

La identidad de orientación sexual no suele definirse por un acto genital, pero no puedo negar o afirmar que ello sea así; conozco personas que han definido dicha identidad y nunca han tenido contactos genitales, ni relaciones amorosas, tan solo deseos que no llegaron al erotismo, pero aun así tienen perfectamente claro lo que “están siendo”. Digo claro lo que “están siendo” porque sabemos lo que hemos sido hasta ahora pero no tenemos claro lo que nos depara el futuro, en amores, deseos, erotismos e intercambios genitales el momento, el lugar, la emoción del momento y la otra persona juegan un papel determinante en dar ese paso que nunca pensamos podríamos dar.

 

Imagen tomada de http://www.theclinic.cl