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De porque sí se les puede pegar a las mujeres!

Semana
24 de agosto de 2011

Mi Butaco Por Mauricio Navas Talero

 

En Londres, en esa esquina de Hyde Park,  llamada Speaker’s Corner, los fines de semana se para cuanto loco anda suelto, se encarama en un butaco y se dedica a despotricar de cuanto le da la gana.  La lógica es la siguiente:  En La Gran Bretaña la ley prohíbe hablar mal de la reina en suelo Inglés, entonces los insatisfechos llevan su butaco y encaramados sobre lo que los separa del suelo Ingles escupen ante un auditorio de transeúntes su discurso que pocas veces es contra le reina, en cambio se ocupan de todo lo que se les antoja como injusto, y en realidad, nadie les para bolas pero siempre tuve la idea de que se van a la casa con una sonrisita que es la que espero que se me dibuje en las comisuras con cada uno de mis escritos en este espacio.

 

¡De porqué sí se les puede pegar a las mujeres!!!

Afortunado accidente éste, de Un Bolillo cascándole a una señora. (En realidad, desde niño, he visto mucho bolillo pegándole a gente que no se puede defender). Y digo afortunado porque “a la brava” ha puesto en boca un tema delicioso: ¡La legitimidad de la violencia!

No hay duda de que lo que irrita a quienes irrita es que el personaje agredido haya sido una mujer por cuenta de un “macho”, porque si el señor Gómez le hubiera pegado al amigo que lo acompañaba esa noche, el asunto no nos estaría ocupando, porque la violencia entre sexos iguales parece legítima. Tanto, que si quien le hubiera pegado a la señora que estaba con El Bolillo hubiera sido la esposa del mismo, seguramente las páginas de los periódicos se habrían llenado de chistes y los aullidos de las feministas habrían sido de todas maneras contra el director de la selección nacional de desastres, digo futbol, por perro, pero no contra la agresora porque, vuelvo y digo, en este país se legitimó cierta forma de violencia.

¿O cómo sería si el presidentillo aquel, en lugar del “le rompo la cara, **bleep**” hubiera dicho “le rompo la cara, mijita”?

Que no hay violencia legítima es una perogrullada que todo el mundo acepta pero que a nadie moviliza. En la calle, la gente se para a ver peleas no para impedir la reyerta sino para ver quién gana.

¡NO AL RACISMO, NO A LA DISCRIMINACION POR ORIENTACION SEXUAL, NO A LA VIOLENCIA, RESPETO A LA VIDA, NI CON EL PÉTALO DE UNA ROSA, A NADIE!!! Solo que para que el discurso tenga fuerza hay que respaldarlo con autoridad moral y frente a la violencia, las mujeres la han perdido, ¡SÍ, la autoridad moral! Porque la más ilegítima de las violencias es aquella que se aplica a quien no se puede defender y siento pesar al decir que las mujeres ya no son símbolo de indefensión, y es un pesar digo, porque por ser ellas las portadoras de la vida deberían ser emblema de paz y no de violencia o de muerte; pero la cosa cambió, y todo esto lo entendí el día que vi en la calle a una mujer con uniforme militar y con un arma al cinto amedrentando a un caminante, posiblemente un delincuente, pero la imagen de una mujer usando la fuerza y el respaldo de las armas me reveló que el camino que andamos ha alterado una imagen que corresponde a dimensiones que aun no sé cómo rotular; pero lo cierto es que es por su naturaleza biológica que la mujer es el estuche de la vida. No es un invento ni mío, ni de los curas, ni de los machos, y ser la portadora del embrión le da una vulnerabilidad indiscutible, no me imagino a una mujer embarazada en los olímpicos de boxeo, por ejemplo.

No me atrevo a pronosticar qué va a pasar en el futuro con esta evolución de los roles, tampoco acepto ninguna forma de violencia física o mental. Soy partidario de que a Hernán Darío Gómez se le sancione tan ejemplarmente como su lugar en la sociedad lo merece, pero dejo constancia de que pegarle a una mujer no es una falta superior a la de pegarle a nadie, eso fue así alguna vez, pero ya lo dejó de ser.

Por lo pronto, limitémonos a no pegarle a nadie.