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!Dejémonos de historias!: Una reflexión profunda sobre nuestra realidad I Parte

Semana
27 de noviembre de 2010

Estaba por comenzar a escribir el blog de esta semana, cuando recibí un regalo de un muy buen amigo mío: el libro de Andrés Oppehaimer "¡Basta de historias!". El trabajo de investigación, realizado por este famoso periodista, hace una cruda crítica a nuestra cultura latinoamericana, después de haber hecho un viaje por el mundo donde entrevistó a mucha gente.

Apenas comencé a leer este trabajo, en sus primeras 40 páginas, Oppehaimer me aportó unos datos muy pertinentes que voy a compartir con mis lectores en esta oportunidad. Esta información y algunas reflexiones, sirven muy bien para ambientar el evento que estamos promoviendo entre la Alianza Universidad Empresa Estado y la revista Semana, con el sugestivo título de : ¿Innovación para qué? .

En el evento, que se realizará la próxima semana, tendremos la oportunidad de contar con la participación de conferencistas internacionales que vienen de California, Texas y Brasil. También se tendrá la presencia de varios ministros, los directores del DPN y Colciencias, empresarios y rectores de las principales universidades. El objetivo de este espacio, es colaborar con la ambientación de la Innovación, como motor del desarrollo de  nuestro país, en apoyo de la nueva política nacional  del Gobierno Santos.

Para entender el tamaño del problema que tenemos en America Latina, para poder jugar en la economía del conocimiento y tener buenas posibilidades de éxito, se requiere que enfrentemos nuestra realidad de manera franca. Por esta razón, el título del libro del autor , no puede ser mas pertinente .No podemos seguir engañándonos a nosotros mismos recurriendo a nuestra historia y olvidándonos de lo que sigue hacia adelante.

Y para no confundir a algunas personas, aclaro que el éxito de un país hacia adelante, se va a medir por su capacidad de vincular a la ciencia, la tecnología y la Innovación como motores de su desarrollo y del mejoramiento significativo de la calidad de vida de sus habitantes. El ejemplo que le está dando la China al mundo en esta materia, es asombroso.

Oppenhaimer hace una afirmación que la transcribo textualmente: "Mientras los asiáticos están guiados por el pragmatismo y obsesionados con el futuro, los latinoamericanos estamos guiados por la ideología y obsesionados por el pasado".  Mas adelante resalta : "La mirada de los asiáticos esta puesta en el futuro, están obsesionados en cómo volverse más competitivos, ganar posiciones en la economía mundial y bajar la pobreza elevando el nivel de vida de sus habitantes".

El planteamiento de Oppehaimer está muy bien documentado. Muestra como, en varios países latinoamericanos, de manera asombrosa, malgastamos nuestras energías en remontarnos al pasado mientras que, en países con culturas milenarias, como es el caso de la China, sin desconocer su historia, se proyectan con mucha fuerza hacia el futuro.

Compare el lector dos hechos: mientras en la Venezuela de Chávez, se utiliza a Bolivar para justificar decisiones inverosímiles en el contexto del siglo XXI, destruyendo el aparato productivo de ese país, en la China se re escribe un libro de historia con una sola mención a Mao y con mucho mas énfasis sobre los componentes fundamentales de la nueva economía, donde esperan ser los líderes en muy poco tiempo.  De hecho, hoy ya son la segunda economía del mundo en escasos 25 años.

¿Como lo lograron?. La respuesta de Oppenhaimer es muy sugestiva. Mientras en nuestro continente nos debatíamos en ideologías como el comunismo, el socialismo bolivariano y otros "ismos", en la China el "pragmatismo" es la palabra que define el rumbo de su desarrollo. Deng Xiaoping lo dijo en 1978: " no importa de que color sean los gatos mientras que cacen" . Con esta famosa frase abrió a su país al mundo y tomó la decisión de romper con el lastre de la Revolución, que destruyo a la China durante la época de Mao.

Pero hay otras realidades que muestran la monumental brecha que nos separa del caso chino, o de Corea del Sur. Y para evidenciarlas, Oppenhaimer las utiliza como contexto que sustenta su argumentación para el resto del libro.

El primer tema que aporta el autor, es la complacencia que hay con relación al nivel educativo en America Latina. Esto se traduce en una muy baja exigencia al sistema educativo en general. La autonomía universitaria les sirve a las instituciones para que no rindan cuentas a la sociedad. En general, hay una resistencia a la medición de resultados y este mismo fenómeno se observa a nivel escolar.

Pero otro tema que resalta el libro, es el foco de la formación profesional. En la UNAM de México, por cada tres estudiantes en Historia, hay solo un estudiante en Ciencias de la Computación. A la hora de egresar de la Universidad, anualmente se gradúan 180 licenciados en historia, 59 en ciencias de computación y 49 en ingeniería. Los contribuyentes mexicanos están subvencionando los estudios de jóvenes dedicados a estudiar el pasado y muy poco a las carreras que incentivan la  renovación del futuro. En contraste, a pesar de la historia milenaria de la China, en este país estudian ingeniería 1.200.000 estudiantes y solo 16.300 historia y 1520  filosofía. En la India el fenómenos es muy parecido.

Si se mira  desde otro ángulo el tema,  la inversión en investigación y desarrollo en AL  es escandalosamente baja, ya que solo representa el 2% del total mundial. Para ponerlo a escala: USA representa el 39%, Europa el 30% y Asia el 28%. De la suma invertida en nuestro continente suramericanos, el Brasil representa el 62% , México y Argentina el 25% y Chile el 4%. Colombia apenas el 1% !!!!. Como lo explica Oppenhaimer, la razón es que la mayoría de la investigación en Latinoamérica se hace en el ámbito académico estatal, que está divorciada de las necesidades del mercado.

Ahora comparemos la situación como % del PIB nacional. En el caso de la China,  este país invierte el 1.4% de su Producto Interno Bruto en I +D contra el 0. 9% del Brasil, el 0. 6% en Argentina, el 0.4% en México  y  el 0.1% en Colombia y el Perú.  Y como lo explica el autor, este bajísimo nivel de inversión, no se puede justificar por la  pobreza. En China  todavía hay más de 800 millones de personas pobres y sin embargo, este país ha sacado de la pobreza a cuatrocientos millones de sus habitantes y hoy es líder en publicaciones de artículos científicos.

Si se ve el problema con otra óptica, se pude observar que la participación del sector privado es igualmente muy baja. En Corea esta es del 74% mientras que en AL está por debajo del 50%. En grupos de investigacion elite, en empresas como Microsoft, la participación de latinoamericanos es del 1% mientras que los asiáticos representan el 40%. Y para rematar, los grandes centros de investigación están ubicados en los Estados Unidos, Europa y en el Asia, especialmente en la India y la China.

Lo anterior se ve reflejado en el numero de patentes registradas por año en los USA. Mientras Corea registra 7500, Brasil 100 y Colombia 12!!!!. El resultado se traduce en el nivel de  desarrollo. Corea del Sur era mucho mas pobre que países como México o el Perú hace cuarenta años, hoy los duplica en su PIB percápita. La razón: mientras en AL se concentraron en exportar materias primas y quedarse pegados del pasado, los países asiáticos se focalizaron en educar a su gente y prepararse para competir en la economía del conocimiento.

Continuaré  la próxima semana porque los temas planteados por Oppehaimer y los que se tratarán el viernes en el evento sobre Innovación, serán el fundamento del desarrollo de nuestro país en las próximas décadas.