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El complejo de edipo

Semana
7 de febrero de 2010



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Complejo de edipo no es enfermedad mental ni diagnóstico. En cambio es frecuente que se use como término peyorativo que puede oírse por la calle en expresiones del estilo de “usted es acomplejado”: un insulto que se usa para significar apocado, temeroso, complicado, susceptible, como se diría en el Caribe colombiano “usted es lleno de requeñeques”, y en Bogotá, “usted es culísimo’. Además se emplea coloquialmente para referirse con desdén al adulto apegado a sus padres o como un defecto del que demanda de su pareja cuidados infantiles.

En cambio para nosotros, los psicoanalistas, se trata de un modelo teórico que describe el desarrollo psicológico de los niños; ideado por Sigmund Freud (1,856-1,939), quien se inspiró en la tragedia Edipo Rey de Sófocles (496-406), que además se considera su obra maestra, y cumple con el requisito aristotélico para el buen teatro, es catártica por ser muy conmovedora. En esencia relata cómo Edipo dilucidó el homicidio del rey Layo, su padre, aun cuando no lo sabían: cuenta cómo buscó la verdad hasta sus últimas consecuencias, descubriendo para su pesar el vaticinio del Oráculo de Delfos anunciando que mataría a su padre y luego, como si fuera poco, se casaría con su madre, Yocasta; entonces el rey estupefacto lo desterró para eludir el destino aciago, pero para los griegos la fuerza del destino era ineludible, así que no logró evitar la fatalidad, se encontraron y Edipo mató a Layo, además desposó a su mamá cumpliendo sus designios involuntariamente; al final, Yocasta se suicidó y Edipo se sacó los ojos, mientras le pidió a Creonte que lo condujera al destierro por haber cometido los crímenes máximos: el parricidio y el incesto.

Freud utilizó este clásico como apoyo pedagógico para explicar las vicisitudes infantiles hasta alcanzar madurez, adquiriendo identidad sexual, sistemas de valores morales y de ideales, así como la capacidad de reflexionar sobre las consecuencias. Su planteamiento partió de que al principio los infantes no tienen barreras de sexo ni de especie, tampoco autonomía, pero al crecer, alrededor de los cinco años -posteriormente Melanie Klein (1,882-1,960) situó el inicio del proceso mucho antes, en el primer año de vida-, los niños adquiren consciencia de las diferencias anatómicas entre los géneros y se identifican con sus padres según el momento de su desarrollo; ahora se sabe que se da en la medida en que el cerebro termina de madurar  hasta la adolescencia, y sus regiones sensitivas, al igual que las relacionadas con la memoria, en especial la autobiográfica, así como las áreas del lenguaje, apenas llegan a funcionar plenamente al cabo de los cinco años. En condiciones ideales el recién nacido está ligado a la madre y luego descubre al padre, se alinea con él conservando el modelo materno como objeto ideal de amor. En cambio para las niñas, como siempre sucede, la situación es más compleja: de igual forma nacen vinculadas a la madre y luego descubren al padre, pero regresan a la identificación con ella, mientras lo conservaban a él como objeto ideal de amor, hasta que por último se independizan de ella una vez más -se lo advertí paciente lector, el proceso femenino es complejísimo-; y posteriormente estos avatares se denominaron 'complejo de electra', expresión que no hizo mucha carrera, en la actualidad se habla simplemente de complejo de edipo masculino o femenino, según el caso.

El edipo suele suceder en la fantasía, esto es lo normal, por lo general no se da en el mundo concreto, como en el caso de Edipo. Las transformaciones de la mentalidad infantil hasta llegar a la adultez suponen desmitificar creencias y personas a cambio de construir una perspectiva más amplia, equilibrada y realista sobre sí mismo y los demás, se trata de un proceso iconoclasta, después de todo, el mundo en nada se parece a lo imaginado, la realidad es más rica, y la vida se comporta como una escuela donde a diario se aprende a partir de la experiencia, no sin cierto dolor, que además explica las resistencias a la introspección –como le sucedía a Edipo: necesitaba conocer, pero la verdad era terrible, a la vez que negar la realidad tozuda era vano-; al cabo que aferrarse a ilusiones pasadas explica síntomas y la estela de dolor que deja vivir con la arrogancia de la falsa convicción de poseer la verdad.

Entonces el complejo abarca los aspectos amorosos de las relaciones entre padres e hijos, pero también la rivalidad y la agresividad que habitualmente hacen parte de la vida familiar, después de todo, los padres tienen momentos que excluyen a los niños, dejándolos a merced de su imaginación sobre lo que los adultos hacen en privado, además compiten con los hermanos por el afecto y la atención de los progenitores. Pero estas frustraciones no son dañinas, promueven la capacidad de los niños de pensar y aplazar gratificaciones, ambos logros invaluables, mientras, por el contrario, nada es más nocivo que los padres perfectos, si es que existen, pues siempre es formativo decir “no” a los hijos.

Así que el incesto y el parricidio, o el matricidio según sea niño o niña, son fantasías infantiles primitivas y normales, pero el bienestar depende  de transformarlas en habilidad para tolerar la incertidumbre y la diversidad humana, en la destreza de vivir cómodo consigo mismo, disfrutando de la continuidad existencial y asumiendo la  responsabilidad que supone. En suma, alcanzar la madurez depende del devenir de la relación con los adultos que los rodean en la cotidianidad, así los lactantes sean incapaces de narraciones autobiográficas, la información queda en memorias de sensaciones, patrones de respuestas emocionales y físicas, conductas que el bebé aprendió a partir de las reacciones de otros frente a sus iniciativas. Sin embargo, el edipo no es un tatuaje en la mente infantil con consecuencias perennes, más bien es un conjunto de ideas, sentimientos, modelos y mecanismos de defensa que se modifican con las experiencias, se trata de un universo en equilibrio dinámico, que además dificulta encontrar la causalidad psíquica: al preguntarse por qué alguien obra así o asá, por ejemplo, puede aspirarse a comprenderlo, entenderlo es una meta elevada.

Y otra característica de la mente es que percibe con facilidad lo conocido, mientras lo novedoso exige repeticiones, aprendizaje, trabajo, consume tiempo y esfuerzo. En la elección de pareja, el complejo de edipo es un modelo basado en sucesos remotos que se comporta como una guía inconsciente abarcando lo bueno y lo malo, lo bello y lo feo, lo amoroso y lo agresivo que hay en las relaciones, después de todo sus raíces infantiles y primitivas dan el carácter fantasioso y exagerado al enamoramiento. Que por otra parte, al madurar y hacerse más realista, abre la posibilidad de elegir de manera más conveniente, dándole mejor pronóstico a la pareja. Así que la felicidad romántica se encuentra en realizar el complejo de edipo en una versión adulta, con una pareja factible, no incestuosas. En todo caso, Freud planteó el edipo en 1,905, en Viena, cuando la familia era triangular, constaba del hijo, el padre y la madre; pero a principio del siglo XXI la familia se transformó, ahora es común que las personas tengan múltiples divorcios y uniones, con innumerables maneras de estar juntos, así que el complejo de edipo de la actualidad involucra más gente, se hizo polihédrico, se enriqueció, lo cual no es bueno ni malo, todo depende del caso por caso.

Dado que los conflictos esenciales del ser humano siguen iguales, y así como Edipo Rey plantea un caso extremo del complejo, la película Savage Grace,  http://www.youtube.com/watch?v=HLCHif_hBRQ  , dirigida por Tom Kalin, con Julianne Moore, Stephen Dillane y Eddie Redmayne, ofrece una descripción pertinente y detallada de su desenlace nefasto, la locura. En ella una madre egocéntrica construye un nexo pasional con su único hijo: desarrolla un mundo inexpugnable solo para ellos, con lenguaje y sistema de valores propios, que además no permite el acceso a otros, ni aun al padre, cuya función natural es rescatar al niño de la influencia regresiva de la madre, sin embargo este hombre no esta interesado en asumir su papel requerido en la constelación familiar, así que en esta cinta el parricidio es simbólico. Con los años ella se entrega a sus sombrías pinturas figurativas y macabras, llenas de nostalgia por la lactancia; a la vez que el padre,  cada día más ausente, opta finalmente por divorciarse y formar un nuevo hogar con una joven virginal que lo adoraba como a un dios; mientras el muchacho crece en su falso universo de ensoñación materna, cruel, homosexual, melancólico, incapaz de comunicarse con su papá por desconocer cómo hacerlo con alguien diferente de su madre, pues su capacidad de pensamiento es limitada. Y al final, como en la obra de Sófocles, ella muere mientras él se pierde en el exilio, por supuesto, de una manera sorprendente y novedosa. Se trata de una producción interesantísima, adecuada para los deseen en una experiencia catártica y la oportunidad de reflexionar sobre la influencia de los padres en los hijos, así sea bien intencionada.