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El Tayrona y la Ciudad Perdida: conexión con la naturaleza

Semana
29 de junio de 2011

El Parque Tayrona y la Ciudad Perdida, son un escenario extraordinario para hacer un ejercicio de reflexión personal, en compañía de un excelente grupo de amigos. Por esta razón, voy a aprovechar la oportunidad de haber estado cuatro días en este paradisíaco paraje de la geografía colombiana, para recordar algunos datos que ubiquen a mis lectores en ese contexto.

Localizado al norte de Colombia y desconectado de la Cordillera de los Andes, se encuentra el imponente sistema  montañoso que se le conoce como la Sierra Nevada de Santa Marta. Para mi sorpresa, en esta pequeña investigación que hice al respecto, recordé que sus dos picos: el Simón Bolivar y el Cristobal Colón, con alturas que superan los 5,700 mts, son los mas altos de su género, cerca al mar. Pero también, les corresponde el honor de ser los dos puntos mas altos de nuestra geografía colombiana.

La Sierra Nevada ocupa una extensión de 17,000 km2 y está rodeada por los valles formados por el Río Cesar y el Ranchería. En su seno, se encuentran dos grandes parques nacionales: la Sierra Nevada y el Tayrona. Su territorio es compartido con los departamentos del Cesar, Magdalena y La Guajira.

Este territorio posee una gran riqueza ecológica, porque tiene muchos pisos térmicos que van desde las exhuberantes playas adornadas por miles de erguidas palmas cocoteras, hasta los picos nevados, que lamentablemente se han venido reduciendo a un área de menos de 35 km2, por cuenta de los cambios climáticos de las últimas cuatro décadas.

El Parque Tayrona es el epicentro de muchas actividades turísticas por sus bellísimas playas, su extraordinaria vegetación, sus rios y riachuelos, que con sus aguas transparentes, descienden como venas de vida hacia el mar.  En este paraíso colombiano, hoy un viajero puede encontrar, desde sitios para acampar, hasta sencillos pero muy bien atendidos Ecohabs, donde la naturaleza salvaje del lugar se entremezcla con la comodidad de un hotel boutique.

Desde este sitio único, emprendimos la aventura de llegar por aire a Ciudad Perdida. Este es uno de los 250 enclaves tayronas que se han encontrado en la cara norte y suroccidental  de la Sierra Nevada de Santa Marta, en el Departamento de Magdalena. Buriticá, como también se le conoce a la Ciudad Perdida, fue descubierta en 1976 por arqueólogos colombianos. Fundada hacia el año 600 DC, fue abandonada a finales del siglo XV y pertenece a un complejo de 26 poblados, muchos de los cuales, hoy se encuentran cubiertos por la selva.

Otros sitios arqueológicos muy importantes, como Machu Picho en el Perú, o el Tikal en Guatemala, muestran claros rastros de edificaciones en piedra, o de grandes templos. En la Ciudad Perdida, en una área aproximada de 35 ha,  lo visible son las terrazas muy bien conservadas donde se supone se levantaban casas, sitios de almacenamiento de víveres y templos construidos de madera. Todo este complejo urbano estaba conectado por caminos y escaleras de piedra. En el 2007 se le declaró como una de las 7 maravillas en Colombia.

Algo que sorprende de la Ciudad Perdida es su ubicación.  A 1050 mts de altura, está localizada en un filo  de la estribación de la Sierra, en un sitio muy inaccesible, rodeada de vertientes y de bosques muy tupidos de selva tropical.
En la visita que realizamos a este mágico lugar, tuvimos la oportunidad de contar con la compañía de 4 arhuacos . Uno de ellos, el Mamo Cuncho, quien es una especie de sacerdote y cabeza de su comunidad.  Para esta etnia, la Ciudad Perdida es un sitio sagrado, el centro donde se recarga la energía. 

Los arhuacos creen en el orden establecido mas que en la existencia de un Dios. Hay un Orden general que afecta el comportamiento humano. La sabiduría está en entenderlo y poderlo cumplir. Tienen una tradición verbal y no escrita. Me sorprendió su visión coherente del mundo caracterizada por la armonía, la paciencia, el manejo de la naturaleza usándola de manera sostenible y sin desperdicio.

Los mamos dicen que la razón de su existencia es lograr que las cosas funcionen. Para ellos, las personas que no pertenecen a su etnia son "sus hermanos menores". La implicación de esta visión es que no hemos aprendido a conectarnos con la naturaleza. No tenemos la actitud de pedir de ella, pero también, de devolverle, lo cual genera una conexión muy positiva.

La sensación que me quedó de esta maravillosa experiencia, es que los arhuacos tienen un sentido de la espiritualidad y comunidad  con la naturaleza. Al escucharlos y contrastar sus reflexiones, con las que compartió el Padre Francisco de Roux, Superior de los Jesuitas en Colombia, encontré muchísimas coincidencias. Espero poder utilizar las notas que tomé para escribir el siguiente blog.

En en los Resguardos Indígenas de la Sierra, también viven los yogui, los wiwas y  los kankuamos. Todos ellos, son considerados los descendientes de los tayrona. Su lengua viene de la familia lingüística chibchense. En el sector oriental de la Sierra Nevada se encuentra un pequeño grupo de indígenas wayuú, provenientes de la parte alta de La Guajira, quienes pertenecen a la familia lingüística arawak.

Para los indígenas, la llegada de los colonos significó la violación de su sitio sagrado. Las consecuencias han sido funestas porque convirtieron la Sierra en un lugar de enfrentamiento por la droga y por su ubicación estratégica para el contrabando. El resultado fue un conflicto que ha costado muchísimas vidas humanas entre los paras y las FARC para dominar el territorio. Los indígenas han buscado mantenerse al margen de esta situación, desplazándose  hacia las partes altas de las montañas. Afortunadamente, hoy en día, la situación está normalizada y los turistas pueden emprender el camino de cuatro días desde el Parque Tayrona.

Un grupo de personas interesadas por la preservación de este ecosistema y lo que representa para los indígenas de la zona, piensan que la Ciudad Perdida se les debería devolver a sus legítimos dueños. La visión que este sitio sagrado se volviera a reactivar para la formación espiritual de los sacerdotes mamos y de su gente.

Aprender a escuchar la naturaleza para comunicarse con ella, fue la lección mas importante que nos dejó el Mamo y su gente. El arte de la vida para estas personas está sustentada en cosas muy sencillas pero igualmente profundas. Nuestra historia es la fuente de muchas lecciones aprendidas, pero solo si tenemos la sensibilidad suficiente  para escucharlas.?

 

Agradezco a las personas que hicieron comentarios a los blogs anteriores. Evidentemente el tema es relevante para mucha gente en un año de coyuntura política.