Home

Blogs

Artículo

En la mesa de la democracia, tanto gay como iglesia pueden tomar asiento

Semana
4 de mayo de 2012

Al dar respuesta a la pregunta ¿Son los Nuevos inquisidores la versión actual de Torquemada? reflexiono a partir de un post escrito por Antonio Mejía en el que se lee “Hay voces que sostienen que en el actual Concejo de Medellín se podría estar cuajando un panorama sombrío para la política pública LGBTI. Lo anterior, debido a la invitación que le hiciera esta semana su mesa directiva a monseñor Ricardo Tobón Restrepo, arzobispo de Medellín, para que participara activamente en el estudio del Plan de desarrollo 2012-2015, a través de una delegación de la pastoral social”.

 

Tomás de Torquemada fue Inquisidor General de Castilla y Aragón en el siglo XV. Con el Edicto de Granada ordenó la proscripción de todos los judíos de España. Dice Wikipedia que “Los «herejes» (cualquier persona que no comulgara con las ideas católicas) y los conversos (que se convertían en católicos para evitar la persecución) fueron sus principales objetivos, pero todo aquel que osara hablar en contra de la Inquisición era considerado sospechoso.

 

Para ser coherente con mi trabajo sobre los derechos humanos y el respeto a la diversidad debo decir lo que opino sobre la participación de los católicos en los espacios de debate sobre política pública y otros derechos de las minorías sexuales.

 

Sé que a muchos lectores les parecerá extraño esta opinión luego de haber leído varios de mis post que hacen relación a algunos cristianos y especialmente a los discursos de algunos jerarcas católicos y otros que no lo son pero actúan como tales y por los que se me ha acusado por parte de comentaristas de “incendiario”.

 

También tengo claro que muchos LGTBI se vendrán lanza en ristre contra mi e incluso pensarán que soy su enemigo y hasta pensarán en que deben quitarme la Mención Especial a la Militancia León Zuleta que me ha sido conferida en los galardones del mismo nombre.

 

Al comentarle a un amigo sobre mi interés en escribir a este respecto este me respondió: “Pues... no sé, tu sabes que si a mí alguien me ha hecho la vida imposible, si ha fomentado el odio hacia mí y legitimado que me sean vulnerados todos los derechos, yo definitivamente no saldría a defender a mi verdugo, hacerlo puede ser, en mi humilde opinión, como hacen las señoras a las que les pega el marido pero que reconocen que el tipo "en todo caso es muy buen papá"; por mí que dejen de atacarnos y de promover el odio hacia nosotros, y ahí si con todo gusto les ayudamos en sus labores sociales; la gente tiene que  pagar las consecuencias de sus actos, y si los marginan de esas discusiones públicas yo no creo que sea porque sí”.

 

Dice Antonio Mejía Correa que “Lo mejor que le puede pasar a una ciudad, es que se respete y aprecie la diversidad, independientemente de cualquier juicio moral. Ciertamente a cualquier persona LGBTI, no necesariamente activista, tendría que preocuparle que, en un país que se precia de legislar en derechos, con absoluta independencia de preceptos religiosos, el clero termine legislando... ¡Cómo no nos va a preocupar! que el Clero legisle, o por lo menos "asesore" al legislador, en materias que requieren una mirada sin sesgos, autónoma e investida de una ética ciudadana, antes que una moral religiosa”.

 

Entiendo perfectamente estas explicaciones, incluso las comparto en buena parte y también me preocupan, pero no debemos olvidar que estamos en un país democrático. Si no se puede invitar a un grupo como el de Pastoral social al debate o que los jerarcas opinen sobre temas controversiales, me pregunto por qué si se puede invitar a los maricas o dejar que estos opines. Creo que el debate debe darse y lograr que de él y del otro ambos aprendan, porque el respeto debe ir de lado y lado.

 

Tal vez la negativa a la presencia de dichos representantes en Medellín o en cualquiera otra ciudad y en cualquiera de los debates radica en que para much*s líderes LGTB se entiende que las acciones de pastoral social, por ejemplo, pueden equipararse a lo del “lobo disfrazado de cordero” y por eso piensan que "en boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso".

 

La democracia, eso que tanto exigimos, requiere reconocer al otro (cualquier otro) como un auténtico otro. No me interesa defender a Pastoral social pero me consta que por lo menos en Bogotá, tenían un trabajo financiado con las chicas trans trabajadoras sexuales en la Zona del Barrio Santa Fe; también sé y me consta que Caritas apoya en diferentes lugares del mundo a personas en la indigencia sin importarle su credo o su orientación sexual. 

 

Aunque desde la misma iglesia pero en otra línea, la Carta Pastoral “Unidos por la vida y la familia” de Monseñor Juan Vicente Córdoba Villota, S.J. a quien siendo muy joven conocí muy de cerca en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (fue condecorado el 15/07/2009 por el director de la Policía Nacional de Colombia, mayor general Oscar Naranjo Trujillo con la medalla de servicios destacados por su trabajo y entrega a la institución policial), no deja dudas de que en la jerarquía eclesial cabe de todo  y que sus discursos son en muchas ocasiones bastante contradictorios e incluso tienden a mostrar a homosexuales y lesbianas como seres proscritos.

 

Para comprender esa doble moral cristiana basta leer el siguiente párrafo de dicha Carta “Nada tiene la Iglesia contra los homosexuales o contra el reconocimiento de sus legítimos y auténticos derechos. Con amor materno, la Iglesia acoge a todos los hombres y mujeres, sea cual sea su condición. Sabemos bien que, con independencia de su orientación e incluso de su comportamiento sexual, toda persona humana tiene la misma dignidad fundamental, el mismo valor ante Dios y ante el Estado.”

 

Otros líderes espirituales católicos colombianos han ido por la misma tónica de proscripción e incluso han sido más radicales, como es el caso del Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez, del que ya la prensa ha escrito bastante en el caso de una mujer que abortó sin cumplir con ninguno de los requisitos establecidos en la Sentencia por medio de la cual se despenalizó el aborto aun cuando era evidente que el embarazo representaba un riesgo para su vida. Este representante de la iglesia también ha sembrado la cizaña en el caso de los derechos de las parejas del mismo sexo.

 

Por otra parte, estoy seguro que no siempre los marikas y otras minorías sexuales o los cristianos por el hecho de serlo, son lo mejor que le puede pasar a una ciudad, su política pública o a la legislación. Todos sabemos que hay marikas, lesbianas, bisexuales y trans tan peligrosos para la convivencia solidaria y democrática como un sacerdote, un pastor, un político o un médico homofóbico o misógino.

 

Como bien me decía Antonio Mejía en un email “No hay ciudadanos de tercera, tampoco hay ciudadanos cristianos, hay simplemente ciudadanos”, y todo ciudadano debe comprender que es su derecho y obligación asumir las responsabilidades y compromisos inherentes a ser ciudadano, así, sin ningún apelativo adicional.

 

Me preocupa que en el afán de proteger sus propios derechos, las minorías sexuales o las jerarquías católicas asuman el rol que han tomado algunos extremistas religiosos en otros lugares del mundo. Ya Colombia tiene un descomunal conflicto interno como para que a este se le pretenda sumar otro en aras de conseguir u obstaculizar derechos.

 

Considero que por principio las decisiones deben ser democráticas y que en tal sentido la iglesia debe acogerse al riesgo de la interacción social, es decir que si la Corte Constitucional luego de un intenso debate llega a una u otra conclusión o el consenso dice que en Medellín debe hacerse determinada cosa en la política pública no deben después intentar torpedearla, porque es fruto de una decisión consensuada.

 

Ahora bien, también debe quedar claro que no todas las propuestas se convierten en acciones y no todas las acciones conllevan tareas que respondan a cómo se habían pensado, que las acciones no corresponden a una sola entidad estatal y que cuando el estado habla de minorías suele meterlas a todas en el mismo saco.

 

En el caso del debate sobre el uso del condón en Colombia siendo Camilo González Posso Ministro de Salud y yo su Asesor tomé una posición similar a esta que ahora tomo en pro de la democracia, la iglesia católica participó del consenso y debió asumir que fue la mayoría la que decidió que el país debía promover el uso del preservativo como una bandera en la prevención del sida y las ETS.

 

La Corte Constitucional ha solicitado estudios de las comunidades científicas, ha escuchado otras voces y esto es democracia.

 

La iglesia asume que su verdad relativa es la verdad de todos los colombianos y ello no es así. Tampoco se puede afirmar que no hay democracia por el simple hecho de que la postura particular no sea la que sale triunfadora. Opinión reiterativa de la Iglesia ha sido decir que no se le ha escuchado, pero esto no es verdad. El Arzobispo Rubén Salazar y Monseñor Córdoba estuvieron esta semana en la Corte Constitucional para oponerse a la adopción homosexual. Como afirma la SillaVacía, dicha visita presenta algunos problemas nuevos, y otros viejos, para la democracia colombiana y obliga ética y legalmente a que representantes de la comunidad LGTBI sean oídos.