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Enfermedades mentales

Semana
29 de octubre de 2010

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    Enfermedad mental es una expresión curiosa por la gran cantidad de asociaciones, significados, prejuicios y sucedáneos que conlleva. Se trata de categorías de personas aquejadas por funcionamientos de la personalidad que predominan en su desempeño cotidiano y en sus relaciones con los demás. Una gama de mecanismos psicológicos estables en el tiempo, y de origen inconsciente, es decir, ajenos a la voluntad, al control consciente, que solo pueden modificarse y tratarse cuando la persona se convence de la necesidad de cambio. Sin autocrítica es imposible salir de la compulsión a la repetición. Sin embargo, es tan amplia la diversidad humana que es difícil establecer el límite entre normal y anormal, además las personas son más amplias que sus padecimientos.

    Michael Foucault (1926-1984), militante del movimiento fugaz conocido como antipsiquiatría, redactó, entre otros, un libro titulado El Orden de las Cosas, una Arqueología de las Ciencias Humanas. En su prefacio aludió a un pasaje de Borges que se refería a que el pensamiento está determinado por el lugar y la época del pensador, y como ilustración citó una antigua enciclopedia china que agrupaba los animales según su función: los pertenecientes al emperador, los embalsamados, los domesticados, los cerdos, las sirenas, los fabulosos, los perros callejeros, los que se mueven con frenesí, los innumerables, los diminutos, los acuáticos y los voladores. Traigo este ejemplo para señalar que también hay varias taxonomías de los trastornos mentales, y que para los fines de este blog solo emplearé la confeccionada por la Asociación Psiquiátrica Americana, excluyendo la europea y las psicoanalíticas; en todo caso esfuerzos enormes con varias décadas de historia para tipificar conductas anormales. Es el resultado de la investigación en el contexto de la medicina moderna, que busca ofrecer servicios eficaces de manera costo efectiva y masiva, socializada, así que se trata de una guía y un lenguaje común que describe el mundo fascinante de la salud y la enfermedad mental.

    En ella se agrupa los casos según las manifestaciones principales, como decir los diferentes tipos de depresiones, de trastornos por ansiedad, que abarcan tanto las fobias como los rasgos obsesivo compulsivos, así mismo incluye la somatización, que agrupa entre otros la hipocondriasis y el desorden dismórfico corporal, es decir la imposibilidad de aceptar las pequeñas imperfecciones del cuerpo. Por otro lado, hay lugar en esta clasificación para las alteraciones del sueño, como el sonambulismo, el insomnio, o lo contrario, la hipersomnia, así como para las de la alimentación, como la anorexia y la bulimia. No solo se trata de categorías descriptivas, este método para agrupar síntomas permite investigar en busca de establecer la frecuencia con que se presentan enfermedades mentales en la comunidad, al igual que su historia natural, el desenvolvimiento de los enfermos con el paso del tiempo, entonces es posible encontrar regularidades, verbigracia, en las conductas adictivas, patrones predecibles casi independientes de la sustancia empleada, un tópico muy vigente en la actualidad, no solo por las décadas de lucha contra el narcotráfico en Colombia, sino por la iniciativa controversial de legalizar la marihuana en California. Pero también hay otros investigadores que buscan los mecanismos que causan enfermedades mentales estudiando la historia personal, el proceso de desarrollo y maduración, por ejemplo, en las alteraciones de la identidad de género y las sexuales, como el sadomasoquismo y la pedofilia, la ninfomanía y el donjuanismo; así mismo otros las buscan en anormalidades del sistema nervioso central, como en los síndromes mentales orgánicos, producto de reacciones adversas a remedios o de enfermedades físicas, como el lupus eritematoso sistémico, algunos tumores cerebrales y malformaciones vasculares, mientras la esquizofrenia está fuertemente vinculada a anormalidades genéticas. Entonces se construyen modelos de tratamiento con casos similares, como los trastornos por impulsividad, donde predominan las conductas agresivas y explosivas, la cleptomanía, la piromanía y la compulsión por el juego; de igual modo sucede con la simulación de enfermedades y los desórdenes por disociación de la consciencia, la memoria, la identidad y la percepción, aquellos que en una época se llamaron personalidades múltiples, así como sucede con las dificultades para adaptarse a las circunstancias cambiantes, los delirios, es decir las alucinaciones, y las demencias, enfermedades que afectan la memoria por razones que no pueden explicarse mediante males orgánicos ni la acción de psicofármacos.

    Y una anotación final, es tal la variedad de las conductas que no sorprende que tanta gente cumpla con los criterios diagnósticos de enfermedades mentales en algún momento de sus vidas. Por fortuna, ahora en el siglo XXI puede accederse a los servicios de salud mental sin el estigma que acompañaba a esta decisión en otra época, ya no se considera pedir ayuda una derrota de la autonomía personal. Además la Secretaría de Salud está haciendo un viraje en la política de atención en salud pública a las enfermedades mentales  dándole acceso a más pacientes.

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