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Erección: problema de-mente

Semana
12 de marzo de 2007

Todos los hombres hemos tenido, alguna vez en la vida, miedo de que no se nos pare; mejor dicho de no gozar plenamente de eso que llaman “la erección”.

El machismo ha centrado una buena parte de la sexualidad de los hombres en ese punto especifico del cuerpo; es mas, para algunos(as) ni siquiera “eso” que cuelga detrás del pene, es decir el hombre, es importante, así que para resolver el problema los hombres han puesto de moda ir a la farmacia, comprarse su “pepita milagrosa” y solucionar la situación: funcionan bien erguidos, como se espera del macho reproductor que son, pero dejando de lado el verdadero problema.

En un Congreso Colombiano de Sexología, hace algunos años, le pregunté a un gurú del viagra en este país, si era importante atender emocionalmente al hombre o solo había que medicársele, él simplemente respondió interrogándome sobre: si alguna vez yo dejaría de ser mamagallista.

Por supuesto mi pregunta no es una broma es un hecho real que preocupa a millones de personas en el mundo; precisamente el pasado fin de semana se reunieron en Bogotá 28 médicos en busca de soluciones frente a la disfunción sexual, convocados entre otros por Carlos Pol Bravo, médico siquiatra, presidente de la Sociedad Médica Española de Sexología y uno de los gestores de la Primera Jornada Hispano Colombiana de Actualización en Sexología Médica.

El mayor órgano sexual es el cerebro

Pol Bravo ha dejado claro que eso de la erección no sólo es un problema de médicos y pepitas milagrosas, sino que debe dársele gran importancia a que la gente sepa que sus problemas sexuales muchas veces obedecen a factores psicológicos, no biológicos, que son curables.

Siempre he dicho que una buena relación genital penetrativa mejora el estado de ánimo, la autoestima, el brillo del cabello y la mirada, pero que no es tampoco el mejor ejercicio cardiovascular como muchos han tratado de informarlo, porque es mucho mas efectivo hacer otro tipo de ejercicio.

Quienes tienen problemas sexuales suelen pasar por depresión, baja autoestima, apatía, falta de eso que llaman “apetito sexual”, de interés por la pareja e inclusive incapacidad para obtener placer, además de sentimientos de pérdida y rechazo.

En una blog anterior hablaba de la importancia del sexo oral, mejor dicho de hablar del sexo y de lo que entorno a él nos preocupa, pero tal vez el machismo y no poder cumplir a cabalidad con lo que de nosotros se espera logra que callemos y se nos agrande el problema, justo donde no necesitamos esa respuesta.

Los médicos y en general quienes atienden hombres en su consulta deberían prestarle mas atención a esos pequeños indicios que pueden ser el punto de contacto para llegar a que la persona hable de su historia sico-sexual, de lo que considera son sus problemas sexuales.

No lo resuelva sólo y menos con “pepitas de esas”

A nivel personal, cabria pensarse un poco si por un buen “polvo” y responder “apropiadamente” vale la pena olvidarnos de nosotros mismos y correr el riesgo de que nuestro ritmo cardiaco se incremente, no precisamente por el placer obtenido sino porque estamos a punto de sufrir un infarto; que tan de mal gusto sería abandonar este mundo dejando a nuestra pareja oficial o ocasional con la necesidad de explicar a investigadores judiciales y medios de comunicación cómo fue que nos reventamos en el intento.

Recordemos como lo dice mi amigo, el sexólogo mexicano Eusebio Rubio Aureoles, presidente de la Asociación Mundial para la Salud Sexual, que el éxito de la relación no tiene que depender del efecto de los medicamentos erectogénicos. A esta que también es mi idea, debe sumarse la de algunos otros sexólogos importantes a nivel mundial quienes recuerdan, además, que tomar las pepitas en cuestión puede conllevar en muchos de los casos contraindicaciones cardiológicas o renales que deben estar controladas por el médico.
 
Manuel Antonio Velandia Mora, Miembro Titular de la Sociedad colombiana de Sexología.