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Grado 12. El clasismo inadvertido de Petro y de otros

Semana
10 de febrero de 2012

Es muy importante que la Administración Petro no tenga lista en dos meses la propuesta de grado 12 (va 1 de los 3 que pidió).

 

Imposible que en tan corto tiempo afinen la idea, después de un planteamiento inicial muy complicado.

 

En resumen: el grado 12 es buena idea, la articulación de la educación media con la superior es mala idea, y Petro combinó las dos.

 

El resultado podría ser una política educativa con escasa capacidad de afectar la desigualdad social.

 

Para el país, la “secuencia” de mediano plazo sería jornada única y grado 12. Mejorar la calidad de la experiencia estudiantil en la básica es un paso previo. De lo contrario, otro año sería una desagradable imposición a la juventud.

 

¿Qué objetivo tendría el grado 12? Opción 1: fortalecer competencias generales para la vida. Opción 2: formar para el trabajo.

 

El alcalde Petro aboga por la opción 2, y no está solo. La articulación media-superior busca lo mismo: desde grado 10, foco en el trabajo.

 

Pero eso no es lo que quieren para sus hijos Petro y los estratos educados. Quieren para ellos competencias culturales, intelectuales, sociales y académicas.

 

Cada vez, son más los bachilleres de 16 años. Y creen que ponerlos desde los 15 a aprender a ser operarios es lo más realista para los pobres.

 

Pues tal vez la sociedad y el Estado les puedan ofrecer algo mejor que eso, algo parecido a lo que las clases medias y altas buscan para sus hijos.

 

En muchos países desarrollados, son 12 años de educación para todos y se ingresa a la universidad o terciaria a los 18 años.

 

Aquí, como dice el profesor Víctor Manuel Gómez, quien más ha estudiado toda esta problemática, van a empeorar la situación.

 

“Se propone acortar de facto la duración del nivel medio mediante el recurso de iniciar los primeros semestres del nivel superior desde grados 11 y 12, en las instituciones ‘articuladas’”.

 

Lo primero y urgente es mejorar la educación que se está ofreciendo en los colegios públicos, pero estamos lejos del debate que nos puede llevar al cambio que se necesita.

 

Por ahora, con el perdón del secretario de Educación, Óscar Sánchez, que en Bogotá no parezca que la clase social determina el tipo de oportunidades educativas públicas para los jóvenes.