Home

Blogs

Artículo

Iniciativas para que Colombia salga del atraso en innovación e infraestructura

Semana
2 de noviembre de 2012

Por José Luis Barragán

 

A Colombia le llueve maná del cielo. El mismo que lo ubica como la economía 31 del mundo y desde hace pocos días como la tercera de América Latina y el Caribe, solo superada por Brasil y México. En términos de producción, según cifras oficiales y estimaciones de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif), desde 2010 y hasta 2020 el crecimiento del sector de hidrocarburos (petróleo y minería) será de 5,4 por ciento anual. 

 

Si se tiene en cuenta que estos son los dos principales productos exportadores del país, se ve un futuro halagador para mejorar su superávit comercial. Sin embargo, esta bonanza trae consiguió serios riesgos porque seguir dependiendo de los bienes primarios y secundarios supone una exposición innecesaria ante los vaivenes de los precios de los commodity o mercancías que puede costar muy alto, dicen los economistas.

 

En este punto, el sector terciario, el del valor agregado, todavía tiene cuentas pendientes. El informe global del Foro Económico Mundial ubica al país en el puesto 69 en competitividad, en infraestructura por encima del 93 y en factores de innovación y sofisticación en el 66 entre 144 países.

 

Estas mediciones dejan ver el atraso que vive el país y que se ahonda cuando entran en rigor algunos tratados de libre comercio y se ve que la red de carreteras está peor que hace 50 años, ubicando a Colombia en el lugar 126 del mundo y que la navegabilidad del Río Magdalena solo se da comercialmente por el 50 por ciento de su trayecto, entre otros innumerables ejemplos.

 

A la hora de buscar algunas causas de este fenómeno. Me gustaría plantear la errónea escogencia del modelo de educación superior que adoptó el país para formar a sus habitantes.

 

Las visitas de algunas misiones francesas al comienzo del siglo XX movieron el interés nacional hacia ese esquema, cuya esencia siempre ha sido la formación de los funcionarios públicos. En otras palabras, si el Estado galo necesitaba abogados se formaban abogados y si requería economistas se formaban economistas.

 

En contravía del modelo alemán que se basó en la investigación científica, Colombia se inclinó por la formación. Solo hasta el inicio de la década del noventa con la expedición de la Ley 29, primer antecedente de una ley de ciencia y tecnología y unos años más tarde con la aparición de los primeros programas de doctorado en el país, liderados por la Universidad Nacional de Colombia, se trató de revertir el proceso. Pero apenas han pasado un poco más de veinte años en este proceso. Es decir hasta ahora el país es un adolescente en el asunto, lleno de dudas e incertidumbres.

 

En medio de esta crisis alienta que haya iniciativas como la del Gobierno Británico, país que abanderó las dos primeras revoluciones industriales, que, desde hace 30 años, viene becando a colombianos para ir a estudiar a ese país, cuna de algunas de las más emblemáticas instituciones terciarias como Oxford y Cambridge, entre otras.

 

Hoy, en el lanzamiento de las becas Chevening, el embajador británico John Dew, explicó que este proyecto, que ha beneficiado a 130 personas en tres décadas, ofrecerá quince becas para estudiar maestría en cinco áreas que, según señaló, “son prioritarias” para Colombia. Estas son: economía verde; ciencia e innovación; energía e infraestructura; pobreza, exclusión social y salud y nutrición, y gobierno, ciencias políticas y manejo del sector público. Los interesados pueden ingresar a www.chevening.org/colombia

 

La idea es que estos beneficiados, que serán subsidiados en el costo de la matrícula, vivienda para una persona, tiquete aéreo y otras ayudas económicas para cubrir gastos de primera necesidad, están obligados a volver a Colombia a retribuir con su nuevo saber en el sector productivo y académico.

 

Esta es una experiencia distinta a la vivida cuando se fueron los primeros aspirantes a doctor nacionales, entre 1990 y 1994, con becas otorgadas por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y con resultados poco favorables porque muchos se quedaron en los países de destino y los que volvieron, como no tenían compromisos de formar nuevos doctores o crear espacios de investigación, gozaron del regalo del Gobierno, pero sin replicar sus beneficios más allá del ámbito personal.

 

Esta iniciativa se suma al trabajo investigativo de entidades como el Instituto Colombiano del Petróleo (ICP), filial de Ecopetrol, que viene realizando una labor de generación de valor agregado en el sector de hidrocarburos y ya completa 37 patentes, otro de los ítems en los que Colombia se raja y en el que las entidades colombianas sobretodo las universidades tiene saldo en rojo.

 

Unas semanas atrás, el ICP convocó a varias empresas para que utilicen algunos de estos avances y mejoren el nivel de producción. Es una iniciativa que tiene como fin mejorar la cantidad de empresas con base tecnológica que empieza a tener forma, pero todavía incipiente en la Nación.

 

En este punto es triste pensar que la relación universidad, empresa y Estado, esquema que promueve la creación de unidades productivas con el respaldo de los tres sectores, todavía está en pañales. Salvo la experiencia en el Departamento de Antioquia, las restantes son niños que van al colegio. Esto es lamentable si se tiene en cuenta que varias de las instituciones de educación superior son centenarias.

 

Son muchos los retos para el país para insertarse en la Economía del Conocimiento y de las iniciativas de entidades locales o gobiernos extranjeros se puede empezar a mejorar los indicadores del país y llevar a Colombia a un lugar más acorde con su nivel de ingresos y con el peso de su economía en el contexto mundial.

 

Comentarios, sugerencias y propuestas de temas también en: @jlbarragand y jlbarragand@gmail.com