Home

Blogs

Artículo

Introducción a “Cocina para Solos”

Semana
8 de enero de 2010


<meta http-equiv="Content-Type" content="text/html; charset=utf-8" /><meta name="ProgId" content="Word.Document" /><meta name="Generator" content="Microsoft Word 12" /><meta name="Originator" content="Microsoft Word 12" />

k rel="colorSchemeMapping" href="file:///C:%5CUsers%5CUSUARIO%5CAppData%5CLocal%5CTemp%5Cmsohtmlclip1%5C01%5Cclip_colorschememapping.xml" /> Normal 0 21 false false false ES-CO X-NONE

El matrimonio fue el tratamiento más efectivo contra la sensualidad, me dijo un amigo radicado en el exterior desde hace años, vino en estos días a Bogotá para pasar las festividades navideñas con su familia; entonces continuó con ojos inconsolables perdidos en lontananza, al principio, enamorados, la intimidad era prodigiosa, luego al casarnos, nos transformamos en familia, entonces empezó mi celibato involuntario cada vez más estricto: a veces porque estaba cansada o por dolor de cabeza, en otras ocasiones era la ira o simplemente múltiples ocupaciones, y ahora, divorciados, la situación empeoró, ya no hay sexo porque estamos separados. Entonces continuó todavía más apesadumbrado, esa fue la época más casta de mi vida, y como si fuera poco, al distanciarnos definitivamente, todo cambió, se me presentó la necesidad inaplazable de administrar mi casa y, sobre todo, la cocina. Al escuchar esas palabras se me ocurrió que lo único que podía hacer para ayudar a mi desdichado amigo era escribir una serie de blogs titulados “Cocina para Solos”.

Además coincidió con que en esos días, y por razones irrelevantes para la coherencia de esta introducción, mi hogar también estaba desocupado, así que tuve ocasión de experimentar cómo cambiaba el ambiente doméstico para quienes vivían solos y cómo en esas circunstancias era fácil perder la motivación para cocinar. Hace unos días, por ejemplo, de regreso a mi casa alrededor de las once de la noche, sentí hambre, entonces por el camino ideé un menú para el que solo me faltaba un tomate maduro y un limón jugoso, lo demás ya estaba en mi alacena, así que paré en el supermercado, y mientras escogí los ingredientes en la sección de vegetales se me cruzó medio melón de buen aspecto, preciso para el desayuno del día siguiente. Después me dirigí a la caja con mis tres bolsitas, y mientras pagaba menos de dos dólares me pareció que definitivamente era una idea deslumbrante iniciar esta serie en Pura Vida, y lo confirmé un rato después mientras saboreaba el salmón ahumado enlatado con sus jugos sazonados con algo de limón, picante, sal y pimienta, sobre una cama de arroz blanco que preparé en ese momento, acompañados de rodajas de tomate rociadas con aceite de oliva extravirgen y, por supuesto, lubricados con una cerveza muy fría, bueno, tal vez fueron dos. En todo caso, esa noche dormí tranquilo y al día siguiente desayuné estupendamente. Así recayó mi interés sobre la culinaria para solos.

Y no es baladí. Cocinar y comer en buena compañía está entre los cinco mayores placeres de la vida, en contraposición a alimentarse en malas compañías, que de igual manera está entre las cinco peores desgracias que pueden sucederle al ser humano. Sin embargo hay circunstancias que impiden la delicia de compartir la comida, así que la vida debe continuar.

Entonces conjeturé sobre los solos: se trata de alguien con capacidad de estar sin nadie más, un logro del desarrollo psicológico que permite adaptarse a la actualidad, es un individuo que puede manejar la situación de manera equilibrada, constructiva y fértil, sin mayor sufrimiento. Diferente del solitario, quien padece la falta de compañía hasta la desesperación, incluso con conductas autodestructivas. La habilidad de permanecer sin otra persona está vinculada a la libertad de pensar y obrar con autonomía, sin aprobación, hace parte de las destrezas del que vive cómodo consigo mismo, para quien su propia compañía es agradable y suficiente. Claro, la soledad completa y perpetua es insoportable, el hombre es gregario, extraña a sus seres queridos, así como anhela afecto y presencia, que si es física aún mejor, pero no son sentimientos que hagan imposible estar solo por ratos.

Por otra parte, me parece que la cocina para solos no tiene por qué ser exclusivamente comida rápida, prefabricada, de restaurante, por el contrario, puede ser lenta, por lo tanto estupenda, y sin grandes esfuerzos. Tan solo exige algunos ajustes a la culinaria multitudinaria y por supuesto hay innumerables recetas útiles que ensucian pocos elementos en la cocina y algunas no requieren siquiera prender la estufa ni el horno, tal como dijimos en otro blog, este es el caso de la charcutería y los encurtidos.

Como las porciones son individuales es necesario tener ollas pequeñas, ya que son como la ropa, no deben ser muy estrechas ni muy holgadas, y esto beneficia las preparaciones. Así mismo, cobra especial importancia la ciencia del almacenamiento, que además abre la puerta al capítulo magnífico de los calentaos, es decir, de los alimentos que sobran, los que se consumen varios días después de que se elaboraron. En general, los platos que contienen aceites tiene mejor vejez, ello se debe a que cuentan con más tiempo para disolver en el agua y la grasa las moléculas que aportan gusto y olor, así que al consumirlos su sabor es más pleno; sin embargo, estas mismas características hacen de ellos excelentes caldos de cultivo para bacterias, virus y hongos, entonces la seguridad de estos alimentos depende de refrigerarlas rápidamente empleando la técnica del baño maría invertido, o sea poner la olla caliente entre agua con hielo para guardarla en la nevera antes de dos horas en clima frío, y de una en tierra caliente, así los microorganismos no tendrán oportunidad de contaminar. También existe el caso de los que se consumen varias semanas más tarde y hasta meses después de preparados, como el jamón de pernil de cerdo que toma un semestre, pero no se preocupe compañero lector que vive solo, el trabajo físico para confeccionarlo tan solo ocupará media hora, el resto será pasivo, estará a cargo del ambiente fresco y ventilado. Por otra parte, se me ocurrió que podría incluir algunas recetas para parejas, en todo caso, aun cuando no creo que exista la comida afrodisiaca, hay platos deliciosos que no demandan demasiado tiempo que podría invertirse románticamente, después de todo, los solos también tienen ocasiones amorosas y es grato cocinar para la novia, o el novio, solo se necesita que los alimentos aporten algunas calorías que permitan el movimiento cómodo sin llegar al extremo de entorpecer el desempeño físico porque la panza quedó templada.

Para ilustrar este exordio optimista, traje la Mondiola.

Ingredientes: 500 gramos de lomo de cerdo entero, 1 copa de vino blanco, 1 cucaradita de pimienta negra en grano, 500 gm de sal marina, 1 pliego de papel rústico para envolver, hilo suficiente.

Deje el lomo entre el vino blanco desde la noche anterior. Luego descarte el líquido y aplique en la superfice del lomo los granos de pimienta, después la sal marina, hasta que quede completamente cubierto, entonces envuélvalo en el papel, amarre el paquete con el hilo y cuélguelo en un lugar fresco, donde reposará durante tres semana, entonces retire por completo la capa de sal con los granos de pimienta.

El resultado será un jamoncito estupendo para una hambruna nocturna o para atender a una visita, porque los solos también tienen vida social. Córtelo en rodajas delgadas para servirlo con pan y vino tinto, preferiblemente con un riojano sedoso.

Por último, con la serie “Cocina para Solos” también quiero saludar calurosamente a todos los solos, y por supuesto, espero que estas recetas les sean útiles, incluso para el amigo Tiger Woods.