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La Dignidad Humana y la Coherencia - una reflexión profunda sobre el liderazgo

Semana
4 de julio de 2011

En mi pasado blog, tuve la oportunidad de comentar sobre la experiencia de haber estado visitando la Ciudad Perdida, en medio de la Sierra nevada de Santa Marta. El mensaje de los Mamos, o sacerdotes arhuacos, fue claro muy claro: para ellos, la sabiduría está en entenderlo y poderlo cumplir. Encontramos una cultura con un alto sentido de la espiritualidad y con un legado milenario.

Para darle contexto al lector, nuestro viaje forma parte de un proceso de formación en liderazgo, organizado por el TBL, que busca ofrecer espacios de reflexión sobre el tema a un grupo de personas de nivel ejecutivo. La ida al Tayrona y Ciudad Perdida, correspondía al modulo de Liderazgo Personal y Autarquía. Una invitación a mirarse hacia adentro en un entorno único e inspirador.

Con este telón de fondo, regresamos al día siguiente de esta extraordinaria aventura, a los Ecohabs en el Parque Tayrona, para tener otra experiencia que complementaba la anterior. Nos esperaba el Padre Francisco de Roux, cabeza de los Jesuitas en Colombia. Mucha gente reconoce al Padre de Roux por su ejemplar trabajo durante muchos años en el Magdalena Medio, una zona tremendamente afectada en los últimas dos décadas por el conflicto armado. Como él nos lo recordaba, 31 de sus compañeros de trabajo, murieron en medio de las balas, que por años han azotado esta rica región colombiana.

Con la sencillez que lo caracteriza, Pacho, como lo llaman sus amigos, compartió durante varias horas con el grupo, sus reflexiones sobre la Ética. No fue por casualidad, que sus reflexiones sobre la materia, enriquecieron la vivencia de la Ciudad Perdida y en mi caso, le daba prolongación a un tema, que cada vez me parece mas relevante y sobre el cual había escrito hace dos semanas.

Por la importancia de los temas tratados por el Padre Francisco, voy a meterme en honduras para tratar de hacer un repaso de las principales reflexiones que nos regaló  ese día. Si por alguna razón no logro transmitir con toda la claridad estas ideas, de antemano pido disculpas, porque no cuento con la sabiduría y formación como la demostrada ampliamente por el expositor.

Todos los que tuvimos la oportunidad de asistir, coincidimos en que fue una charla profunda, que nos añadió una nueva dimensión personal a nuestro trabajo sobre el liderazgo. También, reconocimos que fue una extraordinaria oportunidad para tocar temas de vida, en medio de un entorno mágico, para los cuales normalmente nunca tenemos tiempo de reflexionar.

La charla comenzó mostrando como cada persona tiene una identidad propia y que desde allí, puede lograr la plenitud humana que le permite desarrollar sus sueños de vida. Quienes han sido grandes líderes en la historia, son reconocidos por haber contribuido a este proceso, en las sociedades donde han actuado, permitiendo que emerjan unos valores compartidos, pero aceptando las diferencias.

Para enmarcar su presentación, Francisco nos recordaba como, desde 1980 hasta la fecha, en Colombia han sido asesinados mas de 10,000 personas que eran reconocidas como líderes en sus comunidades. Esta cifra es escandalosa por el tremendo costo que tiene para una sociedad como la nuestra. Y a pesar de todo, otras personas los han remplazado para permitir que el país, con muchas dificultades, siga hacia adelante.

En este contexto nos introdujo el concepto de la dignidad humana. Esta se debe de entender, como el derecho que tenemos a ser valorados. Reconociendo nuestro propio valor, también tenemos el derecho de exigir que nos digan la verdad, que no se nos manipule ni engañe. Por esta razón, la experiencia del propio valor es un tema ético fundamental.

Para entender mejor el tema, el caso del Presidente Obama es un buen ejemplo de dignidad humana. Representa a una persona que, a pesar de su raza, se valoró así mismo tan alto, como para permitirse el desafío de aspirar a la máxima posición de liderazgo en su país.  Este ejemplo muestra como, las diferencias raciales, sociales o políticas, no marcan la diferencia en este tema.

Profundizando en este campo de la dignidad humana, Francisco nos recordó a Kant cuando afirmaba que uno debe de tratar a los demás como uno quisiera ser tratado. El ser humano no puede ser utilizado como un medio ya que desde esta visión es un fin. La dignidad es igual para todos los seres humanos. Esta es la base de la Doctrina de los Derechos Humanos de la ONU a partir de 1948. Fue el punto de encuentro en esa época de quienes representaban muchas razas e intereses.

Avanzando en la charla, el conferencista resaltó que la capacidad de ser líder, depende de la conexión que seamos capaces de hacer con nuestra propia interioridad. Eso permite dar lucidez y desarrollar una fortaleza espiritual. Y esta depende de la capacidad de escuchar la voz interior que cada uno de nosotros tenemos, de sentirla y ponerla en práctica.

Mandela es un ejemplo excepcional del proceso descrito en el párrafo anterior. De joven, estuvo convencido que la violencia era el único camino para lograr el cambio en su comunidad. Todos conocemos su historia y recordamos como, después de 27 años de prisión, aprendió a descubrir el silencio, a entenderse a si mismo para poder entender mucho mejor a quienes eran sus enemigos. Esto le permitió lograr el milagro de transformar un sistema y recuperar su libertad para convertirse en el Presidente de su país, Premio Nobel y un ejemplo viviente de liderazgo interior.

En medio de esta profunda exposición, de este viaje por un territorio desconocido para muchos de los asistentes, surgió la pregunta clave: ¿cuáles son las acciones que nos hacen crecer como personas?. Actos como el de la generosidad, el desprendimiento, el escuchar a alguien con respeto, o el brindarle afecto a otros, serían unos buenos ejemplos que nos harían mejores seres humanos.

Desde este balcón, Francisco nos mostró que las pasiones que lo llevan a uno a la vida, también lo pueden conducir a uno a la muerte. Me explico. La pasión por obtener la libertad, o la de obtener justicia, que son muy positivas, se pueden convertir en acciones que van contra la libertad de otros o a cometer injusticias, lo cual puede ser muy destructivo.  Hay una invitación para que desde el silencio y el discernimiento, se puedan identificar y controlar oportunamente estas pasiones.

Otro ejemplo. La pasión por crear riqueza es muy necesaria e importante para generar progreso en una sociedad. Pero cuando esta se convierte en codicia, en una afán desmedido por poseer cosas, es una pasión destructiva que hay que evitar. También, cuando alguien busca experimentar sensaciones mas allá de límites razonables, abusando de la droga por ejemplo, sus consecuencias personales y para otros son nefastas.

Todas las reflexiones anteriores nos llevaron a un espacio muy interesante: la necesidad de la consistencia y la coherencia en el liderazgo.  Estas dos palabras son claves para el crecimiento interior. Y la pregunta surge: ¿cuándo se sabe si uno actúa de esta manera? La respuesta sencilla que nos dio Francisco fue: cuando se siente paz , alegría interior, claridad. En ese momento se puede afirmar que la acción fue consistente con la llamada interior.

Los Mamos han sido consistentes por generaciones al proteger su medio ambiente. Después de un tiempo, sus acciones se convierten en hábitos.

Como nos lo recordaba el Padre de Roux, la inconsistencia es un problema ético. A pesar de entender lo que se debe hacer, hay una gran brecha al pasar a la acción. Y esto nos pone de frente con el concepto de la libertad del ser humano. El poder escoger actuar de una manera, o de otra, pero aceptando las consecuencias de nuestros actos, lo cual nos lleva al campo de la responsabilidad. Tema, que en el entorno actual del manejo de lo público en Colombia, parecería que como concepto, desapareció.

Por la razón anterior, el crecimiento personal está asociado a la forma que hacemos uso de la libertad, para poner en práctica lo que sentimos que tenemos que hacer y de manera coherente con unos valores que decimos profesar. Para poder avanzar, se necesita tener conciencia de nuestra propia incoherencia e inconsistencia. El hábito se logra a partir de la repetición de acciones coherentes, que se tomen de manera libre.

Una última reflexión que quiero aportar de esta extraordinaria charla que nos dejó como un regalo el Padre de Roux. La importancia de sabernos desprender de lo que nos impida avanzar en el camino del crecimiento personal. La metáfora del escalador al Everest, quien al comenzar su camino, va lleno de artefactos. A medida que sube hacia la cima, los tiene que ir dejando porque se convierten en una carga innecesaria muy pesada de cargar. Al finalizar su recorrido termina con una sola cuerda que le puede salvar la vida.

La falta de consistencia en el actuar de muchas personas en posiciones de poder, en la sociedad colombiana, es una de las principales razones por las cuales somos una sociedad huérfana de líderes en el campo de lo público como Mandela. El tener conciencia de esta realidad, nos permitirá, a quienes tenemos alguna posibilidad de influir en los demás, de demostrar con el ejemplo del crecimiento personal, como se puede construir verdaderamente en Colombia condiciones de confianza para crear capital social. Esto permitirá una forma muy diferente de relacionamiento, de manejo de conflictos a partir de la riqueza de nuestra diversidad cultural.

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