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La escéptica

Semana
23 de agosto de 2009


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-Los hombres hablan mucha mierda –me dijo una empresaria exitosa:siempre usan expresiones probadas con otras mujeres, y no se preocupan por renovarlas.

-Por el contrario, me parece que somos elocuentes –respondí veloz, asimilando el fuerte golpe que le dio a la mandíbula de mi narcisismo, luego de elogiar el aroma de su perfume.

-¡No hombre! Son libretos que intercambian según las circunstancias, frases genéricas que le dicen a todas -perseveró invencible, con su camisa blanca suntuosamente decorada en el pecho y el cuello, una obra de arte digna de la primera dama de un país desarrollado.

Reí de su ácido humor bogotano e intenté calmarla:

¡Pero cómo puede ser eso!

-¡Juran que somos bobas! Que creemos todo lo que dicen. Que por esas pendejadas, a veces divertidas, se los vamos a dar.

-¿Y no es así? –quise saber, pero su mirada homicida me intimidó, así que cambié el rumbo de la conversación: -fíjate que publiqué un libro titulado “Los hombres también pueden amar” en la 22° Feria Internacional del Libro de Bogotá. Donde además tuve oportunidad de conocer escritores, editores y periodistas especializados en el tema.

-¿Y de qué es?

-De que también amamos a largo plazo y con entrega, pues tenemos sensibilidad; no solo servimos para cambiar bobillos, el aceite del carro y cargar las maletas. El asunto está en la manera de elegir la pareja, porque existen innumerables formas de estar juntos.

Me pareció interesada, así que le narré el proceso de cómo lo hice. Desde definir que quería que fuera una obra divertida; hasta cómo luego de que el enamoramiento se transformaba en amor maduro había un duelo por superar, una pérdida por reparar, que, cuando se lograba, hacía posible que perdurara la relación amorosa estable y grata. También le conté que en él proponía una la solución: elegir una pareja más acorde con la naturaleza de cada uno; siendo más sinceros consigo mismos al conocerse mejor. Y continué con mi relato, puesto que esta diosa capitalista parecía no tener afán y me sentía lúcido:

-La noche anterior al lanzamiento de “Los hombres también pueden amar” tuve una pesadilla: alrededor de una mesa con mantel blanco sobre una tarima, estaba sentado con a otros cuatro hombres hablando sobre el libro, al frente estaba el público, no más de tres personas, todas de mi familia, que con ojos acuosos comentaban que la obra era mejor que la última novela de Carlos Fuentes; el salón era del tamaño de un estadio de fútbol, y no te imaginas el frío que hacía.

Continué con el relato, puesto que el lanzamiento en realidad fue todo lo contrario, resultó una maravilla de reunión, con amigos y familiares. En ella, el periodista Jorge Consuegra organizó a la asistencia en un gran círculo, presentó el libro y creó el contexto para la discusión. Luego Fernando Soto Aparicio leyó su prólogo interesante sobre la obra. Por último, Alonso Sánchez Baute dialogó animadamente con los asistentes y conmigo sobre la manera en que se tejieron estos cuentos,  así como el tema y la premisa que subyace a los relatos. Fue una reunión estupenda, quedé completamente agradecido con quienes asistieron, después de todo fue el viernes 21 de agosto de 2009 a las 7:30 de la noche en el recinto ferial de Corferias, se trató de un gran esfuerzo para todos ellos.

-Pues habrá que leerlo –continuó sin inmutarse mi magnífica adversaria. Era imposible calcularle la edad, embellecía sus elegantes anteojos para la presbicia con el pelo azabache, la cara de piel blanca y los delgados labios carmesí. Con seriedad estudiada ocultaba su sorpresa evidente, y remató: -además falta ver cómo le sale su próximo libro, a ver qué tanta creatividad tiene.

Entonces le propuse pesimista:

-¿Almorzamos juntos?

-Bueno, vamos.