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La tigresa china y la fauna de los medios

Semana
20 de julio de 2011

Rupert Murdoch ha sido el campeón de la transformación de los medios en una fauna que siembra el terror entre los famosos, los políticos, los ricos y los desafortunados que caen en sus garras. Su influencia ha llegado a todos los lugares del mundo, en donde algunos medios, tradicionalmente serios, se han contaminado del amarillismo. Afortunadamente, la fauna colombiana es más benigna que la de Murdoch.

 

Llegó a Londres procedente de Australia, en donde su padre había creado un periódico. Murdoch compró en su país otros diarios, algunos de los cuales convirtió en tabloides amarillistas. Con los tabloides financió las operaciones de los periódicos más serios que fue adquiriendo. Estos últimos le dieron inmenso poder político.

 

La misma fórmula la aplicó en el Reino Unido, primero, y luego en los Estados Unidos.  En dichos países, adicionalmente adquirió cadenas de TV y estaciones de cable. Es dueño del respetable diario The Times de Londres, del amarillista Sun y de la basura News of the World (Noticias del Mundo). En los Estados Unidos, es el principal accionista del prestigioso Wall Street Journal y de uno de los campeones del amarillismo, The New York Post.

 

En Londres, News of the World  se convirtió en el más vendido y más escandaloso. Para obtener chismes, información y  fotografías comprometedoras, compraban policías, contrataban detectives y pinchaban los teléfonos de sus víctimas. Actuaban como verdaderas hienas. Todo el mundo les tenía pánico y nadie se atrevía a tocarlos. Hasta que la copa se rebasó con la pinchada del celular de una adolescente que había desaparecido y que, posteriormente, fue encontrada muerta.

 

La descripción de la fauna de los medios y periodistas alrededor de Murdoch fue hecha hacia 1999 en una serie norteamericana titulada “El Canal de los Chimpancés”. Allí se hacía una parodia del barón de la prensa, quien era retratado como el chimpancé mayor.  Cuando adquirió en los Estados Unidos la cadena Fox (Zorro), cuyos canales de noticias tienen una alta influencia entre las audiencias conservadoras, Murdoch aumentó su zoológico. Ha sido acusado de que las instrucciones que da a los periodistas son las de presentar solamente un lado de la historia, e ir despiadadamente detrás de sus presas. Con ello ha contribuido a aumentar la polarización política en este país. Su influencia ha aumentado aún más, no sólo por el apoyo que sus medios brindan a candidatos republicanos, sino porque contrata a políticos para que aparezcan en sus programas. Sarah Palin es apenas uno de los ejemplos.

 

Algunos miembros de la fauna alrededor de Murdoch fueron actores principales de su presentación, esta semana, ante el parlamento británico. A su lado, en la mesa, estuvo sentado uno de sus hijos, el delfín de la familia. De buena figura, en apariencia dulce, resulta peligroso porque ataca cuando menos se espera. Detrás estaba sentada su última esposa de origen chino, Wendi. Aparentemente suave, delicada y tierna. Cuando vio que alguien iba a atacar a su pareja con un plato con espuma, saltó para defenderlo, golpeó al atacante con un derechazo y le devolvió el plato como un proyectil a la cara. La prensa norteamericana ya la ha bautizado como la tigresa china, lista a defender, en este caso no sus cachorros, sino su tigre. Con su rápida reacción, la tigresa china le prestó un gran servicio a Murdoch, quien comenzó a ser visto con un rostro más humano.

 

En otra sala del parlamento, ayer también rindió testimonio Rebekah Brooks, hasta recientemente editora de News of the World. Con su roja melena de leona bien cuidada, distrajo a la audiencia e hizo cara de “yo no fui”. A diferencia del león de la Metro, se abstuvo de rugir frente a los parlamentarios. Sus respuestas fueron apenas suaves ronroneos.

 

Infortunadamente, la influencia del estilo Murdoch y el daño que le ha hecho a la calidad, contenido y prácticas de los medios va más allá de los países en los cuales es dueño de periódicos. Con sus canales de TV y estaciones de cable llega prácticamente a todo el mundo. Su amarillismo y estilo agresivo y polarizador permean los periodismos nacionales.

 

Las páginas y los sitios Web de algunos de los periódicos colombianos también se están comenzando a contaminar. El “editorial” con la foto de la muchacha desnuda, hasta hace unos cuantos años, era el monopolio de El Espacio. Ahora todos compiten por sacar los bustos más pronunciados y los traseros más protuberantes. En su cubrimiento de escándalos internacionales, como el de Dominique Strauss Kahn, no dudan en utilizar como una de sus fuentes al amarillista New York Post. Para no hablar de varios noticieros de la TV, en donde algunas periodistas aparecen con poses de modelo y escotes y faldas que marcan sus encantos. Qué no decir del contenido y títulos de telenovelas como aquella de “Sin tetas no hay paraíso”. Con éstas últimas, nuestro zoológico de delfines, lagartos, culebrones y gatitas en los medios ha sido adicionado con la presencia de vacunos. Para fortuna de Colombia, nuestra fauna es más benigna que la de Murdoch.

 

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