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La tragedia del Invierno: desastre u oportunidad?

Semana
18 de diciembre de 2010

Es muy difícil pasar agachado ante la tragedia invernal que hoy se vive en Colombia. Me acaba de llegar una serie de fotos aéreas del Departamento del Atlántico, donde se ven las consecuencias de la ruptura del Canal del Dique. Los techos de las viviendas es lo único que sobresale, en medio de un telón de agua que cubre miles de hectáreas, que antes eran pastizales y cultivos.

Lo que más me ha impactado de esta secuencia gráfica, son las fotos de las caras de los damnificados del desastre. " La Katrina del Atlántico" es la imagen, como algún columnista ha bautizado esta situación, haciendo alusión a la tragedia que asoló a New Orleans hace unos años.  La diferencia está en que, el problema de ese entonces, se concentró en una zona de los USA. En nuestro caso, las imágenes del Atlántico se extienden por toda la geografía nacional.

Las consecuencias de este desbastador invierno hasta ahora comienzan a calar en la conciencia de los colombianos. Según las cifras que empiezan a emerger, son mas de dos millones de personas las que han sido severamente afectadas. Miles de hectáreas están cubiertas de agua, sacándolas de su actividad productiva por un largo tiempo, que según los expertos, se estima no será menor a tres años para que vuelvan a poderse utilizar.  

¿De que van a vivir las personas que fueron desplazadas por estas inundaciones?. ¿Cómo se van a resolver los temas básicos de agua potable, alimentación y vivienda de tanta gente?. ¿De qué manera se va a enfrentar el reto para reparar los inmensos daños sufridos por la infraestructura vial?. ¿Cómo evitar que esta situación se degenere en problemas muy serios de salud?. Y mientras bajan las aguas :¿ En qué se pone a trabajar  toda esta gente?.

Y una pregunta no menos importante surge como consecuencia de las anteriores: ¿Tenemos la capacidad de gestión para enfrentar de manera eficiente el problema y de evitar que los inmensos recursos se pierdan en el laberinto de la corrupción regional?

La inmensidad de la tragedia nacional solo se puede entender desde la formulación de este tipo de preguntas. Y cuando se traten de buscar las respuestas, es cuando se pondrá a prueba nuestra capacidad como nación, para responder de manera inteligente a todos estos problemas.

Lo que si es evidente es que, la agenda del Presidente Santos y de su gobierno, cambió por fuerza de las circunstancias. También,  se pone al desnudo el descuido y la negligencia de los organismos estatales a nivel regional y nacional en el campo de prevención de desastres.

Casos aberrantes como las 2500 ha en el municipio de Mosquera que se han inundado, a pocos kilómetros de Bogotá, son un ejemplo de lo que no debe pasar. La CAR, organismo que es tan acucioso para enredar en trámites el desarrollo de Bogotá y su región, le volvió la espalda a las señales de alerta sobre los jarillones que no tenían la capacidad de aguantar una crecida del Río Bogotá. Dicho y hecho, hoy esta inmensa superficie se encuentra cubierta por las putrefactas aguas de este caño, mal llamado río. ¿Cuanto tiempo se va a tardar la recuperación  esta área y cuales van a ser las consecuencias en términos de contaminación ? ¿Como va a responder esta entidad por estos daños?. Las mismas preguntas les caben a las entidades  responsables en otras regiones del país.

Me supongo que las personas afectadas ya están alistando multimillonarias demandas por negligencia contra entidades como la CAR. ¿En que se están invirtiendo los multimillonarios recursos que ellas reciben?. ¿A quien le rinden cuentas?. ¿En mano de que grupos políticos están?. Y ante este desastre: ¿Como van a responder?.

A la luz de todo lo anterior caben algunas reflexiones pertinentes. Para ello me remito a una oportunidad que tuve hace unos meses de estar en una comida con la señora Bachelet, ex presidenta de Chile. En esa ocasión le preguntábamos por la tragedia del terremoto en su país y las consecuencias sobre la economía. Su respuesta en ese momento es muy oportuna para nuestra situación. A pesar de lo muy lamentable que había sido el problema, ella lo había abordado como una tremenda oportunidad para actualizar la infraestructura de la región afectada. Esta visión la comparte su sucesor, el Presidente Piñeira.

El terremoto de principios de esta año no produjo los desbastadores daños físicos que se vieron en Haití a pesar de ser de una magnitud mucho mayor. Tampoco, tuvo el costo de vidas humanas 1000 vrs. 250,000. Y en términos de capacidad de respuesta, el estado chileno estaba preparado mientras que en el caso de Hatí su institucionalidad colapsó.

Para los chilenos era claro que estaban expuestos a otro terremoto desbastador como el que los había afectado hace treinta años. Y su capacidad de respuesta estaba estudiada y soportada por un fondo ahorrado durante el boom de los precios del cobre, que les ha permitido enfrentar el problema como una oportunidad.

Si miramos lo anterior y lo contrastamos con nuestro caso en Colombia, los resultados son lamentables. Para arrancar, no contamos con unos ahorros para enfrentar el costo de mas de   US $ 5,000 millones que puede costar responder al desastre, según los cálculos preliminares. Como consecuencia, los recursos que seguramente se tenían asignados para cumplir con el Plan de Desarrollo que se iba a iniciar, tendrán que enfocarse en la reconstrucción, posponiendo otras inversiones claves para el desarrollo futuro del país. Posiblemente nos esperan nuevos impuestos para pagar por el descuido de muchos años y la decidía de una clase política corrupta que no hizo su labor.

Pero lo mas preocupante: no hay evidencia de que el Estado cuente hoy con los mecanismos de gestión adecuados para, ya no solo prevenir, sino para responder de manera eficiente y rápida al problema. De hecho, las escenas que hoy vivimos, son la repetición cada año del mismo fenómeno. El lío está en que, en esta oportunidad, las lluvias superaron por tres veces, el récord histórico de precipitación.  ¿Pero nos podemos sorprender por este invierno, cuando se sabe que el mundo está pasando por unos cambios climatológicos inéditos, consecuencia del calentamiento global?

De la manera que el Gobierno de Santos logre coordinar los esfuerzos de reconstrucción, se aproveche la emergencia para corregir los evidentes problemas de las Corporaciones Regionales, poner a funcionar un sistema de prevención a la altura de situaciones como las que hoy se viven en el país, podremos calibrar a este gobierno hacia el futuro.

Pero el reto no es solo del Estado a todos sus niveles, el problema es de todos los colombianos. La solidaridad, que hasta ahora se ha manifestado, se tendrá que mantener en el curso de los siguientes meses. No podemos bajar la guardia y distraernos con el siguiente escándalo o coyuntura que aparezca. Y debemos entender que el planeta está comenzando a pasar la cuenta de cobro por el tremendo descuido ecológico al que lo hemos sometido. En nuestro caso, el mas grave pecado: la deforestación de las cuencas de los rios.

PD: Y me queda una pregunta final. ¿ Que aprendimos de las tragedias de Armero y Armenia de hace unos años?. ¿ Donde quedaron registradas esas lecciones aprendidas?