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Las locomotoras del Plan de Desarrollo: análisis de su situación actual

Semana
4 de marzo de 2012

Han pasado 18 meses desde que se inició el Gobierno actual. Como ejes fundamentales para su Plan de Desarrollo, se propusieron cinco locomotoras que deben de impulsar el desarrollo del país. Minería, Agricultura, Vivienda, Infraestructura y la Innovación, fueron los sectores escogidos. Se quedaron por fuera temas tan críticos como la Salud y la Educación donde los problemas son unos grandes frenos hacia el futuro.

 

Si se mira desprevenidamente, en los primeros cuatro temas, hay dos áreas donde el país ya hecho avances importantes , como es el caso de la vivienda, la minería y los temas energéticos. En el caso de la agricultura y la infraestructura, desde hace años, el país se raja de manera muy preocupante . En estos dos campos, la incapacidad de tomar las decisiones necesarias, ha sido un lastre histórico cuyo costo es enorme. Esta afirmación se vuelve cada vez mas evidente, ante la decisión de exponer, a la economía y la sociedad colombiana, a la cruda realidad de la competencia internacional.

 

El tema de la Innovación, se planteo como otra locomotora a la cual se le asignó un porcentaje muy importante del incremento del crecimiento futuro del país. Sin embargo, al ver los avances en esta materia, hay muchos semáforos que están en amarillo o en rojo, que muestran temas de mucha preocupación.

 

Para comenzar a analizar los avances en cada uno de las locomotoras propuestas, nos encontramos con un común denominador: la incapacidad de gestión y de control del Estado a nivel nacional y regional. Esta realidad es la que sirve para explicar los retrasos en la inversión que muestra el Gobierno actual, y los escándalos que han reventado en los últimos meses, la mayoría de los cuales, provienen de la herencia que dejó Uribe después de ocho años de gobierno.

 

Las inversiones que se han realizado en el campo minero y de petróleo, explican un porcentaje muy alto de los dineros que han ingresado al país en los últimos años. Esta situación es una buena noticia para el país. Sin embargo, los problemas ambientales, la falta de seriedad jurídica en las reglas de juego y el secuestro por parte de los grupos criminales, de regiones enteras ricas en estos recursos, son los mayores obstáculos que hoy enfrenta el país en este campo.

 

La permanencia de estas barreras , compromete la sostenibilidad y el aporte de  estos sectores  a la economía hacia el futuro. Pero el mayor riesgo, es la incapacidad de la gestión del Estado para enfrentar estas situaciones y ganarse la credibilidad requerida, que muestren a Colombia como un país serio, donde se pueden hacer inversiones con una visión de largo plazo.

 

En el tema agrícola, Colombia tiene dos grandes tareas pendientes. La primera de ellas la está asumiendo el Gobierno Santos de manera valiente con la Ley de Tierras. Con esta Ley, se pretende corregir el zarpaso histórico que dieron las mafias regionales, con el contubernio de los gobiernos locales, empresarios y algunos miembros de las fuerzas armadas, para arrebatar las tierras a los campesinos, que eran sus legítimos dueños. Este problema ha estado en el corazón de la violencia y se ha convertido en un freno muy importante para obtener la paz y el desarrollo de inmensas zonas de nuestra geografía. 

 

Pero el segundo problema, es que no se ha visto al campo como un gran motor para el desarrollo. Brasil y Perú son dos ejemplos donde la agricultura, focalizada en productos de exportación, ha permitido el surgimiento de vastas zonas que antes eran marginales.

 

Hoy se comienza a percibir una oportunidad en los Llanos Orientales , sitio hacia el cual se están comenzando a movilizar importantes capitales. Sin embargo, la capacidad del Estado para gestionar las acciones necesarias y remover las barreras existentes, que impiden avanzar a la velocidad requerida,  seguramente será el factor limitante para que se puedan aprovechar las oportunidades existentes.

 

En el caso de la vivienda, el país ha hecho progresos muy importantes. Sin embargo, hoy hay serios peligros por la incapacidad de las administraciones locales, para gestionar la habilitación de nuevas tierras para el desarrollo de esta actividad. El caso de Bogotá es tremendamente complejo, porque las administraciones del Polo y ahora de Petro, no han tenido una visión clara sobre el problema. El resultado: precios de tierra que están encareciendo de manera muy peligrosa los valores finales de la vivienda. Los propietarios de los pocos terrenos existentes, son los que se están beneficiando de esta situación. 

 

Capítulo aparte merece el tema de la infraestructura del país. Los nefastos ocho años de Uribe en este campo, con su ministro estrella Uriel Gallego, no solo dejaron incontables escándalos de corrupción, sino que nos hicieron perder un tiempo invaluable. En este campo, las fallas en la formulación, ejecución y control de proyectos han sido patéticas.

 

Durante los 18 meses del Gobierno Santos, Germán Cardona, ministro de Transporte de esta administración, ha buscado entender y tratar de corregir los entuertos heredados. Pero el mas grande reto que tiene, es recuperar el tiempo perdido, modificando las reglas de juego para evitar mas abusos y pérdida de recursos. La primera decisión tomada, está encaminada a evitar las licitaciones basadas en proyectos incompletos y mal estudiados. Suena de perogrullo, pero en la era Uribe, esta fue la regla y no la excepción. El siguiente paso es controlar que, efectivamente los contratistas y los interventores, asuman sus responsabilidades y no abusen de las debilidades en la gestión del Estado.

 

Y finalmente la Innovación como política de Estado. Mi primer gran preocupación, es que se formuló como un tema aparte y no como la gran sombrilla que debería servir para encontrar soluciones creativas, a los problemas existentes en las demás áreas escogidas y en las que se quedaron por fuera. Mi segunda preocupación es que no hay una persona responsable del desarrollo de esta política.

 

Hace un año, la responsabilidad para la ejecución de la Política, se dividió entre Colciencias y Planeación Nacional. La primera entidad no ha logrado en estos meses, hacer los ajustes organizacionales necesarios, para enfrentar sus nuevos desafíos. La segunda entidad se quedó sin una cabeza que entendiera el tema y lo impulsara. Para el nuevo Director la Innovación no está entre sus prioridades. Ahora aparece Bancoldex con nuevas responsabilidad en esta materia, para lo cual necesitará contar con una organización y nuevas competencias. Todo esto toma tiempo y este es un recurso que el país ha malgastado de manera miserable.

 

Pero el problema mas grave está en lo local. Hoy hay nuevas administraciones para quienes el tema es atractivo, mas por el botín de las regalías que van a recibir, que por la posibilidad para generar proyectos de Innovacion, que deben de surgir de la convicción de que es un tema estratégico y vital para el desarrollo. A esta situación se le suma la muy débil institucionalidad vigente en cabeza de los Consejos Regionales de Competitividad y los Codecit, donde estos temas deben de coordinarse bajo una visión global  y apoyarse en las alianzas público privadas. En este campo la desconfianza se nos convierte en la gran barrera para superar.

 

Cuando una política como la Innovación no tiene dueño visible y tiene que enfrentar el tremendo reto de un cambio cultural , las posibilidades de que tenga éxito son muy remotas. Máxime cuando este cambio está caracterizado por la capacidad de construir confianza, colaboración, aceptación de la diversidad y el asumir  riesgos aceptando que se puede fallar. Este reto es aun mayor en lo que respecta al papel del Estado en sus diferentes niveles. Y este es un gran vacío que si no se atiende, se estará perdiendo una oportunidad histórica para Colombia.

 

Para finalizar, hay un gran problema con las entidades de Control del Estado. Para que el Gobierno pueda facilitar el despliegue de la Política, se va a necesitar una visión muy diferente del papel de estas entidades en los temas relacionados con la Ciencia, La Tecnología y la Innovación.

 

Hoy, ante los escándalos recientes, que han salpicado al Estado, como regla general, la presunción de estos entes de control, es la de la desconfianza.  El resultado: la parálisis de los funcionarios públicos.

 

Ante la posibilidad de tener que pagar con su propio patrimonio,  y con varios años de cárcel, por firmar contratos que impliquen perdida de recursos públicos, los proyectos importantes quedan egabetados en el baúl de los recuerdos. Esta es la realidad que están viviendo todas las entidades que tienen que aportar a la Política de Innovación.

 

Esta actitud contrasta con la de otras partes del mundo, donde el Estado asume riesgos de perder recursos dedicados a promover proyectos de Innovación, como es el caso de Israel o en los Estados Unidos. En estos países se reconoce que el riesgo a fallar es parte del juego.

 

En resumen, una gran barrera que tenemos en nuestro país, es la falta de la capacidad de gestión del Estado a todos los niveles. También lo es, el no actualizar los mecanismos de control,  para enfrentar los nuevos retos del desarrollo. Pero el mayor desafío está en ajustar nuestros modelos mentales y reconocer que no es suficiente cambiar las normas, o diseñar nuevas políticas,  para lograr los resultados esperados para modernizar la estructura productiva y jurídica en Colombia. Recordando a Albert Einstein, cuando mencionaba que la mejor definición de locura es buscar resultados diferentes, manteniendo nuestra manera de pensar.