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Mariquitas lesbofóbicos

Semana
18 de noviembre de 2007

Una muestra de la Violencia contra las mujeres

En culturas machistas, falocráticas y heterosexistas, es frecuente la misoginia. La discriminación de la mujer se expresa de muy diversa formas, desde las más explicitas, como la violencia física, pasando por la exclusión social, hasta llegar a las más sutiles, como el uso de un lenguaje masculino para comunicar sobre las mujeres.

 

En muchos lugares del mundo, las mujeres han construido procesos teóricos y vivenciales que han apoyado la construcción de discursos de los derechos sexuales entendidos como derechos humanos. Los avances de las feministas apoyaron el desarrollo de las organizaciones gay y la comprensión sobre el género femenino condujo a la teorización sobre las masculinidades y los tránsitos identitarios de género.

 

A pesar de ello, la violencia que se sigue ejerciendo sobre las féminas biológicas y aquéllas que se han reconstruido quirúrgica y emocionalmente como tales, lo que motivó que el jueves 22 de noviembre se haya tomado como la conmemoración del “Día de la No Violencia contra la Mujer”.

 

A pesar de los aportes al movimiento homosexual y a la consolidación de las organizaciones LGBT, en éstas el desarrollo sigue siendo desigual entre hombres y mujeres, y en consecuencia, entre homosexuales y lesbianas.

 

En la noche del pasado jueves 17 de noviembre tuve la oportunidad de asistir a una muestra institucional que proveía información sobre las sexualidades, los derechos de las minorías sexuales y su relación con el sida. Me sorprendió encontrarme, justo en España, un país que tiene una ley sobre equidad de género, una manifestación tan flagrante de  lesbofobia: tan sólo había en la exposición un cartel que había sido hecho específicamente para las lesbianas de la tercera edad, población a la que casi en ningún país se acepta fácilmente en las organizaciones LGBT (bueno, tampoco a los hombres en esa edad se le abren mucho las puertas).

 

Sin embargo, había carteles y tarjetas sobre hombres osos, trabajadores sexuales, gay con sida, hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH) que viven con sida, guías de recursos para hombres trabajadores sexuales, derechos de los HSH que viven con sida; inclusive había folletos y plegables que hablaban en sus portadas de la comunidad LGBT, pero que en sus páginas internas no ilustraban con mujeres y mucho menos con genitales de mujeres.

 

Solo encontré en lo expuesto  (que no es la totalidad de lo producido, sino lo que les ha llegado de las organizaciones LGBT españolas, de la Federación que las agrupa y de agencias del estado), una cartilla producida por el Grupo de trabajo sobre tratamiento del VIH de Barcelona que ilustra con figuras de ambos sexos, ligeramente sexuadas pero cuya orientación sexual se desconoce, y otro material del Departamento de Salud de la Generalitat de Catalunya  que presenta ilustraciones de diferentes orientaciones sexuales, pero igualmente poco explicitas en cuanto al manejo de la genitalidad.

 

Me ha llamado la atención, en el poco tiempo que llevo en España, el trabajo de Gehitu de San Sebastián, organización en la que hay una presencia fuerte de mujeres y que produce muy buenos materiales en este campo, pero una aguja en un pajar no es una muestra representativa de lo que sería necesario para armar un buen costurero.

 

No quiero decir que las organizaciones LGBT no produzcan información sobre y para las lesbianas, sino que considero que, comparativamente, el porcentaje de estrategias es mucho menor y que esto es una muestra no solo de la lesbofobia, sino en general una representación de la violencia que se ejerce contra las mujeres y su sexualidad.

 

Si en España llueve, en América Latina no escampa. A pesar de ello, deseo destacar que en Bogotá (no en toda Colombia) las lesbianas han jugado en los últimos años un papel muy activo en el trabajo discursivo y político, tal y como sucede en España y en otros países latinoamericanos, pero que, a pesar de que se incrementan los esfuerzos, nos hemos quedado en ello y las organizaciones aún no trabajan en equidad de géneros, aun cuando conceptualmente se entienda que hacerlo es necesario.

 

Tengamos en cuenta que mientras hombres y mujeres no seamos iguales en la práctica será imposible erradicar las diversas formas de violencia contra las mujeres.