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Matón matonea a matón

Semana
8 de agosto de 2012

Alejandra Azcárate, quien escogió como blanco de su sobre comentada columna de opinión a un grupo social cuya autoestima depende de meses de dietas inútiles y una industria de cosméticos multimillonaria, es ahora la víctima. Su columna no pretendía ser, según ella misma dijo en medios diversos, más que un recordatorio de la época escolar cuando la bonita se reía de la gorda y ésta no veía otra opción que mofarse también de sus propios defectos para así evitar que doliera menos ser llamada: “sapo desparramado".

 

Sin embargo, ahora nadie puede mencionar tal columna sin expresar un gesto de apoyo hacia la pobre modelo, quien sufre las consecuencias de lanzar sus prejuicios maquillados de mala sátira. Más en un país donde el sólo hecho de catalogarse como de izquierda o de derecha amerita amenazas.

 

Para algunos, la solución a esta diatriba parece ser amenazar con lanzar ácido a la cara de la autora en escarmiento a su posición de mujer “hermosa” y burlona. Solo una sociedad enferma produce individuos que creen que arruinar la carrera de una actriz quemándole la cara, resarce el daño del pseudohumor pretendido en una columna de opinión.

 

La pregunta de fondo sería: ¿es culpable una cultura, soportada en la impunidad, por permitir que algunos se sientan libres de hacer amenazas de ese tipo?  O, ¿se requiere un tipo de personalidad patológica para imaginar siquiera realizar ese tipo de actos?

 

Una tradición milenaria

 

El matoneo es parte de nosotros. Somos herederos de una sociedad que creó autodefensas en algunos sectores rurales para acabar con las FARC y que pretendió silenciar la oposición masacrando uno a uno a sus miembros. Víctimas de un mal que data de los inicios de esta tierra como colonia, alabamos a nuestros líderes no basándonos en su capacidad para conciliar con la oposición, sino en saber hasta dónde consiguen matonearla hasta disminuirla.

 

No obstante, parece no ser algo de idiosincrasia exclusiva de estas tierras. Los asesinatos ocurridos en Colorado a manos de James Holmes el pasado mes de julio, ponen de manifiesto que las acciones violentas injustificadas no aparecen sólo en un país marcado por una tradición de violencia. Sino que también tienen brotes en sociedades “desarrolladas” donde el imaginario de lo violento parece conservar aún su condición de alarmante. El asesinato de los espectadores de una película, revivió entre la opinión el manido interrogante respecto a la enfermedad mental: ¿Un psicópata nace o se hace?

 

Existen múltiples reportes en la literatura médica, que apoyan la explicación de que el maltrato infantil está vinculado directamente con rasgos de la personalidad psicopática en la adultez. Personalidad marcada por altos niveles de impulsividad y poco cuidado en la estructuración de eventos en contra de otros individuos de la comunidad.

 

Son numerosos los casos de sociópatas que sufrieron abusos durante la infancia. El más famoso de ellos, al menos en el país, es el de Luis Alfredo Garavito quien es culpable de violar y asesinar a más de 150 menores. Garavito además de haber sido abusado física, psicológicamente y sexualmente por su padre y un vecino, también contó con un sistema judicial complaciente, que le permitió recorrer varios departamentos cometiendo crímenes con un modus operandi descuidado tardando mucho en ser capturado.

 

Como el de Garavito, son incontables los casos de abuso que salen a la luz cuando ya es tarde para implementar medidas correctivas sobre los niños abusados, y lo único que queda es intentar intervenir las secuelas o capturar a los delincuentes. 

 

Desafortunadamente, nuestro sistema de salud opera igual. Sólo durante los últimos años algunas Empresas Prestadoras de Salud (EPS) se han percatado de que prevenir las enfermedades es mucho más barato que tratarlas. Cada vez son más los pacientes que tienen acceso a la cirugía de derivación gástrica, o las entidades que invierten en el refuerzo de sus programas de riesgo cardiovascular o de hospitalización domiciliaria. Sin embargo, aún no se cumple con el punto de lo ideal y el camino sigue siendo largo en materia de prevención médica, así como en cuanto a prevención y atención del abuso infantil.

 

A pesar de las nuevas políticas en materia de salud mental dirigidas a aumentar la cobertura en terapias farmacológicas, aún se siguen dejando en segundo plano terapias multidisciplinarias, sin cuyo conjunto es muy difícil implementar programas de atención integrales. Terapias multidisciplinares que abarcan el tratamiento de factores familiares, psicológicos y ambientales, que influyen en la salud mental de las personas, así como en las relaciones que se construyen al interior de los integrantes de una comunidad.