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Mensaje para fin de año

Semana
17 de diciembre de 2009


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Tal como sucedió en el comercio, el espíritu navideño apareció en Pura Vida a la mañana siguiente de la Noche de las Brujas. Así que luego de demoradas reflexiones redacté este mensaje propicio para ésta época, además el primero que jamás escribí a propósito del final de año. Y me parece que estas ideas son pertinentes para gente de cualquier afiliación: igual podría ser ateo, cristiano, musulmán, budista, agnóstico u otra religión.

Que esta navidad sea llevadera y el siguiente año supere al que termina. Con tiempo para digerir las enseñanzas que quedaron y poner ese conocimiento en práctica antes de que sea demasiado tarde, ya que no hay necesidad de esperar a una catástrofe mortal para pensar sobre lo que se figura verdaderamente importante; la arrogancia, muy semejante a la estupidez, es un mal terrible que interfiere la capacidad de criticarse y reconocer la participación personal en desastres y aciertos. Con la esperanza de terminar el próximo con el cuerpo saludable y en una sola pieza, en especial, capacitado para disfrutar: gozar más atardeceres, saborear amaneceres con mayor frecuencia y, por qué no, compartir una que otra tarde lluviosa. Es seguro, se requerirá tolerancia y gratitud, así como habilidad para encontrar belleza, que también existe hasta en el panorama más brumoso, y descubrir que nada es solamente lo que parece ser. Dará paz emplear menos tiempo envidiando y debatiendo intimidades de otros, es decir, olvidarse de la privacidad de los demás, así no se parezca a la propia, y será mejor aceptar que lo malo y lo feo hacen parte de lo bueno y lo bello; tal vez con menos gestos reprobatorios, antipáticos y hostiles, la vida sea más agradable y el bazar de la humanidad se transforme haciéndose más acogedor. Las fantasías que se desvanecieron abrirán paso a otras novedosas, tal vez más realistas, satisfactorias y viables, junto con estados del alma más dóciles y lúcidos. Por último, que logren superar con diplomacia el abismo trágico en que la fatalidad lanzó sin consideraciones a muchos maridos, como Tiger Woods, quienes comparten el destino aciago de hundirse en el ostracismo doméstico, hombres a quienes los desprecia hasta el perro de la casa y sobreviven en ese despeñadero conyugal en el más estricto celibato y el desprestigio más irreparable. Y a los lectores anónimos, al igual que los conocidos, a todos los que siguieron estos blogs durante el año con regularidad y paciencia, de igual manera a quienes los comentaron, así como quienes no lo hicieron, les agradezco que hayan encontrado interesantes estos escritos.