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¿NECESIDAD DE FUNDAR UN NUEVO ESTADO?

Semana
3 de octubre de 2011

Cómo contener el grave problema político y electoral que afecta la buena marcha de nuestra sociedad, especialmente la participación política de nuestros ciudadanos, pues el problema es básicamente electoral, se dice, por ejemplo, que hay varios departamentos con candidatos fuertes, a gobernaciones y alcaldías importantes, supuestamente respaldados por apoyos de dudosa procedencia, lo que terminará por destaparse especialmente si estos ganan, aunque cada vez entiendo menos esta lógica de buscar estos respaldos, con tantos políticos condenados o detenidos, precisamente por estos vínculos non sanctos. 

 

 

Según el último informe de la MOE (http://www.moe.org.co/home/doc/moe_juridica/2011/07%20informe%20moe%20juridica.pdf), el 19 de septiembre se habían generado 1561 reportes oficiales sobre irregularidades y anomalías electorales, entre los que destaco, 33 por financiamiento ilegal, 177 sobre violencia política, 195 por vínculos con grupos ilegales, etc. Tal parece que nuestra política funcionara con una lógica masoquista.

 

Qué tal el caso del ex-senador Juan Carlos Martínez por ejemplo, es francamente patético, mientras los medios registran la campaña política que viene adelantando desde su sitio de reclusión (https://www.semana.com/nacion/hombre-maneja-medio-pais-desde-carcel/164289-3.aspx), las autoridades lo trasladan y a la vez le dan permisos por “buena conducta”, para que vaya a pastorear a su rebaño y aceitar la poderosa maquinaria del “nuevo patrón” como lo bautizó recientemente Daniel Coronell (https://www.semana.com/opinion/nuevo-patron/164679-3.aspx).

 

Esto lo que muestra es una gran decadencia e impotencia de nuestro sistema político y electoral, así como un clamor sobre la necesidad de una reforma radical que impida estos abusos, en mi juicio lo que se necesita es una Constituyente que ayude a redefinir el hoy desequilibrado sistema de pesos y contrapesos de las ramas de poder público, para que podamos disfrutar de una división tripartita real, no meramente formal como hoy, en la que el Congreso está francamente disminuido frente a los demás poderes del Estado.

 

Es necesario dar el debate entre la conveniencia del parlamentarismo o el presidencialismo, aunque la notoriedad de ciertas actuaciones, verbigracia, las varias y desacertadas declaraciones del senador Corzo como Presidente del Congreso, hagan dudar de la bondad de entregar la orientación de los asuntos internos del país al Legislativo, pero aunque nuestro parlamento cuenta con gente muy valiosa, es un problema estructural, además que no me refiero al actual sino a uno reformado, fortalecido y digno, como lo sentimos bajo la Presidencia de Benedetti, especialmente por el cada vez más importante lugar de Colombia dentro del contexto de las naciones.

 

Debatir si optamos por el unicameralismo o decidimos mantener el actual sistema bicameral, decidir si se mantienen algunos privilegios de los altos funcionarios del Estado colombiano y asuntos similares.

 

Vital se hace definir una reforma a fondo de nuestro sistema de Justicia que refuerce la diligencia que ha tenido la Corte y la Fiscalía en el juzgamiento de causas taquilleras pero que a la vez se vuelva eficaz el sistema judicial de forma que no tengamos que volver a ver vergonzantes informes como el del Banco Mundial, recientemente publicado por CM& (http://www.cmi.com.co/?n=70766) que colocó a Colombia en el puesto 178 entre 183 países, es inaudito que mientras aquí un proceso dura en promedio 1346 días, en países como Afganistán, Bangladesh, Surinam, Zimbawe y Zambia, duran la quinta parte del tiempo. Solo la pronta y cumplida justicia es lo que podría ayudar de veras a acabar con la corrupción y no tan sólo “a disminuirla a sus justas proporciones”.

 

¿Cual es el Estado que queremos para Colombia? ¿Cómo vamos a lograr la Paz?  ¿Cómo se van a conformar los poderes? ¿Cómo vamos a construir una nación libre del cáncer de la corrupción?  ¿Cómo vamos a moldear una sociedad más igualitaria, en la que no existan privilegios y si ocurriere, estén plenamente justificados; una sociedad de la que desaparezca por completo la miseria, la pobreza y la falta de oportunidades que afecta a un gran porcentaje de nuestra población e impide que niños y jóvenes valiosos dar lo mejor de si para engrandecer cada día más a esta nación.

 

Para eso son las elecciones, no para empoderar a personajes que no lo merecen.

 

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