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No graduarle enemigos a la Constitución en sus 17 años

Semana
4 de julio de 2008

 

Plural, el centro de estudios que agrupa a un buen número de constituyentes de 1991, organizó un desayuno con unas 40 personas para conmemorar los 17 años de expedición de la Constitución.

 

Muy pronto, con el café, comenzaron mis sentimientos encontrados.

 

A la Constitución le conviene ser defendida por la izquierda y por la derecha. Pero la mayoría en la izquierda quisiera graduar a la derecha de “enemiga” de la Constitución.

 

Como dijera López Michelsen (¿o fue López Pumarejo?), no hay que graduar a la gente de enemiga ...porque le da por ejercer.

 

Hay que distinguir entre la derecha de Fernando Londoño Hoyos y las otras.

 

Esa insistencia en graduar a Àlvaro Uribe de enemigo de la Constitución ignora que es, ante todo, un político pragmático.

 

El presidente comenzó de “enemigo” de la Corte Constitucional, por cuenta de Londoño Hoyos, y una vez ésta pasó la reforma de la reelección, le dio la espalda a la Corte Suprema, aparentemente más afín, en su momento, a las ideas de Casa de Nariño.

 

Hoy, se diría, el Presidente sí es “enemigo” de la Corte Suprema.

 

Carlos Gaviria fue el más elocuente en el desayuno con la pretensión de adueñarse la izquierda, con aire de altruismo y exclusividad, de la defensa de la Constitución.

 

Algunos constituyentes enfatizaron la necesidad de defender la Constitución de cambios al calor de la coyuntura, y hubo asentimiento.

 

No quise incomodarle los huevos revueltos al ex magistrado Gaviria señalándole que la propuesta del Polo de convocar una asamblea constituyente no es muy coherente con la defensa de la Constitución. De hecho, no la mencionó y los demás tuvimos la cortesía de no recordárselo (hasta donde estuve).

 

Por fortuna, no sólo los amigos de la Constitución son incoherentes, sino sus “enemigos”. Si este Gobierno hubiera sido de verdad “enemigo” de la Carta de 1991, probablemente le habría echado en contra el 84% de popularidad.

 

Hubo un presidente de la república, muy cercano a la izquierda él, que  quiso echarle la culpa de no poder gobernar a la Constitución, pero por fortuna no tenía 84% de popularidad.

 

Ciertamente la reelección quiebra el equilibrio de poderes, pero pocos dirían que ese era el objetivo de Uribe. “Quebrarle una vértebra” a la Carta fue el costo que, en últimas, la institucionalidad admitió.

 

¿Por qué la Corte Constitucional, con experiencia en condicionar la constitucionalidad u ordenar cosas al legislador y al ejecutivo, no señaló en su fallo sobre la reelección que era necesario tramitar una reforma para evitar que el Presidente, si era reelegido, terminara dominando la Junta del Banco de la República, por poner un ejemplo?

 

Hay que ir con calma en eso de graduarle enemigos a la Constitución como recurso de la lucha política.

 

Tres  curiosidades de la reunión:

 

* El constituyente Otty Patiño, desmovilizado del M-19, dijo que “Por la vía de la victoria (militar) estamos llegando a la paz” y “Con la Constitución de los derechos humanos se puede ganar la guerra”.

 

* El ex canciller Augusto Ramírez Ocampo citó o parafraseó a Laureano Gómez: “Estamos como briznas de hierba en las manos de Dios” (Dios vendría a ser el presidente Uribe).

 

Ese fue otro sentimiento encontrado por una conferencia de Laureano en 1928 que un amigo gringo me ha recordado recientemente.

 

* El excelente humor del constituyente conservador Hernando Yepes: “No siempre se puede contar con la prudencia” (en la vida pública colombiana), entre otros apuntes.