Home

Blogs

Artículo

Petro: espíritu, forma y contenido. Lección para la izquierda

Semana
10 de noviembre de 2012

El alcalde Petro piensa que lo quieren ‘destruir’ y actúa como si su misión fuera ‘destruir’ el ‘modelo de ciudad’ y construir uno nuevo (en cuatro años).

 

Es un síndrome (de ‘destrucción’) que anula su espíritu reformista, si lo tuvo realmente, y lo convierte en un revolucionario maniatado, frustrado por el Estado de Derecho.

 

El problema de Petro no es su ya lejano pasado guerrillero, es su lenguaje (desde que estaba en el Congreso): muy revelador ahora que tiene poder ejecutivo.

 

Antonio Navarro, por ejemplo, con un pasado esencialmente igual, no tiene ese problema.


Según Gustavo Petro:

 

"Si hay revocatoria, tendrán que destruir primero a los sectores populares" (en Semana)

 

“No han podido destruir nuestro gobierno” (en El Tiempo)

 

“Hay funcionarios del Gobierno Nacional que buscan “destruir” las relaciones entre el Distrito y la Nación” (en twitter).

 

No se trata nada más de un exceso con el verbo ‘destruir’. Se trata de una forma de entender la política. No lo dice claramente, pero Petro quiere hacer lo mismo con muchas políticas, por el afán de “llevar la contraria”.

 

Por muy genio que fuera no podría diseñar un modelo de ciudad alternativo, coherente y viable en tan poco tiempo.

 

Para no hablar del caso de la Avenida Longitudinal de Occidente, que el alcalde puede identificar con la clase dirigente tradicional, está su ataque reciente a los megacolegios, una obra de la izquierda en la ciudad.

 

Con datos inexactos, dijo que los megacolegios propician el matoneo escolar, y soltó una de esas frases con las que insinúa que su contradictor puede ser un ‘mafioso’, sin reparar en la lógica:

 

No nos interesa hacer joyas arquitectónicas con jugosos contratos, nos interesa que al interior de la instalación se dé el máximo de saber a los muchachos”.

 

El espíritu ‘destructor-constructor’ se expresa, necesariamente, de una forma anti-democrática y anti-técnica.

 

Anti-democrática porque en la democracia suelen estar representados muchos intereses y no se les puede arrollar (destruir) sin romper ciertas reglas, y menos con una representación minoritaria del electorado.

 

Anti-técnica porque las decisiones del gobernante no responden a soluciones de problemas estudiados, sino a cálculos de una lucha política que se desarrolla a través de los medios de comunicación.

 

Y esa forma de entender la política descarta de plano soluciones técnicas identificadas con los adversarios.

 

¿Qué pueden contener las formas anti-democráticas y anti-técnicas? Con frecuencia, ideas equivocadas y/o inviables.

 

El contenido del cambio está menos dictado por la ideología que por compromisos de equilibrio entre valores, ideas, recursos, tradiciones, instituciones y líderes plasmados en diseños más o menos finos.

 

El contenido dictado por un ‘déspota ilustrado’ es una simple ilusión, megalómana y ridícula, que pretende obligar a los técnicos a darle gusto al ‘despota’. Y sabido es que la izquierda colombiana tiene una débil tecnocracia. 

 

La lección básica para la izquierda (del futuro) es dejar a Petro en el pasado. @DanielMeraV