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¿Petro justifica o explica cuál violencia? La retórica de las causas

Semana
24 de mayo de 2010

 
Este domingo en El Tiempo Mockus le dijo a Yamid Amat: “Hay una gran desigualdad, pero no la conecto causalmente con la violencia”.

Una reafirmación de su anterior (Petro) “sigue teniendo teorías que, de algún modo, directo o indirecto, justifican la violencia”.

Y Petro no se arredra:  “Idea de que la equidad social permite salir de la violencia empieza a adquirir fuerza”, repite.

Primero, después de quince días de discusión apasionada en la izquierda: ¿de qué tipo de violencia estamos hablando?

Pongamos, provisionalmente, que hay tres tipos de violencia:

La violencia social,  que refleja, esencialmente, falta de domesticación de los impulsos primarios (el maltrato intra-familiar, las riñas de vecinos borrachos, el matoneo estudiantil, etc);

la violencia criminal, que es premeditada y tiene casi siempre una finalidad económica (el atraco, el sicariato, el secuestro, etc); y

la violencia política, que declara tener  fines políticos y altruistas.

¿Estarán englobando,  conscientemente, estos tres tipos en un genérico “violencia”? Por el contexto, sin embargo, pareciera que están hablando principalmente  de la violencia política.

Segundo, estas “teorías de Petro” no son solamente de Petro o del Polo. En realidad, tienen una amplia presencia en la cultura política colombiana.

Un  ex presidente conservador, Belisario Betancur, creyó hace 28 años en las “condiciones objetivas” de la violencia guerrillera e intentó un proceso de paz.

Luego otro mandatario de origen conservador, Andrés Pastrana, llevó a ‘Raúl Reyes’ y a otros, de San Vicente del Caguán al norte de Europa, a que vieran  modelos de sociedades de bienestar sin violencia.

En esta campaña, como reseñó Armando Neira en su blog de lasillavacia.com, Rafael Pardo, dijo, en Medellín,  “que para acabar con la violencia en Colombia”:

“hay que llevar desarrollo a las zonas de conflicto, dignificar a las víctimas, acompañar a los desplazados”, “erradicar la pobreza” (…)  porque, de lo contrario, “seguirá la violencia”, “no habrá paz” y los “armados seguirán fortaleciéndose”.

Y Óscar Sánchez, columnista de El Nuevo Día, de Ibagué, señaló que en la Propuesta de Gobierno de Mockus-Fajardo  puede leerse  esto que no es tan lejano a las teorías de Petro:

“Para que nadie recurra a la violencia y la ilegalidad, que permanecen vivas entre nosotros, se requiere construir oportunidades sociales y económicas legítimas. Dicha construcción debe reconocer las profundas desigualdades del país”.

La diferente valoración de la misma idea en boca de Belisario, Pardo y Petro, obedece a que Petro sí empuñó las armas con esa “justificación”.

Tercero, esta discusión tiene cara de ser típicamente local, colombiana.  Los países con niveles de desigualdad y de pobreza similares a los de Colombia, pero sin guerrillas de inspiración marxista-leninista, ¿cómo hacen para no perderse de tener su versión de este debate nuestro?

Por los estudios que se recuerdan,  probablemente “no hacen”.  En un país promedio, si un político dijera “hay que hacer  reformas sociales  (...) que conduzcan a quitarle oxígeno a la violencia" (Petro 2008), le pedirían precisar cuál violencia (y cuáles reformas).  Aquí no.

Pongamos que se trata de un país con un pico de violencia criminal. ¿Les dirán a los electores que en vez de policías, tecnología y justicia eficiente para lidiar con los criminales se utilizarán trabajadoras sociales y subsidio al desempleo?

Considerando que muy pocos desempleados delinquen, ¿se premiará a los que sí? Si la pobreza  y la desigualdad, sobre todo si se presentan juntas, “dan oxígeno”  a la violencia (criminal), ¿por qué no proponen reformar el código penal para establecer  la pobreza como atenuante?

Para comenzar, porque las personas criminales o con propensión al crimen son un segmento poblacional identificado e identificable, con la ayuda de científicos sociales. Lo otro es creer que todos los pobres son sospechosos de propensión al crimen.

Si es un país con una epidemia de violencia social, ¿interviene específicamente con educación para la convivencia, instituciones de atención especializada inmediata, control social de comportamientos, etc, o acomete  una  redistribución del ingreso, una reforma urbana  u otros mecanismos de equidad social?

Ciertamente, para el ejemplo de la reforma urbana, miles de familias hacinadas  son caldo de cultivo de violencia intra-familiar, pero no es posible decirle al señor que puede seguir maltratando a la señora o a los niños mientras se construye una urbanización popular decente y su familia puede pagar lo que le corresponde.

O en la práctica sí se dice eso, si uno es un retórico que habla mucho de la equidad y la violencia, de “las causas” de lo que la gente está padeciendo,  y prefiere una secuencia de soluciones más ideológica que práctica.

Ahora, si es un país con violencia política (o terrorista), ¿por qué darle mayor credibilidad al  discurso de los insurgentes que al de los liberales o los jesuitas, por ejemplo, frente a las consecuencias políticas de la desigualdad? ¿Por las armas que tienen?

Se llama retórica de las causas armada, y no buena retórica.

La pobreza no genera violencia política automáticamente; para eso se necesita ideología, recursos y organización.  Es increíble que sea necesario repetir esto.

Por último, la distinción entre “justificar” y “explicar” en este debate, la hizo el profesor Luis Fernando Medina en el texto “Debo terminar aquí mi acompañamiento a Mockus” (por haberse distanciado, explícitamente, de las “teorías de Petro” ).

La justificación es una expresión de acuerdo moral con el acto. La explicación, en cambio, es la constatación de que la otra persona, en tanto que sus actos responden a circunstancias externas, tomó una decisión racional o, por lo menos, inteligible a los ojos de un observador”.

Pues bien: el papel de los políticos es más normativo (agentes  de valores) que “explicativo”. Petro no está aspirando a ser profesor de sociología, digamos, sino a Presidente de la República, que es muy distinto.

Anticipo una respuesta a la acusación de “extremismo de derecha”. Muchos estamos esperando el “advenimiento” de la nueva izquierda, una que “adopte el canon reformista liberal, rompiendo del todo con la matriz intelectual marxista”.

Luego de eso con mucho gusto discutiremos de derecha e izquierda.

La violencia ya no es admitida como partera de la historia. Punto.