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¿Por qué es difícil ir al psicoanalista?

Semana
29 de enero de 2010


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Por el Paraíso Terrenal corría un río tan puro que los árboles no dejaban que el sol ni la luna lo iluminaran directamente, se escuchaba música y se veía una procesión: eran veinticuatro ancianos, uno de ellos sonámbulo, y todos vestidos de blanco, además había cuatro animales, cada uno con seis alas tachonadas con ojos abiertos. También venía un carro tirado por un grifo, animal mitológico león y pájaro a la vez que representaba al demonio. A la derecha bailaban tres mujeres, una de ellas roja, y a la izquierda cuatro vestidas de púrpura, una de ellas con tres ojos. Cuando el carro paró, emergió de él una mujer velada vestida de color fuego y adivinó que se trataba de su amada, pues sintió el amor de otras épocas y tuvo miedo porque estaba solo, y con justa razón, puesto que ella le ordenó que llorara por sus culpas en lugar de su desesperación y luego con ironía le preguntó cómo se atrevía a pisar el antiguo jardín. Entonces volaron ángeles mientras ella enumeró una vez más sus extravíos, en especial el abandono, le explicó que no encontró otra manera de salvarlo sin mostrarle los réprobos. Entre tanto, los demás escucharon al obligarlo a confesar en público, la mayor humillación para él. Finalmente ella desapareció y un águila, una zorra y un dragón atacaron el carro, rodaron siete cabezas, hasta que un gigante y una ramera ocuparon su lugar.

Varios comentadores trataron de descifrar ésta escena de La Divina Comedia, pero solamente Jorge Luis Borges (1,899-1,986), quien además la consideraba la más asombrosa de la literatura, en Nueve Ensayos Dantescos la interpretó como pesadilla apoyado en su lúcida y conocida tesis de que enamorarse es crear una religión cuyo dios es falible. Razonó que Beatriz desairó a Dante Alighieri (1,265-1,321), así que para él fue un  amor desdichado y supersticioso, por eso la soñó severa, inaccesible, vengativa, vinculada con el diablo, y todo sucedió en ese pasaje siniestro de apariencia apacible que terminó en destrucción, muerte, humillación y degradación, representando el dolor que le causó esa dicha que no logró. Y Borges, basado en la idea freudiana de que los recuerdos de la cotidianidad, las creencias, el sistema de valores, la manera de concebir el mundo, al igual que los sentimientos y las preocupaciones, servían como insumos para crear sueños. Dante llegó al Paraíso en el penúltimo día de su viaje después de recorrer el Infierno y el Purgatorio, de haber visto el fuego temporal y el eterno, así como de seguir su albedrío, de despedirse de Virgilio, de haber sido mitrado y coronado, hasta que casi al final encontró algo de paz, cuando el duelo de la pérdida de su amor estaba tan avanzado que logró redactar este clásico.

Mediante el estudio psicoanalítico de los sueños se revelan miedos y deseos inconscientes, que siguiendo el símil de Ronald Fairbairn (1,899–1,964), simbolizan el estado actual de la persona de la misma manera que los cortos revelan información sobre la totalidad de la película sin abarcarla por completo. Se trata de un enfoque distinto al de la antigüedad que los tomaba como profecías. Tal es el caso que figura en el Génesis cuando el Faraón soñó con siete vacas hermosas y saludables saliendo del río, seguidas de otras siete famélicas y aquejadas que se comieron a las gordas, a continuación aparecieron siete espigas saludables devoradas por otras siete raquíticas. Al despertar, el monarca llamó a José, hijo de Jacob y Raquel, padre de Manasés y Efraín, y uno de los onirocríticos más célebres del Antiguo Testamento, quien al oír el relato lo tomó por anuncio de siete años de abundancia seguidos de otros siete de escasez y recomendó guardar la quinta parte de las cosechas anticipándose a la hambruna que predijo el caudillo mientras dormía, que en agradecimiento lo nombró gobernador.

Hasta aquí el caso de los sueños me ha servido para ilustrar cómo el psicoanalista concibe la realidad individual, basada en la relación consciente inconsciente, sin embargo en las sesiones también surgen otras narraciones, así como respuestas involuntarias, que se emplean como material para buscar significados que no son evidentes y se alcanzan al relacionarlos con las experiencias en la actualidad del encuentro con el analista. Así la persona construye progresivamente conocimiento sobre sí misma, descubre un poco más sobre sus propias verdades, aliviándose al modificar su punto de vista sobre sí mismo y, por supuesto, el mundo circundante con sus habitantes.

Si Dante hubiese asistido a consulta psicoanalítica, como lo hizo Samuel Beckett (1906-1,989), por ejemplo, es imposible adivinar qué camino habría cogido, si, como Hoffmann, tal como relaté en el blog pasado, se entregaría a la musa de la poesía, o, sí por el contrario, se dedicaría a la vida licenciosa, sin ataduras, ocupado solo con la regularidad de sus hábitos irregulares, o podría suceder que luego de superada la pérdida de Beatriz iniciara una nueva relación de pareja, en esta oportunidad conveniente y recordara con humor, y algo de nostalgia, este episodio desafortunado. En fin, las alternativas son innumerables, todo dependería de su manera personal de vivir con más satisfacción. Lo que sí es seguro es que el proceso psicoanalítico transformaría su representación de Beatriz,  y las mujeres en general, dándole un carácter más equilibrado, moderando la exageración de su severidad y poderío, entonces transformaría el papel protagónico que su mente le otorgó en un recuerdo vívido y pedagógico de un amor pasado, en una reliquia llamativa, podríamos decir.

Y el efecto terapéutico del psicoanálisis se debe a que el cerebro construye representaciones de los sucesos, las experiencias, incluso de las sesiones psicoanalíticas, al igual que de los hábitos del pensamiento, para no utilizar la palabra ‘síntoma’, tan macabra, como limitada, y que son estables mientras no incomoden, pero cuando empiezan a hacerse inadecuados, molestos, a causar sufrimiento, es cuando aparece la motivación para modificarlos, entonces el conocido adagio “genio y figura hasta la sepultura” solo se cumple mientras la persona se sienta cómoda, de lo contrario pueden transformarse, pues la mente es elástica: emociones, recuerdos, sentimientos, añoranzas, sueños, así como la lógica, el gusto y las ideas no son esotéricas, se trata de manifestaciones corporales tan concretas como la digestión. Sin embargo, mientras la vía digestiva se estudia con instrumentos y procedimientos como endoscopia, biopsia, exámenes de laboratorios, ecografía, tomografía axial computarizada, resonancia nuclear magnética, en el caso de la mente, el objeto de estudio es la personalidad y la herramienta de trabajo es la psicología del psicoanalista. Entonces la relación es terapéutica porque modifica el punto de vista a través del habla y la experiencia durante esas narraciones. Así que el consultorio es un laboratorio donde se pone a prueba la personalidad en un ambiente seguro que promueve cambios, sin las consecuencias de actuar en el mundo exterior. Además, la sesión sucede en presente, se trabaja sobre el efecto de eventos pasados en la actualidad, de todas maneras, los recuerdos son imprecisos por estar teñidos de los conflictos de hoy, y el psicoanálisis no se trata de desenterrar todo lo sucedido hasta entonces.

Sin embargo, aun cuando el psicoanálisis es terapéutico y útil, incluso en ocasiones a corto plazo, como lo confirman varios trabajos de investigación estadística con series enormes de pacientes, es difícil ir al analista. Y no me refiero a los costos, la distancia ni a la falta de acceso a nosotros los psicoanalistas, al fin y al cabo, todos esos obstáculos son salvables: es posible pactar una tarifa realista, así como ubicar un analista de acceso cómodo y horario adecuado. Me parece en cambio que el problema está en la resistencia que implica la introspección: el pudor que supone aceptar que hay asuntos personales que se salen de las manos, la dificultad de salirse de los hábitos del pensamiento, que aun cuando maltraten, estamos aferrados a ellos; a la sobrevaloración de la razón, el autocontrol y la disciplina para la solución de conflictos emocionales, así como para modificar respuestas inconscientes automáticas, así causen dolor y rompan relaciones amorosas y constructivas; y otro elemento prominente es la promesa de otros métodos que ofrecen alternativas que aparentemente suponen menor esfuerzo y la posibilidad de encontrar atajos para madurar y superar adversidades con menos esfuerzo, sin embargo no hay que olvidar que lo más cómodo no siempre es lo más adecuado, después de todo, crecer, independizarse y construir autonomía puede ser doloroso, aun cuando inevitable e ineludible.

Y una aclaración final. Para que la persona logre expresarse de la manera más libre y espontánea el psicoanalista debe garantizar la mayor discreción, por eso utilicé el sueño traumático de Dante y las reflexiones de Borges en lugar de datos provenientes de personas en análisis conmigo, después de todo, esa información ya era pública y ellos mismos eligieron qué tanto contenido revelar.